Cómo podemos desarrollar la naturaleza espiritual

La naturaleza espiritual es esencial para tener un encuentro verdadera con Dios, por eso es importante fortalecer nuestro aspecto espiritual para poder ver más allá de lo que pueden ver nuestros ojos carnales, para poder pensar de forma distinta, hablar con sabiduría y poder controlar las emociones propias del alma.

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Índice de Contenido
  1. Cómo podemos desarrollar la naturaleza espiritual
  2. Qué nos impide desarrollar la naturaleza espiritual
    1. 1.- El ego
    2. 2.- La esclavitud por el mundo
    3. 3.- Atados

Cómo podemos desarrollar la naturaleza espiritual

En este mundo estamos inmersos de mucha hostilidad, donde la rutina nos arropa y no nos permite tener un momento para meditar sobre nuestra vida y el propósito que tenemos en Cristo Jesús.

De esta manera que mientras no tengamos claro cuáles son nuestras prioridades, mientras estemos inmersos en suplir nuestras necesidades materiales y carnales, estaremos cada día más frustrados e inconformes con nosotros mismos.

Por esta razón hasta que no ordenemos nuestra vida y prioricemos nuestra espiritualidad, no seremos plenamente feliz, y de eso se trata la vida, de ser feliz a pesar de las circunstancias porque el gozo del Señor es nuestra fortaleza.

De esta manera, debemos actuar acorde a nuestra espiritualidad para poder alcanzar nuestro auténtico equilibrio y felicidad duradera. Pero, este primer paso resulta ser difícil, ya que enfocamos nuestras prioridades en nuestra percepción imperfecta de quiénes somos realmente.

La humanidad se enfoca en lo que somos físicamente, solamente se centra en el cuerpo y por eso nos identificamos con él porque es la parte más visible, es lo que podemos ver con nuestros ojos naturales. Sin embargo, la realidad es que a pesar de que ciertamente estamos en un cuerpo físico, no somos ese cuerpo, y aunque ejercemos diferentes roles en este mundo usando ese cuerpo, no somos esos roles, no somos lo que hacemos en este mundo terrenal.

La naturaleza espiritual
La naturaleza espiritual

Cuando pensamos que somos solo ese cuerpo físico, nuestra prioridad es fortalecer ese cuerpo, y por eso nos enfocamos en lo que hacemos dentro de este mundo como cuerpos terrenales que deben ejercer un rol determinado.

Así que nos enfocamos en las cosas propias de esta vida, priorizamos nuestras metas, planes, pretendemos ordenar nuestra vida por nuestras propias fuerzas, dejando de lado la naturaleza espiritual con la cual hemos nacido, porque ciertamente somos seres espirituales aunque nos basemos solo en el cuerpo físico.

En este sentido, nuestras limitaciones son puestas por nosotros mismos cuando ponemos como prioridad desarrollarnos en este mundo en cuanto a ser profesionales, prósperos, con una vida plena. Pero hay que resaltar que sin Cristo, todo es en vano.

Todas las limitaciones propias de la humanidad son procedentes de nuestra propia debilidad humana, porque nuestra naturaleza es imperfecta, estamos llenos de egos, vanidades, carencias. Si no reconocemos estas debilidades, no podremos avanzar espiritualmente y esto incluso puede frenar el propósito que Dios nos ha asignado.

En este sentido, mientras nos identifiquemos con nuestro ego, con nuestro cuerpo físico y con nuestra personalidad, seguirán nuestras limitaciones y padecimientos. Pero si reconocemos nuestras debilidades y confesamos nuestra dependencia de Dios, en esa medida, avanzaremos y nos desarrollaremos espiritualmente.

Desarrollar la naturaleza espiritual debe ser una prioridad porque esto nos va a acercar a la presencia del Señor, y cuando nos enfoquemos en nuestro crecimiento espiritual, conoceremos más a Dios porque su Santo Espíritu nos guiará a toda verdad, tal como lo anuncia su palabra:

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:13-15)

En este sentido, cuando dejamos que el Espíritu Santo entre en nuestra vida y nos dejamos dirigir por él, nos llevará a toda verdad y de esta forma esteremos fortalecimiento nuestra espiritualidad, y esto nos acercará más al Señor.

Qué nos impide desarrollar la naturaleza espiritual

La naturaleza espiritual se desarrolla en la medida en que desechamos de nuestra vida toda carnalidad, dejamos morir al viejo hombre y nos dejamos moldear, guiar, purificar por Cristo Jesús. Para ello es importante eliminar los siguientes aspectos de nuestra vida:

1.- El ego

Nuestro ego nos impide alcanzar y desarrollar nuestra naturaleza espiritual. Para desarrollarnos espiritualmente, primeramente debemos aprender a dejar a un lado nuestro ego. Pero esto no se alcanza fácilmente.

Debemos de igual manera eliminar muchas capas de avaricia, miedo, egoísmo, ignorancia, deseo, malos hábitos, e ignorancia. Esto es lo que alimenta nuestro ego y representa nuestro mayor obstáculo para desarrollar nuestra naturaleza espiritual. Al respecto la palabra nos habla acerca del ego, del orgullo y la altivez: “Delante de la destrucción el orgullo, y delante de la caída, la altivez de espíritu” (Proverbios 16:18)

En esta cita se nos habla acerca de la destrucción que vamos a experimentar cuando estamos sumergidos en el ego, en el orgullo, en la vanidad. Todo esto es impedimento para nuestro crecimiento y nuestra altivez representa nuestra caída espiritual.

Por esta razón, para los que logran eliminar el ego, la dimensión espiritual representa su realidad, porque viven conforme a su espiritual porque es parte de su naturaleza, ya no viven en la carne sino en el espíritu y esto lo demanda la palabra:

 “¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19)

Esta cita es clara y contundente, donde se nos afirma que nuestro cuerpo no es de nosotros sino que le pertenece a Cristo, porque el Espíritu Santo mora en nosotros y por eso somos templo de él, por lo cual debemos dejarnos guiar por él.

En este sentido, en la medida en que vivamos en un plano terrenal, seguiremos atrapados en nuestro propio ego, en nuestro orgullo, altivez y esto alimenta al mismo tiempo la ansiedad, el estrés, la angustia, la depresión.

Por ello encontramos diferentes enfermedades modernas que se han apoderado de este mundo tan congestionado por la ignorancia, porque el desconocimiento de la palabra, los ha llevado a la ignorancia, enfocado en sus propias limitaciones, impidiéndole al Espíritu Santo a que entre en su vida para cambiar su vida completamente.

Nuestro ego entonces es alimentado por el diario vivir sin Cristo, por el desconocimiento de mis propias limitaciones como humano, como inmortal. Sin embargo mediante Nuestro Señor Jesucristo tenemos entrada al Reino de los cielos, donde se nos ofrece una vida eterna, tal como lo expresa la palabra:

“Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar. El Padre y yo somos uno” (Juan 10:28-30)

Una vez que aceptamos y recibimos a Nuestro Señor Jesucristo, el Espíritu Santo comienza a trabajar en nosotros, a procesarnos, transformarnos, purificarnos. Pero cuando nuestro ego está anclado en nuestro ser, resulta ser un impedimento y por eso nuestra naturaleza espiritual se ve afectada.

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Así que debemos primeramente quitar esos obstáculos y darle entrada a Cristo para así recibir el regalo más hermoso que es la salvación, la cual es por gracia. Y esta gracia es no merecida, simplemente su amor y su misericordia nos permite tener hoy en día la oportunidad de tener la vida eterna en el Reino de los cielos.

2.- La esclavitud por el mundo

Como hijos de Dios, creyentes fieles a su palabra y sana doctrina, aunque no pertenecemos a este mundo, debemos habitar en él con todo lo que implica residir en este caos lleno de tantas adversidades, maldad, enfermedades, fenómenos naturales, persecuciones, entre muchas cosas más.

Por eso es importante que a pesar de que estamos llamados a apartarnos, no debemos olvidar nuestro llamado a predicar a todos la palabra de Dios, porque sin amor al prójimo, no podremos avanzar en el aspecto espiritual, e incluso podríamos perder la salvación. Al respecto la palabra nos señala lo siguiente:

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” ( Marcos 16:15-18)

En esta cita encontramos un mandato de parte de Nuestro Señor Jesucristo. Si estamos esclavizados por el mundo nos dejamos arrastrar por la rutina, nos llenamos de preocupaciones, enfocados en lo que comeremos, vestiremos, debido a que nuestra espiritualidad se ha visto afectada y por eso hemos descuidado nuestra fe.

En la biblia podemos ver diferentes ejemplos de lo que representa ser esclavizados a las cosas banales del mundo, encontramos a una Martha enfocada en las labores, sin darse cuenta a quién tenía enfrente, al maestro, al mesías, el salvador. Esto lo podemos ver en el siguiente pasaje:

“Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Lucas 10:38-42)

Entonces podemos preguntarnos si estamos actuando como María o como Marta. Si estamos enfocados en la carne o en el espíritu, si podemos ver lo que tenemos, si podemos valorar a Nuestro Dios y su salvación. La palabra nos revela el poder que implica tener una naturaleza espiritual dispuesta a ser llena del Espíritu Santo.

3.- Atados

Una persona espiritual puede tener muchas luchas en este mundo y una de ellas son las ataduras que nos impiden crecer y alcanzar la paz del Señor porque hemos sido llamados a vivir en serenidad.

Cuando se habla de una persona que está atada, se hace referencia a aspectos que no solo tienen que ver con lo que hacemos diariamente, con la rutina, sino que tiene que ver con nuestra mente, alma, corazón y espíritu.

Se puede ser una persona espiritual pero aún tener ataduras que estén impidiendo el progreso de su ministerio, por ejemplo, porque las ataduras de la mente y del corazón pueden estar presente aún sin nosotros saberlo.

Por eso es importante buscar todos los días del Señor y no pensar que ya somos personas espirituales, que ya somos salvos y que no necesitamos ser libres porque ya lo somos.

Muchas veces las ataduras que tenemos no podemos percibirlas fácilmente, y pueden estar ancladas en nuestro resentimiento, falta de perdón, en heridas del pasado, de la infancia que no nos deja avanzar conforme a la voluntad de Dios.

Cuando una persona reconoce estas atadura puede ser ministrado por el Espíritu Santo y ser verdaderamente libre. Pero cómo podemos saber si hemos alcanzado la liberación, esto se puede observar en nuestro fruto, tal como lo señala la palabra:

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23)

En este sentido, nuestra forma de actuar va a revelar nuestra naturaleza espiritual y va a determinar el avance dentro de nuestro propósito en este mundo. Debemos recordar que somos seremos libres en la medida en que confesemos nuestro pecado y no lo ocultemos, seamos como David que expuso sus debilidades y clamó con todo su corazón:

Enséñame tus caminos, oh Señor, para que viva de acuerdo con tu verdad. Concédeme pureza de corazón, para que te honre. Con todo el corazón te alabaré, oh Señor mi Dios. Daré gloria a tu nombre para siempre, porque muy grande es tu amor por mí. Me has rescatado de las profundidades de la muerte.

“Oh Dios, gente insolente se levanta en mi contra; una pandilla violenta trata de matarme. No significas nada para ellos. Pero tú, oh Señor, eres Dios de compasión y misericordia, lento para enojarte y lleno de amor inagotable y fidelidad. Mírame y ten misericordia de mí. Dale tu fuerza a tu siervo; salva a este hijo de tu sierva. Envíame una señal de tu favor. Entonces, los que me odian pasarán vergüenza, porque tú, oh Señor, me ayudas y me consuelas”  (Salmos 86: 11-17)

En este sentido, la naturaleza espiritual se debe cultivar día a día porque siempre van a existir tropiezos para impedir llevar a cabo tu propósito en este mundo, el cual ha sido encomendado para Glorificar el Nombre del Señor. Por esta razón, David encontraba reposo en su clamor porque sabía que solo Dios lo podía ayudar en su tribulación y angustia.

Así que si queremos crecer espiritualmente, debemos confesar y clamarle a Dios con sinceridad, manifestándole nuestras cargas a él, y reconociendo que sin él no podremos cultivar nuestro Espíritu ni podremos tener una vida en santidad, sin la cual no podremos ver a Nuestro Señor Jesucristo.

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