De qué depende la felicidad - Qué significa tener el Gozo del Señor

De qué depende la felicidad es una pregunta que nos hacemos constantemente porque es un tema que puede generar muchas opiniones, donde la respuesta se basa en los bienes materiales que poseemos, en la salud, en nuestra condición sentimental, entre otros. 

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Pero cuando aceptas y recibes al Señor como tu único y verdadero Dios, el Espíritu Santo comienza a morar en ti y nuestra vida comienza a experimentar el gozo del Señor de una forma sobrenatural porque a pesar de las circunstancias sentimos la plenitud de gozo, tal como lo anuncia su palabra:  “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre” (Salmos 16:11)

Índice de Contenido
  1. De qué depende la felicidad - Qué significa tener el Gozo del Señor
  2. ¿Cómo podemos ser felices con Dios?
    1. 1.- El perdón nos libera
    2. 2.- La confianza en Dios
  3. ¿Podemos ser felices sin Dios?

De qué depende la felicidad - Qué significa tener el Gozo del Señor

Para poder responder esta interrogante, debemos conocer el concepto de lo que es la felicidad, y ésta es definida como la complacencia en la cual una persona experimenta un bienestar consigo misma y con el resto de las personas. Además se conoce como el estado de satisfacción física y espiritual, donde no existen inconvenientes u obstáculos en la vida.

En este sentido, la felicidad para un hijo de Dios es esa sensación de paz y tranquilidad que se hace presente a pesar de los problemas, adversidades, tribulaciones, entre otros, porque se tiene la confianza en Dios quien tiene cuidado de cada uno de sus hijos y el control de todas las cosas que le perturban. 

De igual forma, una persona creyente puede llegar a experimentar el gozo cuando espera una felicidad postrera y eterna prometida por el Señor para todo aquel que le obedece. Por esta razón, todo cristiano vive plenamente su vida presente, permaneciendo en la esperanza de la vida postrera, aun cuando existan tribulaciones y adversidades. Al respecto el apóstol Pablo nos dice lo siguiente:

“Yo sé cómo vivir en pobreza o en abundancia. Conozco el secreto de estar feliz en todos los momentos y circunstancias: pasando hambre o estando satisfecho; teniendo mucho o teniendo poco” (Filipenses 4:12)

Así que la felicidad depende de la permanencia que tengamos en Cristo y la comunión que mantengamos con el Señor mediante la oración constante, dando siempre gracias a Dios en todo momento y por todo: “Nunca dejen de orar. Den gracias a Dios siempre, porque eso es lo que él quiere para ustedes en Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:17-18)

Desear estar feliz es natural en todo cristiano, pero muchas veces cometemos errores cuando se trata de definir qué es la felicidad. Según las Sagradas Escrituras la felicidad es la bienaventuranza de contar con la bendición del Señor.

¿Cómo podemos ser felices con Dios?

La Palabra de Dios nos enseña cómo podemos ser felices con el Señor en nuestra vida y esto lo podemos ver en la vida de cada uno de los personajes bíblicos que a pesar de las adversidades le daban la gloria a Dios y le alababan como el caso de Pablo que aunque estaba preso, adoraba al Señor con fervor y amor porque sabía cuál era su propósito en este mundo. Pero el mayor ejemplo que encontramos de la felicidad es Jesús quien nos enseñó a amar al prójimo y hacer las cosas por amor. que proviene de Dios. 

En este sentido, Jesucristo es nuestra felicidad plena porque su presencia nos regocija en medio de la tristeza y los problemas. Así que para mantener esta felicidad o gozo debemos considerar lo siguiente:

1.- El perdón nos libera

En la medida en que somos libres, somos felices porque ya no tenemos cadenas que nos atan a este mundo, y para alcanzar esta libertad debemos confesarnos delante de Dios y exponerle nuestros pecados para que él por su misericordia, nos limpie de toda contaminación de la carne.

De esta manera, cuando un corazón está endurecido por la carga del pecado, no puede encontrar la felicidad, ya que la culpa del pecado se vuelve como una carga muy pesada de llevar, de forma que para poder ser feliz necesitamos el perdón del Señor y ser purificados y renovados mediante la sangre preciosa de Cristo. Esto lo podemos apreciar en el siguiente pasaje: “Feliz el hombre a quien sus culpas y pecados le han sido perdonados por completo. Feliz el hombre que no es mal intencionado y a quien el Señor no acusa de falta alguna” (Salmos 32:1-2)

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2.- La confianza en Dios

Tener confianza en Dios nos proporciona felicidad y gozo en nuestro corazón porque estamos seguros debajo de sus alas porque sabemos lo Poderoso que es nuestro Dios. Así que una vida feliz empieza cuando confiamos plenamente en Dios, y cuando permanecemos en gozo, nuestra forma de ver el mundo es diferente. De manera que con la fe en nuestro Dios tenemos la certeza que todo lo que suceda es por nuestro bien, porque Él nos ama y quiere nuestro bienestar, tal como lo indica su palabra:

  •  “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito” (Romanos 8:28)
  •  "Ríndanse a los pies de su Hijo, no sea que él se enoje y ustedes perezcan, pues su enojo se enciende de repente. ¡Bienaventurados son los que en él confían!" (Salmos 2:12)
  • “El que pone atención a la palabra hallará el bien, y el que confía en el Señor es bienaventurado”. (Proverbios 16:20)

En este sentido, podemos llegar a ser felices cuando ponemos nuestra confianza en Dios y hacemos su voluntad que es perfecta. Solo de esta forma llegaremos a sentir paz en medio de la tormenta, y sabremos que ahí está Jesús, llevando las cargas por ti, sanando las heridas de tu corazón, llenándote de su Santo Espíritu, haciéndote feliz por sobre todas las cosas. Al respecto la biblia nos señala cuál bienaventurados somos:

“Bienaventurados[a] los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados. Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios. Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí. Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que ustedes” (Mateo 5:3-12)

Esta hermosa promesa debemos internalizarla y apropiarnos de ella porque nos muestra lo afortunados que somos como hijos de Dios. Sin embargo aunque no somos de este mundo, debemos habitar en él y no vamos a poder escapar de los ataques del enemigo porque Satanás persigue propósitos, persigue al pueblo de Cristo para detener la obra de Dios aquí en la tierra. 

Pero nuestra fe nos enseña que todas esas circunstancias son pasajeras, no son eternas, y que nuestra esperanza de felicidad está solo en las cosas eternas, en las promesas que tiene nuestro Padre para nosotros, en Cristo Jesús. Al respecto la palabra nos señala lo siguiente: “Las dificultades que tenemos son pequeñas, y no van a durar siempre. Pero, gracias a ellas, Dios nos llenará de la gloria que dura para siempre: una gloria grande y maravillosa” (2 Corintios 4:17)

De esta forma, luego de pasar por las dificultades seremos glorificados en nuestra vida porque hemos permanecido firmes sobre la roca, por lo cual iremos de victoria en victoria manifestando las maravillas que el Señor ha hecho en nuestra vida, donde se visualizará el fruto del Espíritu Santo: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 22-23)

Para ser verdaderamente feliz se debe tener el Espíritu Santo, el cual se manifiesta en nosotros mediante un fruto. Nadie puede ser feliz sin Cristo y nadie puede sentirse pleno si está alejado de la presencia de Dios. Por eso es importante conocer las Sagradas Escrituras que es el alimento que nos llenará de felicidad porque ahí encontramos las promesas y encontramos la verdad que nos libera y nos quita las vendas de los ojos.

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¿Podemos ser felices sin Dios?

En la actualidad encontramos una sociedad materialista que pone su felicidad en las cosas externas, bien sea en un carro, una casa, un buen celular, entre muchas cosas. Esta felicidad es producto de la prosperidad que hasta cierto punto no es mala, pero cuando dejamos de tener bienes materiales o pasamos por una prueba de escasez financiera, todo se derrumba y la felicidad desaparece.

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De qué depende la felicidad
De qué depende la felicidad

Pero cuando estamos en Cristo, nuestra felicidad es estar en la presencia de Dios, tener al Espíritu Santo en nuestra vida y ver las maravillas, milagros y prodigios que nuestro Padre puede manifestar en las congregaciones. 

Esta felicidad no es comprendida por el mundo natural, porque no entienden el propósito que tienen los hijos de Dios en este mundo, y por eso los juzgan y los tildan de locos. Todo esto corresponde a una Apostasía que nos está sumergiendo en una frialdad espiritual que ha dormido a la iglesia.

En este sentido, no se puede sentir gozo del Señor en medio del pecado, por lo cual para alcanzar la felicidad, debemos apartarnos de toda contaminación carnal.

 

También debemos alejarnos de toda idolatría, comprendiendo que tampoco podemos idolatrar a las personas que nos rodean porque esto no le agrada al Señor: "Todo hombre se embrutece, y le falta ciencia; se avergüenza de su ídolo todo fundidor, porque mentirosa es su obra de fundición, y no hay espíritu en ella. 15 Vanidad son, obra vana; al tiempo de su castigo perecerán. 16 No es así la porción de Jacob; porque él es el Hacedor de todo, e Israel es la vara de su heredad; Jehová de los ejércitos es su nombre" (Jeremías 10: 14-16 )

Al respecto la palabra de Dios nos señala que cuando ponemos nuestra confianza en Dios sentiremos el gozo del Señor y la felicidad se manifestará en todo momento a pesar de las adversidades. Por el contrario, podemos encontrar personas que ponen su confianza en las personas, cosas, imágenes, santos, estatuas, entre otros. Por lo cual, su felicidad está sujeta o determinada por factores externos. Al respecto la palabra de Dios nos exhorta de la siguiente manera: “¡Feliz el hombre que confía en el Señor y no busca a los insolentes ni a los que adoran a dioses falsos!” (Salmos 40:4)

En la Biblia podemos encontrar muchos versículos relacionados con la idolatría y nos habla que pueden existir muchos dioses y formas de idolatrías, pero además nos enseña que nada puede garantizar la felicidad, porque el único y verdadero Dios es Nuestro Señor: “¡Feliz el pueblo que tiene todo esto! ¡Feliz el pueblo cuyo Dios es el Señor!” (Salmos 144:15)

De esta forma, la felicidad en la Biblia entonces, está establecida en la relación que la persona tenga con Dios mediante la fe en Cristo Jesús y la obediencia a los mandamientos del Señor. Una vez que cumplimos con el Señor, somos aceptos y merecedores de las bendiciones que el Señor da a todos sus hijos. Estas bendiciones constituyen la verdadera y plena felicidad.

Sin embargo se tiene que acotar que aunque estamos conscientes de que hay personas que se dejan guiar por sus deseos carnales y se sumergen en los placeres de la vida. Sin embargo, esta felicidad es temporal y efímera porque estos placeres pueden llenar ciertas necesidades físicas o emocionales de forma temporal y no garantizan una felicidad plena.

En la actualidad estamos viviendo bajo la gracia, y aún tenemos la oportunidad de buscar la verdadera felicidad que es Cristo, quien nos proporciona todo lo que necesitamos en el aspecto espiritual y personal. 

De esta manera, existe un Dios justo y bueno que tiene la capacidad de dar a cada persona, según sea merecedor, conforme a todas sus riquezas en gloria para que nada les falte, tal como lo podemos observar en el siguiente pasaje: “Por eso, de sus riquezas maravillosas mi Dios les dará, por medio de Jesucristo, todo lo que les haga falta” (Filipenses 4:19)

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