La fe y la obediencia - Qué nos dice la biblia

La fe y la obediencia son dos términos que están relacionados y que los podemos ver en la biblia desde el principio en el libro Génesis, hasta el último libro del Apocalipsis. De esta forma todo se centra en la fe porque sin ella no podemos creer en la existencia de un Dios Todopoderosos y sin la obediencia, no tendremos santidad y sin ella nunca veremos al Señor. Al respecto la palabra señala estos dos vocablos en los siguientes pasajes:

  • “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. 2 Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. 3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11:1)
  • “Le contestó Jesús: —El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra morada en él” (Juan 14:23)

En esta cita, queda claro que Dios demanda de nosotros fe y obediencia porque sin éstas no podremos cumplir el propósito que Dios tiene para cada uno de sus hijos. Sin la fe y la obediencia no seremos salvos y nuestra alma se perderá.  Pero tenemos la oportunidad en Cristo Jesús de alimentar nuestra fe y comenzar a seguir el camino verdadero que establece la palabra.

Índice de Contenido
  1. La fe y la obediencia - Qué nos dice la biblia
  2. La fe activa el milagro
  3. La relación de la fe con la obediencia – Aspectos a considerar
    1. 1.- La obediencia de la fe 
    2. 2.- La obediencia es simplemente fe en acción 

La fe y la obediencia - Qué nos dice la biblia

La palabra de Dios es clara y nos demanda la fe como algo que nos mueve, que nos mantiene firmes, que nos hace comprender las cosas que naturalmente no podemos entender, porque para comprenderlas debemos verlas con ojos espirituales.

La fe que debemos tener es semejante a un grano de mostaza, con la cual podemos lograr muchas cosas, podemos hacer mover las montañas , tal como lo señala la palabra: “Y Él les dijo*: Por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: «Pásate de aquí allá», y se pasará; y nada os será imposible” (Mateo 17:20)

De esta manera, son muchos los pasajes que nos hablan acerca de la fe porque sin ella es imposible agradar a Dios, porque sin ella nuestra creencia en Dios es vana, porque sin ella el Espíritu Santo no se manifiesta en milagros, prodigios y maravillas.

La fe y la obediencia
La fe y la obediencia

Pero esta fe se debe manifestar en acciones porque la fe sin obras es muerta, la fe sin un testimonio no causa el efecto de impactar y transformar nuestra vida de forma sorprendente. Al respecto podemos ver los siguientes pasajes:

  • “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6)
  • “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2:14-17)

En este sentido, la fe es lo que nos mantiene vivos dentro del evangelio, la fe es lo que hace levantarnos cada día, sabiendo que el Señor tiene un propósito con cada uno de nosotros que somos sus hijos. Pero esta fe debe reflejarse en nuestro diario vivir , cuando estemos enfrentando situaciones difíciles porque esta fe que viene de lo Alto es inquebrantable y nos levanta, nos alienta, nos da las fuerzas para seguir adelante. 

No es fácil mantenernos firmes, pero si tenemos a Cristo, él nos ayuda en cada paso que vamos dando, en cada una de las metas que vamos logrando. Pero la primera meta que debemos tener es mantener nuestra fe intacta y no dejar que la incredulidad se apodere de nosotros.

Asimismo es importante saber que esta fe nos hace ser obedientes porque sabemos que si hacemos la voluntad de Dios, el Señor obrará en ella, en nuestras peticiones porque Dios ve con agrado la obediencia, el ser sumisos delante de Dios, buscar cada día su presencia y seguir uno de los mandamientos más hermoso que Dios nos dejó: 

“Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39)

De esta forma, cuando Jesucristo vino a este mundo, nos dejó este  segundo mandamiento, afirmando que es el segundo más importante y es el amar a tu prójimo como a ti mismo, es el servir, ayudar al necesitado, sentir misericordia, así como Dios la sintió por cada uno de nosotros. Entonces tener fe está relacionado al ser obediente, donde el amor a Dios y al prójimo es la base fundamental para llevar a cabo o cumplir los demás mandamientos, es decir que todo se centra en el amor.

En estos dos mandamientos queda claro que todo se centra además en la fe que tengamos en Dios, en el amor y en la obediencia, porque en la medida en que hagamos la voluntad del Señor, en esa misma medida recibiremos las bendiciones que vienen de lo alto, porque tenemos la convicción de que somos hijos de un Dios Poderoso, misericordioso y amoroso que está dispuesto a escucharnos, ayudarnos y cuidarnos en us brazos de amor, donde estaremos seguros.

La fe activa el milagro

La fe es la semilla que plantamos cuando queremos alcanzar un milagro, sin embargo muchas personas quieren ver la cosecha sin hacer la siembra, pero el árbol solo crece, florece y da frutos cuando se ha plantado una semilla. Por eso, en nuestra vida si queremos ver milagros, debemos plantar esa semilla, activando nuestra fe mediante la lectura de la palabra, la oración, el ayuno y la obediencia. Buscando siempre hacer la voluntad del  Señor y no la nuestra.

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Si queremos ver milagros, debemos sembrar, si queremos ver restauración debemos creer de que la habrá y tener la certeza de que nuestro Padre es poderoso y tiene la disposición de obrar en la vida de sus hijos. Pero nada podemos lograr si no tenemos fe, si no somos obedientes.

Así que cuando sembramos en buena tierra, obtendremos buenos frutos, si edificamos sobre la roca, permaneceremos firmes, porque cuando hacemos las cosas fundamentados en Jesucristo y su verdad que es la palabra, obtendremos lo que deseamos. Pero cuando sembramos en tierra mala, los frutos serán malos, tal como lo dice la palabra:

“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:16-20)

La relación de la fe con la obediencia – Aspectos a considerar

La mayoría de las personas tienen confusión con respecto a la relación que existe entre la fe y la obediencia, ya que algunos sienten que hay un conflicto entre estos dos términos. Sin embargo, cuando se estudia la palabra a profundidad va a indicar que en lugar de ver la fe y la obediencia de forma aislada, de verdad que forma parte de un todo. Por lo cual es importante estudiar los siguientes aspectos: 

1.- La obediencia de la fe 

El apóstol Pablo usa con frecuencia la expresión “la obediencia a la fe”, y al hablar de Cristo dice en el libro de Romanos 16: 26 “Por quien hemos recibido la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por su nombre” También en el libro de los Hechos 6: 7 se menciona la obediencia a la fe:“Y una gran multitud de sacerdotes obedecía a la fe” .

Pero entonces podemos preguntarnos qué significa “la obediencia a la fe”, La obediencia a la fe se refiere a  la obediencia que genera la fe o que brota de la fe. El apóstol Pablo está afirmando que el evangelio debe ser predicado para lograr la obediencia generada por la fe.

En este sentido, podemos encontrar por lo menos dos tipos de obediencia en el mundo. Una se refiere a la obediencia producida por la fe divina, y la otra procede de la  razón humana. Así que el primero proviene de Dios y la otra viene del hombre.

Así que el hombre puede actuar por diferentes motivos, y el principio que influye en el hombre para actuar es importante, donde la razón le dice lo que es bueno y la forma correcta en la que debe dirigirse. Así que se muestra obediente a la razón humana.

Por otro lado encontramos la obediencia cristiana, la cual puede apelar a la razón del hombre, pero por lo general, no lo hace. Por esta razón, Dios quiere saber la intención de tu obediencia, si obedecemos por fe y amor o si existen intenciones ocultas.

En todas las épocas, el Señor ha escogido diferentes acontecimientos donde se evidencia la fe del hombre en Dios. Tenemos el caso de Eva, quien no tenía una razón sólida por la cual no debía comer del fruto prohibido. Éste era bueno para comer, era apetecible, agradable a la vista, así que la única razón para no comerlo fue que el Señor dio la orden de que no debía comerlo. Pero Eva fue un claro ejemplo de la desobediencia. 

De la misma manera encontramos grandes hombres que en algún momento desobedecieron a Dios a pesar de haber sido llamados con un propósito, tal como Jonás, Sansón, Saúl, entre otros. Así que la fe está asociada con la obediencia, y por eso nos mostramos en desobediencia porque la fe ha menguado.

Por otro lado podemos encontrar en la biblia diferentes actos que revelan nuestra fe y obediencia, tal como el bautismo en agua, las ofrendas, dar el diezmo, tomar la santa cena, asistir a los cultos de oración, entre otros. Esto lo podemos apreciar en los siguientes pasajes:

  • En Marcos 16:16, Jesús dice: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo” 
  • Pedro en Hechos 2:38 les dijo a los 3,000 “Arrepentíos y bautícense cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados. Y recibirás el don del Espíritu Santo “.

En este sentido, cuando nos sometemos al acto del bautismo, lo hacemos simplemente porque Nuestro Dios así lo ha demandado. Pero es más que eso, es una muestra de la fe y hacer ese acto, da manifiesto a que creemos en la palabra, en sus mandatos y en el poder de hacer la voluntad de Dios, así no comprendamos totalmente los misterios de nuestro Padre Celestial. 

Al respecto también encontramos que la palabra señala lo siguiente: “Si me amas, obedecerás lo que te mando” (Juan 14:15). Entonces, el amor se manifiesta en nuestra fe y obediencia porque queremos agradarle a Dios.

2.- La obediencia es simplemente fe en acción 

Tal como se mencionó anteriormente, la obediencia es un acto de fe porque cuando obedecemos es porque creemos en los mandatos del Señor y tenemos la convicción de que si le agradamos a Nuestro Padre, recibiremos sus bendiciones.

Al respecto en el libro de Santiago podemos apreciar que el escritor expresó que la fe, si no se manifiesta  en obediencia o acción, no es fe verdadera. Incluso los demonios creen en Jesús y no pueden negar su existencia, pero su fe nunca resulta en obediencia. Tal como se puede apreciar en el siguiente pasaje:

“ Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?  Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2: 14-17)

En este sentido, la obediencia no es algo que una persona hace aparte de su fe, sino más bien es su fe en acción. Por lo cual una persona no tiene fe verdadera si no la lleva a la obediencia porque cuando somos obedientes agradamos a Nuestro Padre.

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