La Belleza Que Agrada A Dios

La belleza que agrada a Dios es el fruto del Espíritu Santo. Es un don de Dios y su finalidad es glorificarle. El cristiano debe esforzarse por ser bello a los ojos de Dios, lo que puede conseguirse siguiendo el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo y esforzándose por imitar sus virtudes.

Índice de Contenido
  1. Todo inicio con Dios
  2. Dios es el creador de la belleza
  3. La belleza que agrada a Dios
  4. El fruto del Espíritu Santo
  5. El amor es la primera y principal gracia del Espíritu Santo
  6. Alma - La gracia de la pureza
  7. Corazón - La gracia de la mansedumbre
  8. Cabeza - Gracia de la humildad
  9. Conclusión

Todo inicio con Dios

Todo comienza con Dios. Él es el creador de todas las cosas y, por tanto, el creador de la belleza, el amor, la humildad, la pureza y la mansedumbre. La Biblia dice que es capaz de hacer todo lo que pedimos o pensamos según su voluntad (Efesios 3:20).

El Espíritu Santo actúa a través de nosotros cuando decidimos permitirle que nos guíe mediante su presencia y su poder. Cuando estemos llenos del Espíritu Santo podremos experimentar estas cosas dentro de nosotros porque Él vive dentro de nuestros corazones por la fe en Jesucristo (Gálatas 2:20).

Dios es el creador de la belleza

Dios es el creador de todo, incluida la belleza. Él creó el mundo y todo lo que hay en él y vio que era bueno. Dios también creó la belleza del mundo y todo lo que hay en él porque es bueno. Si miras una flor o un animal, si escuchas música o ves arte, si sientes amor por otra persona o por ti mismo, puedes agradecer a Dios por haber creado todas estas cosas bellas.

Dios continuará creando más belleza hasta que haga el cielo tan perfecto como él quiere que sea, y cuando vayamos allí con él, disfrutaremos de cosas aún más hermosas de las que podemos imaginar aquí en la tierra.

La belleza que agrada a Dios

Dios ama la belleza. Es el creador de todas las cosas y se deleita en la belleza. Dios es la fuente de todo lo bueno.

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Como todo lo que agrada a Dios también nos agrada a nosotros, debemos esforzarnos por cultivar el gusto por la belleza en nuestras vidas para agradarle más y hacer que se complazca más con nosotros.

  • Podemos hacerlo esforzándonos por tener una apariencia limpia en todo momento (1 Corintios 6:19-20)
  • Manteniendo puros nuestros pensamientos (Filipenses 4:8)
  • Amando a los demás como a nosotros mismos (Mateo 22:39)
  • Buscando la paz con todos (Romanos 12:18)

no juzgar a los demás con dureza ni complacerse en sus fracasos; ser humildes y modestos con nosotros mismos; tener un alto nivel de exigencia con los que nos rodean; ser educados en lugar de groseros o maleducados...

¡Todas estas cosas nos ayudarán a desarrollar un amor por las cosas bellas que luego se traducirá en un mayor deleite cuando veamos ejemplos de ello a nuestro alrededor!

El fruto del Espíritu Santo

El amor es la primera y principal gracia del Espíritu Santo. Las demás gracias están todas incluidas en él, como vemos por estas palabras: "El amor nunca falla". (1 Cor 13,8).

El amor nos hace agradables a quien nos ama; por eso Él mismo ha dicho: "Mi amor está contigo" (Oseas 3,4), lo que significa que no nos dejará sin su gracia; porque sería imposible vivir sin ella, como también dijo una vez San Pablo:

"Si a alguien le falta sabiduría que la pida a Dios, que la da en abundancia." (Santiago 1:5)

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El amor es más grande que la fe y la esperanza; porque cuando tenemos estas dos virtudes hacen que nuestro amor sea perfecto; mientras que si no las poseemos y sin embargo poseemos la caridad, es necesario que haya alguna imperfección en nuestro estado; porque cuando un hombre tiene fe se vuelve seguro de la misericordia y de las promesas de Dios.

Por eso, San Agustín dice con razón, justo antes de morir: "El amor es mi paraíso", queriendo decir con ello que el paraíso nunca podría ser tan dulce ni nada podría compararse favorablemente con lo que él sentía en ese momento dentro de sí mismo.

El amor es la primera y principal gracia del Espíritu Santo

El amor es la primera y principal gracia del Espíritu Santo. Dios nos ama, y nosotros estamos llamados a amarnos unos a otros como Él. Es a través de esta gracia que podemos ser transformados en personas más amorosas que viven el mandamiento de Cristo de amarse unos a otros.

Lo más importante en tu vida debe ser el amor: a Dios, a los demás y a ti mismo. Si no aceptas esto como cierto, te encontrarás luchando con la culpa por no ser capaz de alcanzar un objetivo tan elevado por ti mismo - porque no importa lo mucho que lo intentemos o el esfuerzo que pongamos para ser mejores personas (e incluso si esos esfuerzos son completamente sinceros), sigue siendo necesaria la ayuda de Dios para que seamos mejores personas.

Alma - La gracia de la pureza

La pureza es una virtud que hay que cultivar. La pureza es un fruto del Espíritu Santo, que habita en nosotros y actúa a través de nosotros para lograr un carácter semejante al de Cristo. No basta con abstenerse de ciertas acciones; la pureza requiere una disposición interior del corazón: pensamientos y motivos limpios, intenciones virtuosas, etc.

Corazón - La gracia de la mansedumbre

Una persona mansa no es orgullosa, enojada, envidiosa, celosa o egoísta. Es humilde y amable de corazón con los demás.

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El Señor Jesucristo dijo: "Bienaventurados los mansos". (Mat 5:5) La mansedumbre es el fruto del Espíritu Santo, que vive dentro de nosotros por la fe; también proviene de nuestro propio esfuerzo humano para luchar contra el pecado en nuestras vidas, así como para resistir las tentaciones con la paciencia que proviene de la gracia de Dios a través de Jesucristo

Sin embargo, cuando nos sentimos débiles en nosotros mismos debemos orar pidiendo ayuda a Dios y buscar su fuerza hasta que nos dé la victoria sobre nuestros enemigos, lo que nos hace "mansos".

Cabeza - Gracia de la humildad

  • Las personas humildes no tienen miedo de aprender. Saben que tienen mucho que aprender, y no les da vergüenza admitirlo.
  • Las personas humildes no tienen miedo a las críticas. Aceptan las críticas constructivas, porque les ayudan a mejorar su carácter y su comportamiento, aunque no estén de acuerdo con la base o el tono de la crítica.
  • Las personas humildes no temen cometer errores o fracasar en las tareas que emprenden, porque saben que Dios les ayudará a tener éxito cuando lo considere oportuno (¡y a veces cuando menos lo esperes!).
  • ¡Las personas humildes tampoco temen pedir ayuda cuando la necesitan! Si un amigo le ofrece un consejo sobre cómo hacer algo mejor, las personas humildes siempre aceptarán este ofrecimiento con gratitud, en lugar de rechazarlo por orgullo o terquedad

Conclusión

Está claro que la belleza no es sólo algo superficial. La belleza siempre ha sido un atributo de nuestro Creador, y podemos utilizarla para expresar lo mucho que le amamos y lo agradecidos que estamos por sus dones. Así que, la próxima vez que te mires al espejo o pienses en tu apariencia, recuerda esto.

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