No Améis Al Mundo. Predicación

No améis al mundo ni a las cosas del mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo -los deseos de la carne y los deseos de los ojos y la soberbia de la vida- no proviene sino de Dios, que envió a su Hijo para salvarnos de estas cosas.

No Améis Al Mundo

Las Escrituras nos dicen que Jesús fue tentado igual que nosotros hoy, pero nunca cedió al pecado. Si queremos ser como Jesús, ¡también debemos resistir la tentación! Veamos cómo una historia bíblica nos muestra cómo hacerlo:

Índice de Contenido
  1. No améis al mundo ni a las cosas del mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él
  2. Lo que hay en el mundo
  3. Y el mundo pasa junto con sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
  4. No ames nada de lo que pertenece a este mundo, ni siquiera tu propio cuerpo
  5. Conclusión

No améis al mundo ni a las cosas del mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él

No améis al mundo ni a las cosas del mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo -los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la soberbia de los bienes- no viene del Padre, sino del

del mundo. Y este mundo pasa junto con sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (1 Juan 2). La diferencia entre las personas "mundanas" y las "no mundanas" es clara: una ama el pecado (incluyendo lo que ve como placer), mientras que otra busca agradar a Dios y rechazar todo mal (1 Juan 2:15-17).

Lo que hay en el mundo

Porque todo lo que hay en el mundo -los deseos de la carne y los deseos de los ojos y la soberbia de los bienes- no viene del Padre, sino que viene del mundo. Es un lugar de tentación, maldad y muerte. El mundo tratará de tentarte de muchas maneras: con dinero, sexo, poder y fama. Intentará convencerte de que estas cosas son buenas y pueden traer la felicidad.

El mundo también tratará de involucrarte en el pecado a través del alcohol o las drogas; la pornografía u otras actividades ilícitas como el juego (aunque sea ilegal). Si no te proteges de estas cosas, el mundo te atraerá a su red mostrándote que hay cosas más importantes que Dios (como ganar dinero) o engañando a la gente para que piense que estas cosas no son malas en absoluto (como ser famoso).

El apóstol Juan nos advierte que no amemos al mundo, sino que "nos guardemos de los ídolos" (1 Juan 5:21). Esto significa no sólo mantenernos alejados de los ídolos, sino también proteger a nuestros hijos enseñándoles lo que es un ídolo para que no caigan ellos mismos en la trampa cuando sean mayores.

Y el mundo pasa junto con sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

No améis al mundo ni a nada de lo que hay en el mundo. Porque todo lo que hay en el mundo -los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la soberbia de la vida- no viene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa con sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

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No ames nada de lo que pertenece a este mundo, ni siquiera tu propio cuerpo

No puedes amar nada en este mundo. Siempre estarás decepcionado, porque ninguna cantidad de posesiones, relaciones o logros mundanos te darán la satisfacción que Dios promete a los que le aman. La única felicidad verdadera proviene de conocer a Jesucristo y experimentar su gracia y misericordia día tras día; no sólo cuando te apetece o en ocasiones especiales.

Cuando reconoces que las cosas de este mundo son temporales (como el dinero), vacías (como la fama) y que se desvanecen (como la belleza), entonces puedes concentrarte en lo que realmente importa: ¡la eternidad con Dios!

Conclusión

No hay nada malo en amar al mundo, pero debemos tener cuidado de no anteponer nuestro amor por él a Dios. Debemos esforzarnos por obedecer sus mandamientos y evitar pecar en la medida de lo posible; esto nos ayudará a mantenernos en el buen camino.

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