Volviéndonos a Dios de Corazón - Regresando a la luz admirable de Cristo
Volviéndonos a Dios de corazón es retomar el camino de la luz, es regresar como el hijo pródigo a los pies de su Padre, es levantarse, sacudirse el polvo y caminar hacia adelante, sin mirar atrás. Para eso debe haber una disposición de corazón y una entrega, recordemos que Dios escudriña el corazón y conoce las intenciones de tu corazón. Por eso no puedes engañarlo. Esto se puede ver en el siguiente pasaje: “y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña las mentes y los corazones, y os daré a cada uno según vuestras obras” (Apocalipsis 2:23)
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Volviéndonos a Dios de corazón - Regresando a la luz admirable de Cristo
Si revisamos la palabra de Dios, podemos observar la cantidad de veces en las que el pueblo de Israel fue libertado de las manos del opresor por diferentes hombres de Dios como Moisés, Josué, Gedeón, Jefté, entre otros.
Sin embargo el pueblo de Israel volvía otra vez a sus viejas costumbres, y hacían lo malo delante de Dios, se mostraban desobedientes y adoraban dioses paganos.
En la actualidad podemos ver el mismo patrón, donde los templos han sido descuidados por la falta de la presencia de Dios, debido a la desobediencia, a la religiosidad y al legalismo que se ha apoderado de la iglesia.
Sin embargo, tenemos la oportunidad de volvernos a Dios, de encaminarnos, de retomar nuestro redil y comenzar de nuevo una vida en Cristo. De esta manera los templos pueden ser levantados y llevados a la luz admirable que es Cristo.
Al respecto debemos reflexionar y considerar que el olvido de Dios es lo que conduce a que los templos se han visto descuidados y debemos preguntarnos ¿Eres cuerpo y morada del Espíritu Santo, Acaso no sabes que el templo eres tú? Al respecto el apóstol Pablo nos señala lo siguiente:
“¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19)
En este sentido, como Hijos de Cristo, pertenecientes a una congregación, tenemos la responsabilidad de volver nuestro rostro a Cristo, de mantenernos firmes, puros y limpios, santificados con la sangre de Cristo.
Si queremos que el templo sea reedificado, levantado y que se manifieste la Gloria de Dios, debemos todos estar unánimes, en armonía, tal como lo demanda la palabra: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía!” (Salmos 133:1)
Cómo debemos volvernos a Dios de corazón
Para volvernos a Dios con todo nuestro corazón, es importante comprender nuestro propósito como hijos de Dios, miembros de un templo, ya que tenemos una misión y para poder llevarla a la práctica debemos considerar los siguientes aspectos:
1.- Sacrificios
Cuando somos llamados y recibimos a Cristo en nuestro corazón como nuestro único Señor y Salvador, lo hacemos por fe, conociendo que mediante el sacrificio perfecto de Jesús en la Cruz del Calvario, somos salvos, ya que por medio de él es que podemos hallar Gracia delante del Padre y tener entrada al Reino de los Cielos.
Al respecto la biblia nos habla acerca de lo que significa el sacrificio de los hijos de Dios,porque ciertamente para seguir a Cristo debemos cargar también la cruz:
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional“. (Romanos 12:1)
Al escuchar la palabra “sacrificio” puede sonar algo fuerte si lo vemos desde el punto de vista carnal, pero para poder entender lo que significa un verdadero sacrificio debemos analizarlo desde el punto de vista espiritual y estar dispuestos a entregarnos en cuerpo, alma y espíritu a la obra del Señor.
De esta forma que en nuestra vida como templo del Señor debe haber sacrificio y tener la disposición a sacrificar los deseos carnales, dejando la vida pasada atrás. Por esta razón es importante que entendamos que las cosas que debemos dejar nos va a costar un sacrificio pero si estamos agarrados del Señor, él nos ayudará en el proceso.
Así que mi vida cómo Templo y morada del Espíritu Santo debe estar caracterizada por un sacrificio, llevando la cruz de Cristo y pasando las pruebas con valentía y disposición, sabiendo que Dios no nos entrega pruebas que no podamos sobrellevar: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13)
2.- Oración
La oración es un arma muy poderosa en la vida de un cristiano porque mediante ésta nos podemos comunicar directamente con el Señor, y podemos obtener respuestas a nuestras inquietudes. Sin oración no podremos levantar un templo porque no existe una comunión con el Todopoderoso.
Si queremos volvernos a Dios de corazón, debemos mantener la oración, y es esa comunión estrecha con el Señor lo que nos va a permitir tener la unción necesaria para levantar cualquier Ministerio que se nos haya encomendado. Esto lo podemos apreciar en el siguiente pasaje: “Jehová está lejos de los impíos; Pero él oye la oración de los justos” (Proverbios 15:29) Así que él escucha y responde a su tiempo y conforme a su perfecta voluntad.
3.- Adoración
Cuando se habla de adoración, no se refiere solo a la música, sino que es una melodía que sale del alma y que se entona con la única finalidad de exaltar el nombre de Dios, no tiene intenciones humanas ni de vanagloria. La adoración es rendirle pleitesía a quien merece todo el loor, y se puede adorar incluso sin tener música. La biblia nos habla de lo que significa un verdadero adorador:
“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:23-24)
4.- Servicio
Volviéndonos a Dios de corazón, implica servirle con toda disposición y no verlo como una carga, sino que es una entrega al que merece todo de nosotros. No es solo volver al redil, asistir a una congregación y listo. Se trata de una transformación que amerita sacrificio, adoración, servicio porque Dios conoce nuestras intenciones y recompensa al esforzado y valiente:
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1: 9)
De igual forma, debemos comprender que cuando le servimos a Dios debemos primeramente mantener nuestra comunión con él, porque este servicio es para él y no para los hombres.
En la biblia se nos señala el síndrome de Martha, quien se afanaba por servir pero en una oportunidad Jesús llegó a la casa de María y Martha y notó que Martha estaba muy afanosa pero María hacía algo diferente, ya que ella estaba a los pies de Jesús oyéndole hablar, porque entendía que la razón principal para servir al Señor era estar con el Señor. Tal como se aprecia en el pasaje:
“Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Lucas 10:38-42)
5.- La lectura de la palabra:
Para volvernos a Dios no basta solo con querer hacerlo, debemos escudriñar las Sagradas Escrituras para poder conocer a Dios en su plenitud y saber cuál es nuestro propósito en este mundo como Hijos del Todopoderoso.
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La biblia es un libro que nos da el conocimiento, la sabiduría y nos revela una historia marcada de acontecimientos donde se manifiesta el Poder de Dios, sus maravillas, milagros y prodigios. La palabra es la verdad, y la verdad es Cristo y desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento se nos revela a Jesucristo, su nacimiento , vida, ministerio, sacrificio y resurrección. Por esta razón, para volver a Dios, debemos volver a la Escritura que nos lleva a la verdad:
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12)
En este sentido, cuando volvemos al Padre, estamos volviendo al Hijo y a su Santo Espíritu y para ello es importante conocer la verdad impresa en la Palabra de Dios, mediante la cual nuestro Padre nos muestra el camino que debemos seguir, la manera en la debemos actuar, también nos redarguye, nos transforma, libera, sana y nos hace comprender muchos misterios ocultos que anteriormente no conocíamos porque una vez que somos hijos tenemos acceso a su santa presencia y a través de ella podremos conocer su poder y majestad, sus maravillas, su manera sobrenatural de moverse entre su pueblo.
De esta forma volver a los caminos de Cristo es lo más maravilloso que te puede ocurrir porque Dios te está brindado la oportunidad de verle cara a cara, de ser salvo, de alcanzar la misericordia de la salvación, y de vivir en este mundo con un firme propósito, con la disposición de extender el evangelio de Reino en todas las naciones, rescatando las almas perdidas, esa es la voluntad del Señor y esa es tu misión como Hijo de Dios.
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