Viviendo los principios de la fe - Cómo podemos desarrollarlos

Viviendo los principios de la fe es estar bajo la convicción de que tenemos a un Dios vivo que puede manifestarse de forma sobrenatural en nuestra vida, trayendo sanidad, liberación, consolación, restauración, bendición, poder, entre otros. Vivir en la fe es saber que somos hijos del Todopoderoso y que tenemos su respaldo para llevar a cabo el propósito que él tiene para nosotros. 

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En la biblia podemos ver diferentes pasajes que nos habla acerca de la fe, la cual fue la que hizo que un Noé construyera la barca, que un Jonás saliera del pez, que un Moisés abriera el mar rojo, que un Abraham ofreciera a su hijo amado Isaac, que una Ana clamara al Rey por un hijo, entre muchos ejemplos más. 

La fe es la base de todo cristiano quien debe tener la confianza solo en Dios. En este pasaje se define claramente lo que es la fe: “Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”

Viviendo los principios de la fe - 

La fe es lo que nos convierte en cristianos, porque cuando aceptamos y recibimos al Señor como nuestro único y verdadero Dios, estamos haciendo uso de la fe a través de esta hermosa oración, donde le entregamos nuestra vida a Cristo. Una vez que reconocemos que existe un solo Dios, el Espíritu Santo comienza a morar en nosotros y a procesarnos. 

Es necesario que todo hijo de Dios sea procesado mediante pruebas que pueden a veces desviarnos del camino si no estamos fortalecidos en el Señor y para ello debemos considerar los siguientes principios de la fe para poder estar fuertes sobre la roca que es Cristo:

1.- La inspiración de la Palabra

Lo que alimenta nuestra fe es la palabra de Dios, escudriñar las sagradas escrituras nos revelan las maravillas que el Señor puede manifestar y esto sirve de gran inspiración para los hijos de Cristo que en algunos momentos se puede llegar a sentir vulnerable ante el enemigo cuando flaquea su fe.

Viviendo los principios de la fe
Viviendo los principios de la fe

 Pero cuando leemos y escuchamos la palabra nos alimentamos en la fe y nos fortalecemos. Tal como lo señala el siguiente pasaje: Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17)

2.- Dios es Único y Verdadero

Podemos fortalecernos en la fe cuando creemos con todo nuestro corazón de que existe  un solo Dios verdadero, que se ha revelado como Nuestro único Creador y Sustentador de todas las cosas, y que existe por la eternidad.

Por eso podemos entender que debemos movernos en la fe y no por nuestra propia fuerza, ya que como personas naturales, tenemos una mente finita y natural que nos invade de incredulidad y de pensamientos de raciocinio que pretende explicar todo a cabalidad, y las cosas de Dios representan un misterio y  lo vamos a entender es mediante el Espíritu Santo.

En este sentido, nuestra fe se sustenta en que estamos en presencia de una unidad esencial de Dios y que existen como Padre, Hijo y Espíritu Santo, éste es uno de los misterios donde Dios subsiste eternamente en tres personas llamada la trinidad. Esto lo podemos apreciar en la palabra:  “La Primera epístola de Juan afirma: «Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno” (1 Juan 5:7).

3.- El arrepentimiento

En el principio Dios creó al hombre y a la mujer y los puso en el huerto del Edén, donde todo era perfecto. Pero la desobediencia hizo que pecaran contra Dios y por eso el hombre adquirió una naturaleza pecaminosa y por eso quedó sujeto a la condenación eterna. 

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Pero en Cristo tenemos la salvación por gracias y creemos esto en nuestro corazón por fe, donde sabemos y entendemos que cuando confesamos, él es fiel y justo para perdonarnos, tal como lo señala su palabra: “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,  diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15)

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El arrepentimiento es un acto de fe porque estamos confiados de que Nuestro Señor Jesucristo nos perdona y nos limpia con su sangre preciosa, la cual fue derramada en la Cruz del Calvario para nuestra salvación, derrotando de esta forma toda acta de decreto que nos señalaba y que estaba en nuestra contra:

“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,  y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (1 Colosenses 2:13-17)

De esta manera sabemos que estamos viviendo los principios de la fe es reconocer que somos perdonados por medio de aquel que nos amó y dio su vida por nosotros, dándonos la salvación  por gracia, derrotando toda acta que nos señalaba y nos juzgaba mediante la ley, porque ahora viviremos mediante la gracia, la cual es inmerecida y es un regalo preciado que debemos cuidar.

4.- El bautismo en agua

Realizamos el bautismo en agua por fe, creyendo que seremos limpios y que mediante este acto estamos muriendo para el mundo, viviendo para Dios. Creemos, de esta forma, en este bautismo  por inmersión, aplicando la fórmula de la trinidad en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, tal como lo señala la palabra:

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” ( Mateo 28:19)

5.- El bautismo en el Espíritu Santo

Otra de las formas donde ponemos en práctica la fe es mediante el bautismo en el Espíritu Santo, donde se manifiesta el hablar en otras lenguas, tal como lo apreciamos en la palabra: 

“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:4-8).

6.- La gran comisión

La gran comisión hace referencia a la misión que tenemos los hijos de Dios en este mundo, y para ello debemos estar afianzados en la fe, ya que mediante de ella creemos que la iglesia tiene la misión de evangelizar predicando el evangelio de Reino a toda criatura. Tal como lo dice la palabra: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16.15-16) 

De igual forma estamos llamados a hacer discípulos en este mundo, tal como lo establece su palabra: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28.19-20) 

7.- Los dones espirituales

Por fe creemos en los dones del Espíritu Santo como manifestaciones propias de su esencia y de su poder, representan una ayuda para edificación de la iglesia y constituye una práctica de los cinco ministerios otorgados por Dios y que se desarrolla en sus hijos. Esto lo podemos ver en los siguientes pasajes:

  • “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.  Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.  Porque a este es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas” (1 Corintios 12:4-10)
  • De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. (Romanos 12:6-8) 
  • “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,  a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:11-12)
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8.- El carácter, la conducta y las obras

La fe se refleja en la obra de todo cristiano, quien a través de su fruto revela que tiene al Espíritu Santo. Todo hijo de Dios debe dar testimonio de lo que Dios ha hecho en su vida porque lo demuestra mediante su carácter, su manera de actuar y sus obras, tal como lo describe la palabra:

“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,  a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:11-12)

En este sentido, estamos llamados a obrar en función de expandir el evangelio a toda criatura, por eso a cada persona le atribuyó diferentes ministerios. Pero éstos deben estar fundamentados sobre la roca y mostrar la fe que sobrepasa el entendimiento humano y racional.

9.- Sanidad divina

Manifestamos nuestra fe en la medida en que creemos en nuestro corazón que podemos ser sanos tanto en el aspecto físico como en el ámbito espiritual. Sin embargo debemos comprender que Dios es soberano y él hace como él quiere, por eso es importante que entendamos que existe una sanidad divina y que como hijos de Dios estamos llamados a poner en práctica la fe en Dios, a creer en sus promesas y a anhelar la sanidad divina. Esto lo podemos apreciar en el siguiente pasaje: “Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias” (Salmo 103:3)

10.- La santa cena

Todo hijo de Dios toma la santa cena por fe porque creemos con todo nuestro corazón que practicarla es un acto que se hace en conmemoración del pacto que Jesucristo hizo por nosotros, y que se realiza para los creyentes que han sido bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto lo podemos apreciar en el siguiente pasaje:

“Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros;  porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lucas 22:17-20)

En este sentido viviendo los principios de la fe es vivir movidos por el Espíritu Santo, creyendo que él nos lleva a toda verdad y que esta verdad es Cristo. Cuando somos llamados por el Señor, nuestra fe es probada y es por eso que debemos fortalecerla cada día mediante la oración, la lectura de la palabra, actuando conforme a la voluntad de Dios.

Por lo cual debemos ser  obedientes en todo momento y haciendo las obras de amor y compasión que hizo Nuestro Señor Jesucristo, y aún mayores. Así que tenemos una gran misión, y para ello debemos tener fe porque sin fe nadie puede agradar a Dios, y esta fe debe manifestarse en nuestras obras donde se vea el rostro de Cristo en nuestra vida. 

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