La Fe Como Don. Predicación

La fe es un don. Es un regalo que Dios ha dado a cada persona, pero no significa que cada persona aceptará este regalo. La fe no es algo que podamos ganar o trabajar; simplemente nos es dada por Dios cuando estamos listos para recibirla. Cuando creemos en Jesucristo y aceptamos su sacrificio en la cruz como pago por nuestros pecados, entonces tenemos verdadera fe en él y en su capacidad para salvarnos de nosotros mismos.

La Fe Como Don

Índice de Contenido
  1. La fe es un don
  2. El don de la fe
  3. El poder de la fe
  4. La fe como camino hacia Dios La fe como camino hacia Dios
  5. La fe y la duda
  6. ¿Vivir por la fe?
  7. La fe es un don de Dios.
  8. Conclusión

La fe es un don

La fe es un don de Dios. Tener fe en Jesucristo es tener una relación con Dios, nuestro creador y salvador. La Biblia dice que "el justo vivirá por la fe" (Romanos 1:17). La fe es fundamental para vivir la vida como cristiano, porque nos pone en relación con Dios y nos da la capacidad de ser transformados a su semejanza.

La fe es también uno de los muchos dones que Dios nos ofrece a través de su Hijo Jesucristo. De hecho, todas las cosas pueden considerarse regalos de Dios (Romanos 12:6). Se nos ha dado la vida misma -que incluye el alimento, el vestido y la vivienda- y somos libres de disfrutar de estas bendiciones gracias al sacrificio de Jesús en la cruz por nuestros pecados (1 Corintios 15:57).

Cuando las personas aceptan este don de la salvación por la fe en Jesucristo, reciben muchos otros dones espirituales, como la profecía o el poder de sanación, que pueden utilizar durante su vida (1 Corintios 12:28-31).

El don de la fe

Es importante reconocer que la fe es un don. No es algo que podamos ganar o conseguir con nuestro propio esfuerzo, sino que se nos da como un favor de Dios. Podemos recibir este don de dos maneras: naciendo en la Iglesia y recibiendo el bautismo, o eligiendo creer en Jesucristo y su Iglesia más adelante en la vida.

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De cualquier manera, una vez que hemos recibido el don de la fe (ya sea al nacer o más tarde), debemos seguir trabajando para cultivarla a través de la obediencia y la oración si queremos crecer en nuestro amor por Dios y su Palabra.

La fe también es algo que se puede compartir con otros que aún no entienden lo que se les ha dado. La mejor manera de compartir tus creencias con otra persona es a través de la paciencia y el amor, no sólo porque estas cualidades harán que tu conversación sea menos conflictiva, sino porque están modeladas según Cristo mismo.

Cuanto más inviertas en mejorar tu relación con Dios a través del servicio y la reflexión en oración sobre su Palabra (¡eso es lo que hace el estudio de las Escrituras!), más fuerte será tu vínculo con Él, y más cerca estarás de parecerte a Él.

Podemos cultivar nuestra fe buscando oportunidades en las que podamos devolver algo en lugar de aprovecharnos de la generosidad de los demás; cuando alguien hace algo bueno por nosotros sin esperar nada a cambio (como dar dinero en lugar de pedir cambio), ¡demos las gracias! ¿Sabes la alegría que me produce saber que alguien aprecia mi trabajo lo suficiente como para pagarme lo que se merece? Y ojalá algún día se den cuenta de la alegría que me traen a MÍ también cuando vea el orgullo que hay detrás de cada detalle puesto aquí en mi blog 🙂

El poder de la fe

La fe es un don de Dios. Se nos da en nuestro bautismo y debemos aceptarla. Cuando Jesús fue bautizado, los cielos se abrieron y una paloma descendió sobre él. La paloma se posó sobre su cabeza y permaneció allí durante varios minutos hasta que una voz habló desde el cielo diciendo: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco".

La fe no es sólo creer que Dios existe o que te ama; la fe implica hacer algo sobre lo que crees. La fe requiere que actúes, porque es un estado activo que lleva a un cambio en tu vida; lleva a un cambio en ti mismo primero, y luego en los demás a tu alrededor también.

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La fe no es sólo un sistema de creencias, sino más bien una experiencia de vida activa en la que uno busca activamente la verdad a través del servicio (tanto desinteresado como sacrificado), la oración y la lectura/estudio de las Escrituras.

La fe como camino hacia Dios La fe como camino hacia Dios

La fe es un camino hacia Dios, la fe es un don de Dios. La fe es una forma de vida, la fe es la salvación. La fe es el cielo y la vida eterna, la fe puede darte la felicidad en este mundo y la felicidad eterna en el otro. La fe da sentido a tu vida y te ayuda en momentos difíciles como la enfermedad, el desempleo o los problemas económicos.

Al tener fe en Dios reconoces que Él existe y que nos ama tanto que envió a su único hijo Jesucristo desde el cielo para que pudiéramos ser salvados del pecado (1 Juan 4:8).

La fe y la duda

La fe es confiar en Dios, y la duda es creer que puedes hacerlo por ti mismo. Se puede tener fe sin dudas, pero si no tienes ninguna duda, es posible que la fe no sea real.

La duda es una parte normal del camino de la fe: si no te cuestionas las cosas y dudas a veces, entonces tal vez tu fe no es tan fuerte como podría ser. Pero tener dudas no significa que no creas; hay muchas personas que asisten fielmente a la iglesia todos los domingos sólo para admitir que no saben realmente lo que piensan sobre la divinidad de Jesús o cómo se relaciona con sus vidas hoy. Dudar significa hacer preguntas, y a menudo nos acerca a las respuestas.

¿Vivir por la fe?

La fe es un don de Dios. Romanos 12:3 dice: "No os conforméis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente". En otras palabras, debemos cambiar nuestra mente y no conformarnos a lo que el mundo dice que es verdad. ¿Pero cómo lo hacemos? Nos han enseñado que la fe es creer sin ver ni oír nada tangible. Pero, ¿y si eso es al revés? ¿Y si la fe no es creer sin pruebas, sino conocer a través de las pruebas?

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La fe es un don de Dios.

Una idea útil para tener en cuenta a lo largo de la vida es que la fe puede ir y venir. Podemos tener fe un día, pero perderla al siguiente. O podemos sentir el amor de Dios con tanta fuerza que pensamos que nuestro corazón estallará de alegría, pero luego nos olvidamos de ello cuando nos ocurre algo malo a nosotros o a otra persona.

La fe es un don de Dios, pero también es algo que puedes elegir si dejas que crezca o no en tu vida. Si tu fe se ha perdido o se ha olvidado, no desesperes; ¡simplemente pide ayuda a Dios para recuperarla de nuevo!

Conclusión

Espero que esto haya servido para aclarar algunos conceptos erróneos sobre la fe y su importancia en nuestras vidas. La fe es un don de Dios, no algo que uno pueda fabricar por sí mismo. Nos da el poder de vivir en la presencia de Dios, pero también requiere que nos mantengamos abiertos a lo que Él quiere para nosotros y a cómo puede cambiar con el tiempo. Creo que si cuidamos nuestra relación con Él en primer lugar, todo lo demás se acomodará.

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