Señor abre nuestros ojos – Qué significado tiene a la luz de la palabra

Señor abre nuestros ojos es un clamor que todo cristiano debe hacer delante de Dios para que nos de la visión y el discernimiento necesarios para estar apercibidos contra las asechanzas del diablo.

Una de las cosas que sucede cuando leemos la palabra es que nuestros ojos se abren y se cae el velo. En este momento somos libres y comprendemos las cosas espirituales.

De este modo, conocemos a Dios cuando vemos más allá de lo que ven nuestros ojos naturales porque las cosas de Dios son un misterio y muy difíciles de entender dentro de las limitaciones humanas.

Pero cuando nos llenamos de la palabra de Dios, nuestros ojos se abren y Dios nos muestra el camino de luz que tenemos que seguir, quitando los obstáculos que nos impiden entrar en el Reino de los cielos:

“Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12)

En este pasaje se nos señala que Cristo es el camino de luz que alumbra en medio de las tinieblas. Por eso si permanecemos firmes en Cristo nuestros ojos serán abiertos y nuestros caminos serán vistos con ojos espirituales que van dirigiendo nuestros pasos.

Índice de Contenido
  1. Señor abre nuestros ojos – Qué significado tiene a la luz de la palabra
  2. Qué aspectos se deben considerar para abrir nuestros ojos
    1. 1.- Abrir los ojos  implica ver las cosas celestiales
    2. 2.- Solamente Dios puede abrir nuestros ojos
    3. 3.- La oración es una herramienta fundamental
  3. Cómo podemos alumbrar nuestros ojos

Señor abre nuestros ojos – Qué significado tiene a la luz de la palabra

Como cristianos fieles a Cristo tenemos un llamado a servirle al Señor en este mundo y para poder hacerlo a cabalidad debemos entrar en el plano espiritual, ya que nuestra lucha no es carnal, sino la batalla que estamos enfrentando es netamente espiritual y por eso nuestras herramientas para vencer son espirituales.

En este sentido, necesitamos pedirle a Dios primeramente que abra nuestros ojos al entendimiento y que quite el velo que no nos permite ver el mundo espiritual que nos asecha día a día.

La palabra de Dios es lo que nos va a permitir tener la verdad en nuestro corazón y poder manifestar esa verdad en nuestra vida mediante el Espíritu Santo. Pero necesitamos ser diferentes y tener el discernimiento y la sabiduría necesaria para poder enfrentar las adversidades tal como lo hicieron los grandes hombres bíblicos.

Al respecto, en la biblia podemos encontrar diferentes ejemplos de la manera en la que Dios abrió los ojos de sus hijos, mostrándole el camino que debían seguir a pesar de las adversidades que encontraron en el camino.

De este modo encontramos a Abraham que tuvo que ver más allá de lo veían sus ojos, tuvo que confiar plenamente en Dios a la hora de llevar a su hijo amado Isaac para ofrecerlo en sacrificio, siguiendo el mandato de Dios, también podemos ver a un Moisés que tuvo que confiar plenamente en el Señor para poder liberar al pueblo de Israel de la esclavitud.

De igual forma está David que siendo muy joven tuvo que enfrentarse a un Goliat, abriendo sus ojos espirituales y peleando junto con Jehová de los ejércitos.

Naturalmente, David no era ciego, pero con los ojos carnales no podía ver las maravillas y prodigios de Dios, y no podía discernir el propósito que Dios tenía para su vida, ya que para poder entender los designios de Dios debía abrir sus ojos y disponer su corazón a la voluntad del Padre, dejándose guiar en todo momento.

Y eso fue lo que hizo este gran personaje de la biblia, siendo Rey dependía absolutamente de Dios y nunca dejó de obedecerle, incluso respetaba a Saúl a pesar de que era su enemigo y lo quería matar, porque él veía con sus ojos espirituales y sabía que Saúl era el ungido de Dios.

“Tomó entonces Samuel la redoma de aceite, la derramó sobre la cabeza de Saúl[a], lo besó y le dijo: ¿No te ha ungido el Señor por príncipe sobre su heredad?” (1 Samuel 10:1)

En este sentido, el clamor de David estaba dirigido a que Dios le abriera los ojos del entendimiento para comprender los misterios y designios de Dios: “Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento…” (Efesios 1:18).

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Cuando venimos a este mundo, nacemos con una naturaleza natural y pecaminosa. Nacemos con los ojos del razonamiento, con los ojos naturales que solo ven lo visible, lo perceptible a nivel físico. Pero para poder ver más allá, tenemos que pedirle a Dios que nos abra los ojos espirituales y nos haga ver las cosas espirituales que no son perceptibles a simple vista.

Si Dios no nos abre los ojos del entendimiento, nunca vamos a poder ver las maravillas espirituales “Pues el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos…” (2 de Corintios 4:4).

En este sentido, en este mundo tenemos un enemigo que es Satanás, quien se ha encargado de cegar a la humanidad y evitar que puedan discernir y que sus ojos sean abiertos por Dios. Por eso debemos velar y orar constantemente para frenar las asechanzas del diablo.

Otra de las maneras que tenemos para que nuestros ojos sean abiertos, debemos escudriñar las Sagradas Escrituras porque ahí se nos revela la verdad, y no solamente debemos leerlas sino que debemos llevarlas a la práctica, siguiendo el ejemplo de Cristo en todo momento.

Por otro lado, encontramos a un Eliseo, quien le enseñó a su siervo que para creer en lo imposible y en las maravillas y prodigios de Dios, se debe primeramente ver lo invisible y abrir los ojos espirituales.

 Así que para que el siervo de Eliseo pudiera superar el miedo, se le tuvo que permitir ver lo que era invisible, tal como lo señala la palabra:

“Y oró Elíseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2Reyes 6:17).

Ciertamente existe un mundo espiritual que no es perceptible ante nuestros ojos naturales, por eso debemos pedirle al Señor que abra nuestros ojos y que podamos ver el mundo que él nos quiere mostrar.

Así que es una promesa el hecho de mostrarnos las cosas y ocultas que aún no conocemos, tal como se visualiza en el siguiente pasaje: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3)

Qué aspectos se deben considerar para abrir nuestros ojos

El hecho de que Dios abra nuestros ojos espirituales implica un compromiso porque no se trata solamente de eso, sino de lo que haremos una vez que comencemos a ver más allá, y por eso debemos considerar los siguientes aspectos:

1.- Abrir los ojos  implica ver las cosas celestiales

El ojo natural es limitado y está ciego ante las cosas espirituales y celestiales porque no ve más allá de lo perceptible.

Ciertamente Dios es Omnipresente y está en todos lados, pero el pecado ciega los ojos de las personas para que no le puedan ver. Por esta razón, el hombre tampoco puede ver sus propios errores y fallas hasta que el velo no es quitado de sus ojos.

En este sentido, mientras los hombres están ciegos espiritualmente, sienten que pueden hacer lo que desean sin tener consecuencias, y es precisamente esto lo que quiere nuestro enemigo, que no podamos ver nuestro pecado porque a través de la confesión es que alcanzamos la salvación.

Estar ciegos espiritualmente conlleva consecuencias en nuestra vida y nos impide ver el camino que debemos seguir, y además podemos ser piedra de tropiezo para los que nos rodean: “Si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo 15:14).

2.- Solamente Dios puede abrir nuestros ojos

Si queremos abrir nuestros ojos espirituales, debemos saber que solo Dios puede darnos ese privilegio a través de su presencia y su palabra que nos conduce a toda verdad.

No podemos pretender abrir nuestros ojos sin buscar a Dios, sin tener una comunión con él porque no es por nuestras propias fuerzas que podremos quitar el velo que nos impide ver más allá de lo perceptible.

Por otro lado, no podemos hacer que otros vean y abran sus ojos porque eso le corresponde a Dios. Nosotros solamente somos instrumentos que estamos llamados a servir y a predicar el evangelio a toda criatura para que puedan saber la verdad.

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3.- La oración es una herramienta fundamental

Tal como se mencionó anteriormente, el clamor es indispensable si queremos realmente abrir nuestros ojos espirituales porque cuando le pedimos con todo nuestro corazón que nos abra el entendimiento, podremos ver las cosas de forma distinta.

De esta forma, la oración es una herramienta fundamental en nuestro crecimiento espiritual porque nos acerca más a la fuente de vida que es Cristo y nos muestra el camino que debemos seguir.

En la biblia podemos encontrar diferentes salmos escritos por David, donde este Rey clamaba delante del Padre pidiéndole entendimiento. Pero primeramente le exponía sus pecados y le mostraba su debilidad ante su poderío.

Cómo podemos alumbrar nuestros ojos

Nuestro Señor Jesucristo tiene el poder de abrir nuestros ojos espirituales y nos da acceso al entendimiento y sabiduría para poder ver más allá de los límites de nuestra propia naturaleza. Cuando tenemos a Cristo en nuestra vida, comenzamos a discernir las verdades espirituales. Esto lo podemos apreciar en las escrituras:

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (I Corintios 2:14)

En este sentido, Jesús es el camino que debemos seguir para poder avanzar en el mundo espiritual, en el cual conoceremos la manera correcta en la que debemos andar para llevar al cabo el propósito que Dios tiene para cada uno de sus hijos.

Pero para poder abrir nuestros ojos espirituales, debemos acercarnos a lo espiritual, es decir, tener una conexión divina con Jesús y su evangelio. De esta forma la gloria de Dios se mostrará con Poder y Gloria y podremos ver lo que otros no logran ver porque nos estamos moviendo en lo espiritual y no en lo carnal. Al respecto la palabra nos exhorta de la siguiente manera:

“para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26:18)

A través de Nuestro Señor Jesucristo pasamos de las tinieblas a la luz admirable y mediante su perdón alcanzamos su misericordia y el regalo de la santificación que nos da entrada al reino de los cielos.

En este sentido, debemos estar enfocados en el propósito que tenemos en este mundo por el cual hemos sido llamados a la luz admirable de Cristo, la cual nos da esperanza en medio de tantas adversidades.

Estar con Cristo nos proporciona tranquilidad y nos da la esperanza de que podemos confiar en él si decidimos permanecer en sus caminos. Esta esperanza es una de las promesas que nos otorga Cristo y la cual debe permanecer en nuestros corazones:

“para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo” (Hebreos 6:18-19)

En este mismo orden de ideas, debemos entender que la esperanza está fundamentada en cada una de las promesas que Dios nos ha regalado y que están establecidas en la palabra.

Solo debemos entregarnos a la obra de Dios, seguir los caminos de Cristo, hacer su voluntad, permanecer firmes sobre la roca, ser obedientes, fuertes y tener los ojos espirituales muy abiertos ante las asechanzas del diablo, teniendo como máximo ejemplo a Nuestro Señor Jesucristo, tal como lo señalan las escrituras:  “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:3)

En este sentido cuando decimos Señor abre nuestros ojos debemos tener en claro que solamente Dios lo puede hacer y por eso debemos tener un acercamiento con su presencia mediante la lectura constante de su palabra, la comunión y la obediencia, ya que en la medida en que hacemos la voluntad de Dios, en esa medida iremos conociendo el mundo espiritual y las maravillas del Todopoderoso.

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