Para seguir a Cristo - Qué debemos hacer para lograrlo

Para seguir a Cristo debemos tener un corazón dispuesto a obedecerlo y cambiar nuestra vida por completo, ya que una vez que le hemos recibido y aceptado en nuestro corazón como nuestro único y verdadero Señor y Salvador, el Espíritu Santo comienza a morar en nosotros, cambiando nuestro ser, purificando nuestra alma y transformándonos de adentro hacia afuera, tal como lo establece su palabra: “Guarda, mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros, el tesoro que ha sido encomendado” (2 Timoteo 1:14)

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De esta forma, ya somos nuevas criaturas con una vida nueva y distinta a la que teníamos en el pasado, por eso debemos dejar todas las viejas costumbre y renovarnos como las águilas para comenzar a ver la Gloria del Señor en Nuestra vida, sirviendo de todo corazón para expandir el Reino de los cielos y predicar el evangelio a toda criatura necesitada de Dios, porque este es el llamado que tenemos los hijos de Dios, el de hacer su perfecta voluntad.

Índice de Contenido
  1. Para seguir a Cristo debemos morir a nosotros mismos - Qué debemos hacer para lograrlo
    1. 1.- Debes amar a Cristo sobre todas las cosas
    2. 2.- Permanecer en las palabras de Jesús
    3. 3.- Negarse a uno mismo
    4. 4.-  Tomar la cruz
    5. 5.- Renunciar a las posesiones
    6. 6.- Amar a nuestro prójimo

Para seguir a Cristo debemos morir a nosotros mismos - Qué debemos hacer para lograrlo

Cuando aceptas y recibes a Cristo en tu corazón como tu único y verdadero Señor y Salvador de tu vida, el Espíritu Santo comienza a transformarte por completo, y da muerte al viejo hombre para que pueda nacer una nueva criatura en Cristo Jesús. Esto para el mundo puede parecer algo irracional, pero cuando eres un hijo de Dios te mueves en el plano espiritual.

Para seguir a Cristo
Para seguir a Cristo

De esta forma, ya no pertenecemos a este mundo, pero habitamos aquí con un propósito que nos ha asignado el Señor para la expansión de su reino, donde tenemos la misión de predicar el evangelio del reino y llevar las buenas nuevas a todas las naciones. 

Al respecto en la biblia encontramos en una de las citas bíblicas más conocidas, el mandato que nos da Jesús de hacer discípulos, tal como se observa en el libro de Mateo 28:16-20 “Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”

En este pasaje se puede apreciar lo conocido como “La Gran Comisión.” donde Nuestro Señor Jesucristo nos ordena a hacer discípulos entre todas las naciones. El término “discípulo” significa seguidor o aprendiz. A comienzos de la era de la iglesia, se les atribuyó el nombre “cristianos” a los seguidores de Jesús, y esto lo podemos ver en el siguiente pasaje: 

“Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (Hechos 11:26). Por lo cual el término “discípulo de Cristo” es igual a ser llamado “cristiano”.

En este sentido, como hijos de Dios estamos llamados a ser su discípulo pero para seguir a Cristo debemos estar dispuestos a obedecerle y a seguir su ejemplo, dejando todo lo terrenal para poder conocerle. Así que es importante que consideres poner en práctica los siguientes aspectos:

1.- Debes amar a Cristo sobre todas las cosas

Este es el primer mandamiento más importante que debemos considerar si queremos seguir a Cristo y ser su discípulo. Al respecto la palabra nos exhorta de la siguiente manera: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (Mateo. 10:37). 

De esta manera Nuestro Señor Jesucristo quiere nuestra absoluta devoción. Nuestro amor por Jesucristo debe sobrepasar al de cualquier persona porque todo lo que tenemos es por su misericordia. Así que nuestra familia le pertenece a él. 

Por lo cual no podemos caer en la idolatría y quitarle el puesto a Dios, ya que él debe estar en primer lugar en nuestra vida, porque todo lo demás viene por añadidura, tal como lo señala su palabra: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33)

Muchas veces nos dejamos agobiar por las necesidades que tenemos en este mundo en el aspecto secular y nos angustiamos por las cosas terrenales, por la vivienda, el alimento y el vestido y dejamos a un lado las cosas que son eternas, tal como el Reino de los Cielos. 

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Por eso Dios prueba nuestro corazón y en algunos momentos nos quita aquello que no nos está edificando porque todo lo que hace nuestro Dios es para ayudarnos y capacitarnos. Para ser un verdadero discípulo debemos dejarnos guiar por Cristo y dejar atrás el pasado que nos lacera, reconociendo que sin él nada podemos hacer.

2.- Permanecer en las palabras de Jesús

Escudriñar la Palabra de Dios es conocer a Nuestro Señor, ya que no podemos pretender conocerlo si no leemos su Escritura porque allí está la verdad:  “… Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Juan 8:31). 

En este sentido, para seguir a Cristo debemos conocerle mediante su palabra, la cual abre nuestros ojos espirituales y nos hace comprender el propósito que Dios tiene para nosotros en este mundo. Muchas veces no vamos a comprender las cosas que nos pasan en la vida pero si permanecemos en su palabra, él nos ayuda y nos muestra el camino que debemos seguir.

De este modo que para poder obedecer a Cristo es indispensable que conozcamos sus mandamientos. Cuando se habla de permanecer, debemos saber que este término significa “habitar o morar”. Así que debemos tener por hábito la lectura de la palabra y mostrarnos disciplinados y dispuestos a aprender cada día más de Nuestro Padre, para poder estar capacitados y podamos hacer discípulos, tal como lo demanda Nuestro Señor. 

No podemos dar algo que no tenemos, por eso debemos primeramente prepararnos nosotros y fortalecernos en el Señor para así hacer la obra de Dios aquí en este mundo. Esto con el fin de mostrarnos diligentes en el servicio del Señor y poder hacer la voluntad del Padre. Así que para ser un verdadero discípulo de Cristo debemos también ser hacedores de su palabra y ser testimonio vivo de su Gloria.

3.- Negarse a uno mismo

Para seguir a Cristo debemos despojarnos del viejo hombre, arrancarnos todas las costumbres del mundo y nacer de nuevo, donde seremos renovados como las águilas para poder estar preparados para cuando Cristo venga, a quien daremos cuenta por nuestras obras y proceder aquí en la tierra. 

Por esta razón es importante mantener la comunión con el Señor y a través de tu relación con él, podrás conocerle y dejarte guiar por sus sendas de justicia y verdad. Por lo cual es importante que te destrones y le des a Dios el lugar que se merece en tu vida, ya que si edificas sobre la roca que es Cristo, cuando venga una tormenta, te mantendrás firme.

Al respecto en la palabra Nuestro Señor Jesús nos dice lo siguiente: “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo …” (Mateo. 16:24). Así que para ser un discípulo de Cristo es indispensable que renuncies a tus deseos carnales para buscar solamente agradarle a él.

4.-  Tomar la cruz

En la actualidad debemos cuidarnos de las falsas doctrinas que hacen hincapié en frases como “ya Cristo cargó la cruz”, “Ya Cristo sufrió por ti”, dando a entender que nosotros no debemos sufrir o llevar la cruz del Señor. Estas frases corresponden a medias verdades que usas para tergiversar el mensaje de Cristo. Ciertamente Jesucristo cargó su cruz y se llevó nuestras cargas e iniquidades, pero esto lo que quiere decir es que estando en Cristo nuestras cargas se aligeran y tenemos la paz sobrenatural que solo Jesús nos puede dar.

Pero eso no significa que no vayamos a sufrir, de hecho la palabra habla de que seremos perseguidos y padeceremos a causa del evangelio. Tal como se observa en el siguiente pasaje: “Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo” (Mateo 10:22)

Esta cita, claramente nos muestra que como hijos de Dios seremos perseguidos y asechados porque el enemigo siempre va a querer desviarnos del propósito que Dios tiene para nosotros. Por eso debemos estar firmes sobre nuestro fundamento principal que es Cristo, permanecer firmes como la palmera.

Al respecto la palabra de Dios resalta lo siguiente: Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” La cruz representaba un instrumento de maldición, de sufrimiento y muerte, y el Señor les pide a sus seguidores que deben estar dispuestos a cargar la cruz y morir a causa de él.

Así que ser un discípulo de Jesús implica un compromiso total, y se debe estar dispuesto a pagar el precio y hacer sacrificios. Por eso el hijo de Dios se aparta de todo lo que sea de tropiezo en su vida.

5.- Renunciar a las posesiones

Una de las cosas que más le cuesta a las personas es la de desprenderse de sus bienes materiales, de sus viejas costumbres, de sus deseos carnales, de sus vanidades, y esto pasa porque somos humanos y tenemos debilidades que nos hacen flaquear y muchas veces sin pensarlo le damos un segundo lugar a Dios porque estamos aferrados en obtener las cosas que necesitamos para vivir en este mundo.

Por eso es importante conocer a Dios mediante la oración y la lectura de la palabra, porque en esta medida y a través de su Santo Espíritu podemos irnos deslastrando de todo lo que nos ata a este mundo. Pero no podremos lograr esto sin la ayuda del Señor, y resulta vano hacerlo por nuestra propia fuerza, ya que solo el Espíritu Santo nos da la fuerza para avanzar y despojarnos de todo lo que traemos de nuestra vida sin Cristo.

Nuestro Señor Jesucristo cuando vino a este mundo les enseñaba a sus discípulos lo siguiente:  “cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33). Así que el Señor les pide todo a sus seguidores, les demanda una entrega total, y de la misma forma nosotros como sus seguidores debemos seguir y hacer la voluntad del Señor, ya que él quiere de nosotros todo, no una parte, sino que quiere que le entreguemos nuestra vida. Pero cuando entendemos que todo le pertenece a él, nos dejamos guiar por su Santo Espíritu.

6.- Amar a nuestro prójimo

Amar a nuestro prójimo es el segundo mandamiento más importante que nos dejó Nuestro Señor Jesucristo y que es una de las principales características que todo discípulo debe tener, ya que para seguir a Cristo debes amar a tu semejante, obrar en función del necesitado, hacer las mismas obras que hizo Jesús en la tierra y dar a conocer la Gloria y el Poder de Cristo mediante tu testimonio. Tal como lo demanda su palabra: 

“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:36-40)

Nadie puede decir que ama a Dios, si no siente amor por su prójimo, y este amor se manifiesta mediante su Santo Espíritu que mora en ti. Por eso es importante mantener una comunión con Dios para su amor llene tu vida, y ese amor irá limpiando todo tu ser, haciéndote una nueva criatura que manifiesta la presencia de Dios mediante el amor y la compasión por todo ser humano que necesite de una palabra, de alimentos, del consuelo de alguien piadoso.

Así como Jesús que tuvo misericordia del endemoniado, de la prostituta, del enfermo. De la misma manera debemos dar a conocer que somos hijos de Dios mediante ese amor que sobrepasa todo entendimiento. Tal como lo revela su palabra: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros” (Juan 13:35). 

El sello de los Hijos de Dios es el amor que emanan el uno por el otro. No se trata de asistir a una congregación a llenar un asiento, se trata de vivir para Cristo, ser semejantes a él para glorificar su nombre a través de nuestras buenas acciones aquí en la tierra., obedeciendo su palabra y rescatando las almas perdidas, ayudando al necesitado y sirviendo al Señor con toda nuestra alma, con todo nuestro corazón no por vanagloria ni egocentrismo sino por amor a su Nombre.

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