El derramamiento prometido del Espíritu Santo – Cómo se manifiesta

El derramamiento prometido del Espíritu Santo se refiere a la llenura de la presencia de Dios en nuestra vida para la Gloria y Honra de su nombre. Este derramamiento fue profetizado en el Antiguo Testamento y se manifestó en Pentecostés, tal como lo podemos visualizar en el siguiente pasaje:

“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2).

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De esta manera podemos apreciar el derramamiento del Espíritu Santo en este pasaje donde se dio el día de Pentecostés, donde todos fueron llenos de la presencia de Dios y las lenguas se confundieron y aparecieron nuevas lenguas.

De igual forma lo podemos apreciar en el libro de Isaías 44:3 cuando Dios le dijo a Israel "Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos".

Índice de Contenido
  1. El derramamiento prometido del Espíritu Santo – Cómo se manifiesta
  2. Qué es el derramamiento del Espíritu Santo - De qué se trata
  3. Características de un poderoso derramamiento del Espíritu Santo
    1. 1.-  Se da de forma espontánea
    2. 2.- Es Indescriptible
    3. 3.- Está fuera de nuestro control

El derramamiento prometido del Espíritu Santo – Cómo se manifiesta

El Espíritu Santo se manifiesta como el "agua de vida" que tiene el poder de salvar y bendecir a un pueblo moribundo. En este día de Pentecostés, Pedro señaló otra profecía que se estaba llevando a cabo:

"Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días....Y todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo" (Joel 2:28-29, 32).

El derramamiento del Espíritu Santo implementó una nueva era, que es conocida como la era de la iglesia. En el Antiguo Testamento, el Espíritu Santo era visto como un don extraño que sólo se manifestaba en pocas personas, y generalmente sólo por un tiempo corto.

En la biblia podemos encontrar diferentes pasajes donde se puede manifestar la presencia del Espíritu Santo, en el caso de Saúl fue ungido como rey de Israel, el Espíritu Santo vino sobre él, tal como se puede visualizar en la siguiente cita:

“Y cuando llegaron allá al collado, he aquí la compañía de los profetas que venía a encontrarse con él; y el Espíritu de Dios vino sobre él con poder, y profetizó entre ellos” (1 Samuel 10:10)

Sin embargo, el corazón de Saúl se llenó de envidia y Dios retiró su bendición de él, el Espíritu Santo lo dejó: “El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová” (1 Samuel 16:14).

Por otro lado, El Espíritu Santo también se manifestó en temporadas específicas en las vidas de personajes como Otoniel, Gedeón y Sansón, para otorgarles la oportunidad de hacer su voluntad y poder servir a Israel.

En Pentecostés, el Espíritu Santo fue derramado sobre todos los creyentes en Cristo, y vino a quedarse. Lo cual marcó un cambio muy importante en la obra del Espíritu Santo.

De igual forma encontramos que Jesús antes de ser encarcelado, había prometido enviar el Espíritu Santo a sus discípulos, y les dejaría el consolador, tal como lo señala la palabra:

“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:15-17)

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De esta forma, el Espíritu "mora con vosotros, y estará en vosotros", dijo Jesús (Juan 14:17). Aquí se señala la profecía acerca de la permanencia del Espíritu Santo en los discípulos del Señor.

Asimismo, el derramamiento del Espíritu Santo señalado en el libro de Hechos 2 implantó el cumplimiento de las palabras de Nuestro Señor Jesucristo, debido a que Jesús el Espíritu Santo se manifestó sobre todos los creyentes de una forma poderosa.

Por otro lado, en el libro de Lucas se registra el evento: "Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen" (Hechos 2:2-4).

Tal como se mencionó anteriormente, este día de Pentecostés donde se manifestó de forma poderosa el Espíritu Santo en todos lo que estaban ahí. Fue un día crucial donde la presencia de Dios implementó nuevas lenguas.

En este mismo orden de ideas, el derramamiento del Espíritu Santo sobre la humanidad fue la inauguración del Nuevo Pacto, que había sido implementado por la sangre de Jesús, tal como se establece en las Sagradas Escrituras:

“De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lucas 22:20).

De acuerdo a los términos del Nuevo Pacto, cada creyente recibe el Espíritu Santo, y desde el día de Pentecostés, el Espíritu Santo ha bautizado a cada creyente en el Nombre de Cristo en el momento de la salvación, ya que vino a habitar de forma permanente en los hijos del Señor, tal como se establece en la palabra:

“Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Corintios 12:13)

En el libro de los Hechos, podemos apreciar tres "derramamientos" del Espíritu Santo, a tres grupos de personas distintas en tres momentos diferentes. El primero se llevó a cabo para los judíos y prosélitos en Jerusalén, tal como se citó anteriormente en el libro de Hechos 2.

Por otro lado, el segundo derramamiento del Espíritu Santo se manifestó en un grupo de samaritanos creyentes, tal como se presenta en el siguiente pasaje:

“Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo” (Hechos 8: 14-17).

De igual forma, el tercero se manifestó a un grupo de gentiles creyentes, tal como se señala en esta cita: “Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días” (Hechos 10: 44-48).

Cabe resaltar que Pedro estuvo en las tres manifestaciones, así que tres veces, Dios envió el Espíritu Santo con señales claramente demostrables, mientras se llevaba a cabo la Gran Comisión. Así que el mismo Espíritu Santo que se manifestaba sobre los judíos, samaritanos y gentiles, se revelaba de la misma forma en presencia del mismo apóstol, y esto hizo que la iglesia primitiva estuviera unida.

En este sentido, no existía una iglesia "judía", ni "samaritana" ni "romana", sino que existía una sola, tal como se señala en la palabra: "un Señor, una fe, un bautismo" (Efesios 4:5).

Hay que aclarar que existe diferencia entre el derramamiento del Espíritu y la llenura del Espíritu, ya que el derramamiento se manifestó como una venida única del Espíritu Santo a la tierra, en cambio la llenura sucede cuando nos rendimos al control del Señor sobre nuestras vidas, y por eso se nos demanda ser llenos del Espíritu Santo: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18).

Por esta razón, existe la posibilidad de que el creyente sea "lleno del Espíritu" o que "apague" el Espíritu, tal como se aprecia en el libro de  1 Tesalonicenses 5:19.  De cualquier modo, el Espíritu Santo permanece con el creyente, a diferencia de la época del Antiguo Testamento, en la cual el Espíritu Santo iba y venía.

 La llenura del Espíritu viene como resultado directo de la sumisión a la voluntad de Dios, y el apagar el Espíritu es un resultado directo de la rebelión contra la voluntad de Dios.

Qué es el derramamiento del Espíritu Santo - De qué se trata

El derramamiento del Espíritu Santo es aquel que se manifestó con Poder y Gloria en el día de Pentecostés, donde todos fueron llenos de la presencia de Dios y obtuvieron el don de lenguas.

En este sentido cuando se habla del derramamiento del Espíritu Santo, se está hablando de un avivamiento. Es regresar al estado original, revivir lo que estaba muerto. De esta forma, la iglesia nació en medio de un avivamiento, del derramamiento poderoso del Espíritu Santo.

El derramamiento prometido
El derramamiento prometido

Esto lo podemos observar en cada capítulo del libro de los Hechos, tal como se mencionó anteriormente, donde se llevaron a cabo demostraciones de milagros, señales, prodigios, sanidades, liberaciones, transformaciones y resurrección de muertos. Así que este es el estado original al que el pueblo de Cristo necesita retornar.

Cuando se habla de un real avivamiento, se está hablando de comenzar a vivir en la presencia de Dios, donde su Espíritu Santo se manifiesta con Poder y Gloria en la vida de cada uno de sus hijos y que se revela dentro de las congregaciones.

Debemos entender que el derramamiento prometido tiene que ver con el hecho de que Jesús cuando ascendió al cielo, nos dejó al consolador que es el Espíritu Santo, el cual ahora mora en cada uno de los hijos de Dios.

Pero esto se manifiesta no solo en milagros y maravillas, sino en el testimonio de cada creyente, donde se visualice el fruto del Espíritu Santo, tal como lo señalan las Sagradas Escrituras: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23)

En este sentido, no se puede afirmar que tenemos el Espíritu Santo cuando no llevamos una vida en santidad y cuando el fruto del Espíritu no se ha manifestado. Debemos nacer de nuevo y darle entrada a una nueva vida donde el Poder y la Gloria de Dios esté presente siempre en nuestro diario vivir y no solo cuando vamos al templo.

Por otro lado, se puede afirmar que el derramamiento del Espíritu Santo es una visitación, en la cual Dios envía Su Espíritu Santo para ser partícipe de nuestras vidas y permanecer en nuestros corazones y hogares que anteriormente se encontraban secos.

Así que una visitación del Espíritu de Dios se debe discernir, tenemos que agudizar nuestros sentidos y ser más perceptibles con las cosas espirituales. Por lo tanto, debemos pedirle a Dios que nos otorgue el don de discernimiento y sabiduría para reconocer la presencia de Dios y saber la manera en la que debemos actuar.

Esta visitación del Espíritu Santo la podemos apreciar en el siguiente pasaje:  “¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación” (Lucas 19:41-44)

De este modo tenemos la oportunidad de tener al Espíritu Santo en nuestra vida, quien nos protege y nos cuida en todo momento, y aún en medio de nuestros enemigos y adversidades, él se manifiesta.

Asimismo, el derramamiento del Espíritu Santo representa un despertar espiritual, y esto constituye un avivamiento nuevo, que genera la necesidad de tener una mayor comunión con el Señor.

Características de un poderoso derramamiento del Espíritu Santo

El derramamiento prometido del Espíritu Santo es aquel que Jesús nos entregó cuando ascendió al cielo y nos dejó al Espíritu Santo como nuestro consolador. Dentro de las características de este derramamiento encontramos los siguientes:

1.-  Se da de forma espontánea

Este derramamiento del Espíritu Santo se presenta de forma repentina porque esa es su naturaleza. Decide cómo y cuándo moverse, así que solo él puede escoger el tiempo en el cual se va a manifestar.

2.- Es Indescriptible

El derramamiento de Espíritu Santo constituye el fluir de señales, milagros y prodigios, donde se manifiestan sus dones y profecías.

3.- Está fuera de nuestro control

Debemos tener claro que el Espíritu Santo es quien tiene el control total de todas las cosas y que no podemos lograr nada por nuestras propias fuerzas, ya que necesitamos su presencia en nuestra vida.

En este sentido, el derramamiento prometido del Espíritu Santo es aquel que debemos anhelar en nuestra vida porque es un regalo que Jesús nos dejó antes de ascender al cielo y el cual no nos dejará nunca. No es una promesa, es una realidad, ya que los hijos de Dios estamos sellados con este el Espíritu divino de Nuestro Padre Celestial.

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