Predica Para Animar Y Fortalecer

"Así dice Yahveh:" Con demasiada frecuencia, esta es la forma en que pensamos en la Biblia. Imaginamos que Dios, en su infinita sabiduría y misterio, ha dictado un montón de palabras a un anciano que luego las escribió cuidadosamente en un libro. En un nivel, eso no está terriblemente lejos. Pero pasa por alto algo importante sobre la naturaleza de Dios mismo.

La Palabra estaba con Dios desde antes de que comenzara el tiempo (Juan 1:1), y Él la insufló a través de su profeta (2 Timoteo 3:16). Lo que esto significa es que la predicación es fundamentalmente diferente de la enseñanza con autoridad propia o incluso de la mera enseñanza; más bien, la predicación significa dar voz a Dios tal y como se revela a través de las Escrituras.

Introducción

Este artículo trata sobre la predicación, el propósito del sermón y cómo hacer que la predicación sea más efectiva. Si usted es un predicador o un maestro que desea mejorar su ministerio, este artículo tiene algo para usted.

Si no está seguro de lo que es la predicación, la definiré brevemente aquí como "la proclamación de la Palabra de Dios" (1 Cor 14:1). Esto significa que la predicación implica declarar las palabras de Dios -la Biblia- a las personas para enseñarles y animarlas en su fe.

El predicador

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Para ser un predicador, tienes que ser un hombre de Dios, un hombre de oración, un hombre de la Palabra y un hombre del pueblo. También debe ser capaz de entrar y salir de cada uno de estos papeles con facilidad.

Un predicador no tendrá ningún problema en estar solo en su estudio o púlpito. Puede pasar horas y horas meditando sobre las Escrituras o sentado con Dios de rodillas. Pero cuando sale al público o predica desde el púlpito -o cualquier otra cosa que elija hacer como instructor- no tiene ningún problema en salir de sí mismo y convertirse en alguien distinto de sí mismo; se convierte en alguien que llega (y toca) a los demás a través de sus palabras y acciones, así como a través de los rasgos de su personalidad, como el humor o la sinceridad.

Cuando se habla de ser "un hombre" (o una mujer), solemos pensar en nuestra apariencia física; sin embargo, hay diferentes formas en las que uno puede identificarse como hombre en función de sus roles dentro de la propia sociedad: paternidad/paternidad; maridaje/matrimonio; ciudadanía/patriotismo; estatus laboral como empleador frente a empleado; incluso algo como la identidad de género, que determina si alguien se siente cómodo identificándose con rasgos masculinos (como la fuerza) en lugar de femeninos (como la compasión).

El texto

El texto es la base del sermón. El texto es la base de la predicación, y también es el fundamento de todo estudio bíblico. También está en el corazón de la teología y la doctrina bíblica porque sin él no se puede tener ningún fundamento.

Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿Qué es exactamente "el texto"? No es sólo un versículo o una porción de las Escrituras; es cualquier cosa que Dios haya dicho a alguien y a la que éste haya respondido con fe o incredulidad (por ejemplo, Génesis 6:5, Mateo 20:16). En otras palabras, cualquier cosa que Dios haya dicho alguna vez -y podríamos añadir aquí que esto incluye todas sus promesas así como los mandatos- forma parte de lo que llamamos "el texto".

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La forma de predicar

La predicación es un don, pero también una responsabilidad. Dios dio el don de la predicación a los que estaban dotados. Es algo que Dios quiere que utilices para la edificación de su iglesia y de los demás, para que todos podamos crecer juntos en Cristo como hermanos y hermanas en Cristo (Efesios 4:11-12).

La predicación es un ministerio que requiere mucha oración y estudio para poder enseñar con precisión lo que Dios ha dicho a través de Su Palabra -la Biblia- y mostrar a las personas cómo pueden ser salvadas de sus pecados por Jesucristo (Juan 3:16; Hechos 16:31).

La predicación también es utilizada por Dios como instrumento de reconciliación entre Él y el hombre cuando pecamos contra Él (Romanos 5:10).

El motivo de la predicación

La predicación es la mejor manera de difundir el evangelio, animar al pueblo de Dios y fortalecerlo. La razón para predicar es que es lo que Dios nos ha llamado a hacer. Es nuestro trabajo como pastores asegurarnos de que cuando nos levantamos el domingo por la mañana o el miércoles por la noche, estamos preparando un sermón que será tan útil y alentador que la gente no querrá faltar a la iglesia otra vez.

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La audiencia de la predicación

Hay que animar y reforzar al público. Hay muchas más formas de hacerlo, pero estos son algunos de los métodos más comunes y exitosos:

  • Predicar a la congregación. El predicador debe tratar de animar y fortalecer a sus oyentes diciéndoles que todo saldrá bien al final, sin importar lo mal que se vean las cosas en el presente. También debe recordarles la fidelidad de Dios en el pasado y que nunca ha fallado a nadie que haya puesto su confianza en él.
  • Predicar a la iglesia (el cuerpo de Cristo). El predicador no sólo debe recordar a sus oyentes que forman parte de una excelente organización con un futuro glorioso, sino también que tienen un importante trabajo que hacer en la tierra como embajadores de Cristo hasta que vuelva (Mateo 28:19-20).
  • Predicar al mundo (a todas las personas en todas partes). Una forma de hacerlo es describir lo mucho mejor que sería la vida si todos se convirtieran; ¡lo mucho mejor que sería si todos se salvaran del pecado! Sin embargo, también hay muchas otras maneras: por ejemplo, podemos decir cuánto más feliz sería la gente si tuviera suficiente comida o ropa o vivienda; o podemos hablar de lo miserable que se siente la gente cuando padece enfermedades o hambre; o incluso simplemente decirles lo maravilloso que es que alguien les ame incondicionalmente.

¿Qué más podemos aprender?

Si usted es un predicador, la predicación de la Palabra de Dios tiene el poder de cambiar vidas. La predicación no es sólo algo que ocurre el domingo por la mañana; es un proceso continuo de comunicación con la gente y de animarles a vivir para Cristo. Podemos hacer esto predicando constantemente a nosotros mismos y luego compartiendo nuestra fe con los demás.

Os animo a todos a ser fieles en vuestra predicación y a proclamar el evangelio tan a menudo como sea posible, a vosotros mismos y también a través de todos los medios de comunicación, ¡incluyendo las redes sociales! También recuerden que cuando estén desanimados o se sientan deprimidos sobre su propio camino con Dios, no lo guarden para sí mismos - ¡compartan estos sentimientos con alguien que pueda ayudar a levantar su espíritu!

Para llevar: Predicar la Palabra, a tiempo y fuera de tiempo.

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He aquí algunas preguntas que debe hacerse cuando se prepare para predicar:

  • ¿A quién quiero llegar con este mensaje?
  • ¿Cuáles serán los principales obstáculos para que respondan a este mensaje?
  • ¿Cuál es mi enfoque para enfrentar estos obstáculos?

En otras palabras, ¿cuál será su plan para predicar la Palabra de Dios? No se limite a escribir un sermón sobre algo que ha sucedido en las noticias; en lugar de ello, utilice su tiempo frente a la audiencia como una oportunidad para sembrar semillas en sus corazones y mentes.

Si se ha sentido desanimado por la poca gente que parece interesada en escuchar lo que Dios ha dicho a través de su Palabra, ¡no se desespere! Recuerde que aunque parezca que nadie está escuchando, hay muchos que anhelan recibir ánimo y fuerza de Él. Y están ahí fuera, sólo necesitas una estrategia efectiva (como las sugeridas arriba) para que cuando hables de lo que Él dijo a través de Sus profetas y apóstoles hace miles y miles de años, no sea sólo otro montón de palabras que pasan por sus tímpanos sin efectuar un cambio o crecimiento dentro de ellos.

Conclusión

Sabemos que está entusiasmado por salir a predicar el evangelio, así que queremos dejarle un consejo más: la mejor manera de aprender a ser un buen predicador es poniéndose delante de la gente y haciéndolo. Aprenda de sus errores, tenga más confianza en su discurso y, lo más importante, ¡asegúrese de que cada sermón o lección que planifique tenga algo que decir sobre Jesucristo!

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