Viviendo En Libertad Interior Con Cristo
Nuestro tema de hoy se llama “Viviendo en libertad interior”. Me educaron en la creencia de que los cristianos debían ser diferentes del resto de la gente, pero cuando era adolescente empecé a dudar de si esto era realmente cierto.
¿Cómo podíamos ser tan diferentes? Y si así fuera, ¿cómo demostraría nuestro comportamiento que vivíamos en libertad interior con Cristo? Me encontré buscando respuestas en la Biblia, y cuanto más leía sobre la libertad y el perdón, más me entusiasmaba descubrir lo que significaba ser libre del pecado.
- Vivir con la libertad de Cristo.
- Creer que Jesús murió para liberarnos.
- Creer que somos libres en Cristo debe traducirse en la forma en que hablamos, pensamos y actuamos cada día.
- La confesión de los pecados es una parte vital de vivir con la libertad de Cristo.
- A veces buscamos el perdón de aquellos a los que hemos perjudicado.
- Confesar nuestros pecados unos a otros.
- La conversación comienza cuando alguien saca el tema del dinero y lo que Dios tiene que decir al respecto.
- No podemos ser controlados por la codicia o la mezquindad cuando estamos motivados por la paz, la humildad y el amor.
- Hemos sido liberados
- Conclusión
Vivir con la libertad de Cristo.
La libertad es un concepto importante en la Biblia. Los primeros seres humanos fueron creados por Dios con libertad y capacidad de elegir su propio destino. Ellos eligieron no obedecer a Dios, sino que optaron por desobedecerlo.
Como resultado, el pecado entró en el mundo (Romanos 5:12). Sin embargo, Dios también hizo otra promesa: enviaría a su Hijo que vendría a este mundo para rescatar a los que estaban atrapados por el pecado y la muerte (Juan 3:16; 1 Pedro 1:3-4). Esta misión de rescate se reveló plenamente cuando Jesucristo vino a este mundo como hombre y como Dios (Juan 1:14; Colosenses 2:9-15).
Cuando usted cree en la muerte de Cristo en la cruz por sus pecados y lo recibe como su Señor y Salvador, queda liberado del poder del pecado sobre usted. Esto significa que ninguna área de su vida será controlada por una naturaleza pecaminosa o cualquier otra cosa que le impida cumplir el propósito de Dios para su vida. ¡Usted es libre de verdad!
Creer que Jesús murió para liberarnos.
Creer que Jesús murió en la cruz por el amor que nos tiene: "Te he amado con un amor eterno; te he atraído con una bondad inagotable" (Jeremías 31:3). Creer que su muerte fue un sacrificio, un acto de amor y misericordia hacia nosotros para que pudiéramos ser liberados del poder del pecado sobre nosotros: "Al que no tenía pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros, para que en él nos convirtiéramos en justicia de Dios" (2 Corintios 5:21).
Creer que somos libres en Cristo debe traducirse en la forma en que hablamos, pensamos y actuamos cada día.
Si usted es cristiano, es esencial saber y entender que ha sido liberado del pecado. Usted es libre para caminar en la gracia de Dios, pero también debe estar dispuesto a vivir una vida de obediencia. Cuando creemos que Jesús murió en la cruz por nosotros y quitó nuestros pecados y culpas, entonces debemos creer que esta libertad se traducirá en la forma en que hablamos, pensamos y actuamos cada día. La libertad de Cristo no es un evento de una sola vez; es un proceso continuo que afecta cada aspecto de nuestras vidas.
La confesión de los pecados es una parte vital de vivir con la libertad de Cristo.
Es un acto de honestidad, humildad y sumisión ante Dios. La confesión de los pecados es un acto de honestidad, humildad y sumisión ante Dios. Es una parte vital de vivir con la libertad de Cristo, así como un acto de honestidad, humildad y sumisión ante Dios.
La confesión significa que admitimos habernos desviado de la verdad, el amor o la bondad, tal como los define Dios. Reconocemos que lo que hemos hecho estaba mal, no intentamos justificarlo ni quitarle nada a su naturaleza, sino que aceptamos nuestra responsabilidad por haberlo hecho en primer lugar.
También reconocemos que nuestras acciones han tenido consecuencias para los que nos rodean, tanto si eran intencionadas como si no, por lo que la confesión incluye estar dispuestos a enmendarlas cuando sea posible (incluso si son sólo simbólicas). La confesión no consiste sólo en admitir la culpa, sino también en expresar el arrepentimiento por lo que ha sucedido, porque sabemos que no debería haber sucedido.
A veces buscamos el perdón de aquellos a los que hemos perjudicado.
Tenemos la oportunidad de pedir perdón a quienes hemos hecho daño. Del mismo modo, nosotros también necesitamos ser perdonados. Aquí es donde debemos acudir a Dios para pedir perdón y pedirlo también a todos los que nos rodean.
Debemos pedir perdón a la persona que hemos ofendido. Si has dicho algo que ha herido a otra persona, entonces tienes que disculparte o enmendarlo inmediatamente.
También debemos pedir perdón a las personas que nos rodean y que pueden verse afectadas por nuestras acciones o palabras. Una buena regla general es: si algo puede herir a otra persona emocional o físicamente (o ambas cosas), no lo hagas.
Confesar nuestros pecados unos a otros.
Cuando confesamos nuestros pecados unos a otros, somos humildes y honestos con los demás. Podemos estar seguros de que Dios nos perdonará porque perdona a todos los que confiesan sus pecados (1 Juan 1:9). Confesar nuestro pecado es una forma de reconocer que nos hemos equivocado, pero también una forma de volver a la senda, para no seguir pecando.
Confesar nuestros pecados no es sólo una oportunidad para el perdón, sino también para crecer en la fe y en el amor. Nos ayuda a crecer en confianza, ya que nos damos cuenta de que Dios siempre nos perdona cuando nos humillamos ante él en el arrepentimiento y la confesión.
La conversación comienza cuando alguien saca el tema del dinero y lo que Dios tiene que decir al respecto.
La conversación comienza cuando alguien saca el tema del dinero y lo que Dios tiene que decir al respecto. Alguien puede preguntarle: "¿Qué piensa usted sobre el diezmo?" o "¿Cómo discernimos si un cristiano debe participar en el mercado de valores?".
Si usted no está preparado por haber sido enseñado estos principios, entonces puede ser difícil dar una respuesta. La Biblia tiene mucho que decir sobre nuestra relación con el dinero, y entender cómo ve Dios las finanzas es fundamental para cualquiera que quiera vivir en libertad interior con Cristo.
No podemos ser controlados por la codicia o la mezquindad cuando estamos motivados por la paz, la humildad y el amor.
Donde estás ahora no es donde te quedarás. Como cristianos, tenemos el poder de cambiar nuestras vidas. Podemos elegir vivir una vida de paz y humildad, libres de la codicia y la mezquindad que tan a menudo nos controlan. Si nos revolcamos en la autocompasión o si nos sentimos atrapados en una situación que nos causa dolor, siempre hay esperanza de cambio.
Dios nos mostrará cómo avanzar y dejar atrás todo lo que nos ha impedido alcanzar nuestro pleno potencial como seres humanos creados a Su imagen.
Nuestra verdadera libertad viene de vivir Sus palabras en lugar de las de los hombres que buscan controlar nuestras vidas a través de técnicas de propaganda de miedo diseñadas sólo para servir a los intereses corporativos a expensas de los derechos individuales. Depende de cada uno de nosotros qué tipo de futuro queremos: ¿uno lleno de miedo o uno lleno de fe?
Hemos sido liberados
Es importante recordar que hemos sido liberados por el sacrificio de Jesucristo en la cruz y que nuestro comportamiento debe reflejar esta libertad en lugar de dejar que las opiniones de los demás controlen nuestras elecciones.
La lección de la parábola es que no debemos dejar que las opiniones de los demás controlen nuestro comportamiento. Somos libres en Cristo y debemos recordarlo, porque el pecado ya no forma parte de lo que somos. No se puede ser esclavo del pecado o de la codicia y seguir considerándose libre.
Debemos ver esto como una oportunidad de crecimiento, en lugar de centrarnos en lo que otras personas piensan de nosotros. En lugar de eso, empieza a mirarte a ti mismo de forma diferente reflexionando sobre cómo te sientes cuando pasas tiempo con Dios cada día (y si todavía no pasas tiempo regular con Dios, ¡ahora es el momento!). ¡Tu vida empezará a cambiar porque tener Su Espíritu viviendo dentro de ti hace que todo sea más brillante y mejor!
Conclusión
Como cristianos, tenemos la libertad de vivir en libertad interior con Cristo. Podemos ser libres de nuestros errores y pecados pasados confesándolos y buscando el perdón de Dios y de los demás. Al mismo tiempo, debemos resistir la tentación de permitir que la codicia o la mezquindad controlen nuestros pensamientos, palabras o acciones.
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