La buena tierra es fructífera – Qué dijo Jesús sobre esto

La buena tierra es fructífera, así comparó nuestro Señor Jesucristo, a cada una de las personas a las cuales se les predica la palabra de Dios, y está al llegar a su corazón y a su alma, genera un cambio significativo a su diario vivir, obteniéndose como resultado un ser que tiene una buena tierra que dará muchos frutos, todo esto viene dado por inspiración del Espíritu Santo.

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Índice de Contenido
  1. La buena tierra es fructífera – Qué dijo Jesús
  2. La buena tierra y el pensamiento

La buena tierra es fructífera – Qué dijo Jesús

Nuestro Señor Jesús comparaba la vida del hombre hacia la cristiandad con la buena tierra y su abundante fruto, ante ello decía en Mateo 13:19 “Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.”  Todo va a depender de que tengamos en nuestras mentes y corazón.

Al recordar nuestra vida cristiana nos damos cuenta de que existen personas a las cuales le hablamos de la palabra de Dios, unos nos rechazan de inmediato, alegando que su corazón está feliz así, otros nos escuchan pero luego se les olvida todo de lo que se les ha compartido, pero hay otros seres, donde la semilla ha caído, y es una tierra buena y fructífera, es decir un buen corazón.

La buena tierra es fructífera
La buena tierra es fructífera

En Mateo 13:23 Jesús dijo: “Mas el que fue sembrado en buena tierra, este es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.” Usted, es una persona que tiene un corazón recto, bueno y además retiene esa palabra enriquecedora en su corazón, procediendo a predicar con perseverancia, y aumentando todo lo que Dios le ha dado.

Solo podemos entender, la palabra de Dios, a nivel espiritual, ya que por medio de la inspiración del Espíritu Santo, es que entenderemos cada palabra leída o instruida, un ejemplo de entendimiento de la palabra de Dios también lo vemos cuando Jesús le pregunto a la gente quién era, hubo muchas respuestas y solo Pedro respondió bien, porque su respuesta fue dada por el Espíritu Santo.

En Mateo 16:16 “Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.” Nuestro entendimiento de las cosas que tengan que ver con Dios, depende de qué está dirigiendo nuestras mentes, corazón y alma en el caso de Pedro, vemos como su corazón y alma eran tierra buena y fructífera.

Cuando usted, está dirigido por el Espíritu Santo, al escuchar la palabra de Dios y al leerla, usted observara lo rápido que la entiende, eso le llevará a querer que todo el mundo sepa de Dios, para que otros se conviertan a Cristo, al igual que usted lo hizo, pero su entendimiento y pasión no se queda limitada a la predicación y comportamiento, también deseara, multiplicar todo para Dios.

La buena tierra y el pensamiento

Cuando el Espíritu Santo quita el velo de nuestros ojos, podemos entender muchas cosas a nivel espiritual que en la carne era imposible entender, en Gálata 1:12 dice: “pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.” Todo lo que hacemos sin la orientación de Dios, y de su Espíritu, es vacío podemos compararlo con una tierra seca, infértil y árida.

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Como tal el ser humano en su diario vivir, está rodeado de dos tipos de energías por así decirlo, una buena en donde se evidencia bíblicamente la inspiración del Espíritu Santo en la respuesta que le dio Pedro a nuestro Señor Jesús, cuando le dijo que era el hijo de Dios, pero este apóstol también fue asechado por el maligno, solo que Jesús enseguida lo reprendió.

Mateo 16:22-23 “Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.” Estamos hablando del mismo Pedro, que tenía una tierra buena.

Nos preguntamos qué sucedió entonces, recordemos que somos humanos y que necesitamos mantenernos en comunión con Dios y su Espíritu para que el maligno no nos utilice, el apóstol Pedro, se dejó guiar por sus sentimientos como humano, pero la vida del cristiano no está en este mundo, debe de estar en el mundo es espiritual, para no dar campo al maligno.

Jesús, nos dice en Mateo 16:24 “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” Toda tierra buena es fructífera, por ello debemos declinar ante nuestra manera de pensar y actuar y dejémonos guiar por el Espíritu Santo de Dios, es una manera de negarnos a nosotros mismos, y hacer lo que él manda.

Para que el velo de nuestros ojos sea quitado y podamos entender lo que Dios nos quiere decir, y así hacer su voluntad la cual es buena, agradable y perfecta, escrito está, debemos nacer de nuevo en el Espíritu de Dios, toda tierra buena, es fructífera y por ende da, cosechas de ciento, a sesenta, y a treinta por uno, todo se multiplica porque es para Dios y queremos agradarle.

Para concluir en Lucas 8:18 Jesús dijo: “Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará” es necesario que el Espíritu de Dios este con nosotros para interpretar la palabra de Dios, y mantener la buena tierra en nuestros corazones, ya que no se trata de oír la palabra de Dios por oírla, esto va más allá de lo carnal.

Esta palabra debe quedar en nuestros corazones, los cuales han de ser buenos y rectos para que así, podamos llevar buenos frutos a nuestro Dios, nada somos sin Dios y el Espíritu Santo, el cual nos quita el velo de los ojos y nos permite entender la palabra del Padre, que es la semilla, que predicaremos como Jesús nos ha mandado a cada discípulo, allí empezaremos a dar frutos.

Es nuestro deber como cristianos multiplicar todo lo que Dios nos ha dado, y como la tierra buena es fructífera, aumentemos la cosecha al ciento, sesenta y treinta por uno, en nuestro mundo cristiano, la fe, la salud, el amor, el dinero, los estudios académicos y bíblicos, la paz, la armonía, la esperanza y la buena voluntad para con todo lo que nos rodea, porque todo es para Dios.

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Dra. Mercedes Pérez Sarrameda

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