Recuperando lo perdido – Qué quiere quitarnos el enemigo
Recuperando lo perdido se refiere a volver a tener aquello que perdimos por diversas causas. Para ello es importante permanecer firme sobre la roca que es Cristo y estar apercibidos porque el enemigo asecha a cada instante sin descansar.
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Todos en algún momento hemos pasado por momentos difíciles en los cuales perdemos algo valioso para nosotros. En la biblia existen muchos ejemplos relacionados con este tema, donde personajes como David, José se encontraron en situaciones muy adversas y perdieron algo importante en sus vidas.
En el caso de David tuvo la desdicha de perder a sus hijos, a su Rey, y en el caso de José perdió a sus hermanos y tuvo que pasar momentos muy duros y superar la esclavitud. Estos valientes guerreros de Dios son un claro ejemplo de lo que debemos hacer como hijos de Dios, y la manera en la que debemos dirigirnos.
En este sentido, el Señor quiere que recuperemos lo que hemos perdido, sin embargo no podemos hacerlo si primeramente no lo valoramos. El Rey David amaba a su familia y por eso luchó hasta poder recuperarla, y no solo recuperó su familia sino la de sus hombres.
Recuperando lo perdido – Qué quiere quitarnos el enemigo
El enemigo vino a este mundo con el objetivo principal de destruir la obra de Dios aquí en la tierra y por eso ataca principalmente a sus hijos, a los que tienen un propósito conforme a la perfecta voluntad de Dios. Por eso debemos tomar en cuenta que lo primero que él nos quiere robar es nuestra comunión con Dios, para quitarnos la cobertura, debilitarnos y destruirnos.
Pero Dios es un Dios de restauración, de restitución y en algunos casos podemos darnos cuenta cuando el enemigo gana terreno en nuestra vida, y pretende quitarnos las bendiciones que el Señor nos ha dado. Por eso debemos saber qué quiere quitarnos el enemigo:
1.- El diablo quiere quitarnos el hogar, destruir las familias
Uno de los aspectos que se deben considerar para recuperar lo perdido es saber que el enemigo quiere destruir las familias, quiere destruir la obra perfecta de Dios.
Pero como se dijo anteriormente, Dios restituye lo que ha sido destruido, así como venían los sirios con oleadas de ataques devastadores que llegaban a algunas ciudades de Israel y las destruían alguna de ellas las dejaban en forma tal que no podían ser reparadas.
En la actualidad podemos ver ataques constantes en las familias, donde el hogar disfuncional se ha hecho presente y es un hecho común en la sociedad.
Por eso vemos a las familias dividas, donde los padres se vuelven contra los hijos y los hijos contra sus hermanos. Y esto ha sido anunciado en la palabra como una de las señales de la venida de Cristo, tal como se aprecia en el siguiente pasaje:
“Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte” (Mateo 10:21)
2.- El enemigo usa la ofensa para robarte las bendiciones
La ofensa es otra de las armas que el enemigo usa para robarnos lo que Dios nos ha otorgado. Quiere vernos destruidos y derrotados.
Por lo cual el diablo usa la herramienta de la ofensa como una carnada y nosotros solemos caer en esa trampa dejándonos llevar por la ira y la venganza. Esto nos hace perder mucho en el aspecto espiritual porque nos dejamos llevar por nuestras emociones, lo cual es un error.
Al respecto Nuestro Señor Jesucristo cuando vino a este mundo nos enseñó la manera en la que debemos actuar y nos enseñó de igual forma a orar, haciendo hincapié en el hecho de perdonar a los que nos ofenden, así como nosotros somos perdonados por Dios cuando ofendemos: “Perdona el mal que hacemos, así como nosotros perdonamos a los que nos hacen mal” (Mateo 6:11)
En este sentido, la palabra nos demanda a que no debemos pagar mal con mal, sino que por el contrario debemos practicar el perdón, de la misma forma en la que Dios nos perdona.
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Principios para recuperar lo perdido
Para comprender los principios que debemos aplicar para poder recuperar lo perdido, debemos escudriñar las Sagradas Escrituras y conocer el contexto en el cual se desarrollaron los grandes hechos que marcaron la historia de la humanidad.
En este sentido, es importante saber que el pueblo de Israel sufría contantes invasiones de sus enemigos. El gran líder Eliseo en esa oportunidad estaba muriendo y el Rey Joás al ver a su país sufrir, va al rey y le comparte la situación que estaba aconteciendo.
En este encuentro se originan los principios que nos ayudarán a recuperar el territorio perdido, porque no importa cuántos ataques del diablo recibamos, debemos saber que tenemos a un gran Dios que quiere que le entreguemos nuestro corazón. Así que es de suma importancia, considerar cada uno de estos principios:
1.- Quebrantarse delante de Dios
El primer principio para recuperar lo perdido, es quebrantarse delante de Dios, confesarle a él nuestras fallas y expresarle nuestros sentimientos. De esta forma, no le daremos entrada al enemigo en nuestra vida porque hemos sido sinceros delante de Nuestro Padre Celestial.
El Rey David a lo largo de su vida cometió muchos errores y por eso tuvo pérdidas valiosas, como la pérdida de sus hijos. Sin embargo, David mantenía una estrecha relación con el Padre y se quebrantaba delante de su presencia, tal como se puede apreciar en las escrituras:
“He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente” (Salmos 51:6-12)
En este salmo podemos notar cómo David reconoce sus errores y le pide a Dios que lo purifique y lo limpie de todos sus pecados. Además le pide un corazón nuevo y que el Espíritu Santo permanezca siempre en él. Este es un modelo de oración, en el cual debemos quitar toda altivez de nuestra alma y entregarle nuestro corazón a Dios que es el único que puede sanarnos y hacer que recuperemos lo que hemos perdido en nuestra vida.
En la actualidad muchas personas se cierran a mostrar sus sentimientos y a reconocer los errores, fallas y debilidades. Pero en la biblia, encontramos el caso del Rey David, quien se presentaba ante Dios con humildad y se desahogaba con toda su alma y su corazón. Luego de que nos quebrantamos y lloramos delante del Señor, sin duda sentiremos el gozo en nuestra vida.
De este modo que cuando sintamos tristeza en nuestro corazón, debemos buscar a Dios, buscando respuestas que alivien nuestro corazón y nos enseñe el camino correcto que debemos seguir.
2.- Prepárate para la batalla
Si queremos obtener la victoria y recuperar lo perdido, debemos estar preparados para la batalla, enfrentarnos con el enemigo y fortalecernos en el Señor. Pero debemos entender que esta batalla no es de nosotros sino es de Dios, por eso debemos mantener la comunión con él para poder enfrentar al enemigo con el respaldo del Todopoderoso.
Cuando David tuvo que enfrentar a Goliat tenía muchas limitaciones físicas que le impedían igualarse con el gigante pero tenía el respaldo de Dios, y él reconocía que esa lucha no era de él sino que era del Señor, tal como lo expresa su palabra:
“Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has desafiado” (1 Samuel 17)
Así que David tenía claro contra quién se enfrentaba y la misión que tenía en derribar a aquel que había desafiado a su Dios. Él no tenía la fuerza para vencer al gigante pero tenía al Todopoderoso que luchaba por él. De este mismo modo, debemos tener la certeza de que no podemos pelear solos, debemos hacerlo con el respaldo de Nuestro Padre, ya que sin él nada podemos hacer.
3.- Necesitas la mano de Dios en tu lucha
Como se mencionó anteriormente la lucha que peleamos diariamente no nos pertenece, es del Señor, los hijos de Dios son solo instrumentos llamados a enfrentar al enemigo en el nombre de Jesús para derribar las fortaleces que pretenden derribarnos y desviarnos del camino correcto.
Al respecto la biblia señala que nuestra lucha no es carnal sino que es netamente espiritual y como creyentes debemos tener claro que nuestra enemistad no es con las personas sino contra Satanás y todo su ejército que vino a este mundo a matar, a destruir y a derribarnos:
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12)
Por esta razón, debemos crecer espiritualmente cada día mediante la lectura de la palabra, la comunión de Dios mediante la oración y mantener una vida en obediencia y santidad para poder tener la autoridad de derribar a ese mundo de las tinieblas que nos asecha constantemente.
En este sentido, necesitamos la mano de Dios en nuestros proyectos, nuestras metas, nuestra vida en general. No debemos permitir que el enemigo nos quite las bendiciones que Dios nos ha otorgado por herencia como hijos que somos. Debemos estar firmes sobre la roca que es Cristo y tener la gallardía de quitarle al diablo lo que nos ha robado.
3.- Apunta al enemigo
El tercer principio que debemos considerar es saber cuál es nuestro principal objetivo de lucha. Por eso debemos apuntar al enemigo correcto y no caer en las artimañas y trampas que nos coloca el enemigo en el camino.
Así que debemos apuntar al enemigo para derribar toda opresión y recuperar lo perdido. Debemos ser valientes y luchar contra aquello que nos robó la paz y nos trajo tristeza, contra lo que nos quitó las bendiciones otorgadas por el Señor.
No debemos enfocarnos en las personas usadas por el enemigo, porque son víctimas de las ataduras del pecado. Debemos ir a la raíz del problema y apuntar directamente contra nuestro principal enemigo que es Satanás, utilizando las armas que se nos han dado y que son poderosas para derribar fortalezas, principados y toda hueste de maldad, tal como lo señala su palabra:
“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:13-18)
En este sentido, antes de apuntar y atacar al enemigo, debemos ponernos la armadura para estar protegidos cuando nos enfrentemos a nuestro verdadero adversario que es Satanás y todo su ejército. No podemos ir a la batalla sin estar preparados porque seremos heridos, debemos tener la cobertura de Dios a la hora de tener una guerra espiritual.
Para recuperar lo perdido, debemos merecer obtener aquello que nos han quitado, es decir, debemos ser merecedores de las bendiciones de Dios. No se trata de que seamos perfectos, se trata de presentarle a Dios nuestro corazón, confesar nuestro pecado, reconocer nuestras debilidades y saber que sin él no podemos enfrentar al enemigo y seremos presos de sus trampas.
Por esta razón es importante hacer una revisión de nuestra vida, de nuestro testimonio, ya que de esta manera podremos ordenar nuestras prioridades, fortalecernos en el Señor y tener la valentía para recuperar lo perdido.
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