Traza tu perímetro y reconoce tu pecado  

Traza tu perímetro, porque esa actitud y aptitud es la que te va a permitir alcanzar una verdadera libertad espiritual, ya que estás concientizando de cuáles son tus fallas o cuál es la debilidad que tienes para resistir un pecado o no, es conocerte es poder ir con precisión ante Cristo, y aunque él, sabe cuáles son tus debilidades, tú los estás reconociendo delate de él, con humildad.

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Índice de Contenido
  1. Traza tu perímetro y reconoce tu pecado  
  2. Consecuencia de la desobediencia
  3. El propósito del maligno
  4. Las Mentiras del maligno

Traza tu perímetro y reconoce tu pecado  

En Mateo 7:20 dice: “Así que, por sus frutos los conoceréis.” cada uno de nosotros da su tarjeta de presentación, por medio de su proceder, lo cual no es más, que el testimonio de quien reina en nuestros corazones, es por ello es necesario saber cuáles son nuestras fallas, y la llevemos ante el que todo lo puede, primero para pedir perdón y luego para que nos ayude a superarlas.

Debemos trazar un perímetro entre lo que podemos o no podemos hacer o dominar, somos pecadores por naturaleza, necesitamos reconocer nuestros pecados consientes o inconscientes o en que somos débiles, primeramente para que Cristo nos perdone, y luego para que nos ayude, a trazar el límite entre ese pecado o tentación y nosotros, sin su ayuda no podemos superarlo. 

Es muy difícil dejar un mundo de patrones de conducta en donde creemos que todo están bien, pero resulta que ese patrón es un ancla, para nuestro crecimiento espiritual y diario vivir, nosotros como individuos de carne y sangre muchas veces pensamos que no cometemos pecado, que todo está bien, pero cuando Cristo, toma el control de nuestra vida, todo debe cambiar.

Cuando Jesús, está en nuestras vidas trabajamos en equipo y él, lleva el control, debemos estar atentos a su voz porque seguro en cualquier momento nos dirá traza tu perímetro, aléjate de esto o aquello, debemos oír la voz del corazón, porque él ya sabe cuáles son nuestras debilidades, y pecado que nos retrasan, al obedecerle, hacemos la voluntad de Dios, y vemos los cambios. 

Consecuencia de la desobediencia

El primer ejemplo bíblico de desobediencia lo notamos en Génesis 2: 16-17 “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” Y cuando continuamos leyendo el libro de Génesis nos damos cuenta de que este trazo no fue obedecido.

Dios, consiente de nuestras debilidades nos indica que ruta no debemos cruzar, sin embargo, notamos que desde el principio nos ha costado obedecer y las consecuencias que esto nos acarrea, no se pretende justificar a Adán, pero fue el primero que cometió este error, que ha traído muchas consecuencias, ante ello, es interesante preguntarse por qué no obedecemos.

Todo esto es posible porque como dice Jeremías 10:23 “Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos.” Nosotros sin Dios, sin Cristo, no somos nada, ahora si tú deseas, librarte de pecados traza tu perímetro, ese perímetro que te ha dado Jesús para que junto a él, hagas la voluntad del Padre.

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Cuando desobedecemos a Dios, cuando no nos trazamos un perímetro que nos aleje del pecado o de alguna dificultad disfrazada, cuyo objetivo final es alejarnos de Dios, cuando ya no nos importa escuchar la palabra de Dios,   dejamos de hacer la voluntad del Padre, y nos dedicamos a oír la voz del maligno como le ocurrió Adán y a Eva dejando como recompensa la muerte.

Traza tu perímetro

El propósito del maligno

Desde el principio de los tiempos leemos y vemos como el maligno desea estropear a como dé lugar la hermosa obra de Dios, y el hombre siempre ha sido su presa favorita, así que busca a engañarlo para que caiga en sus garras, leemos así en Génesis 3:5 “sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.”

Dios, es Todopoderoso, omnipotente, omnipresente, todo amor, paz, sabiduría, misericordioso, Santo, ante todo lo nombrado y mucho más, me pregunto y le pregunto acaso somos medianamente cómo Dios, vemos como el maligno ha engañado al hombre con el único objetivo de llevar su vida eterna y feliz a la muerte y fuego eterno, y por ello Dios, le dijo a Adán traza tu perímetro.

Hay muchas cosas interesantes que ver este pasaje bíblico, el primero que Dios, le dio a Adán un límite y este debió trazas su perímetro para no verse en apuros como se vio, y todas las consecuencias que genero, por otro lado, el engaño del maligno, ahora Jesús, nos ha dicho sé santos como Yo Soy Santo, llegar a ese nivel nos ha costado, pero con Cristo lo lograremos y venceremos.  

Pero acaso se cumplió el engaño del edén, recordemos que el único egoísta y mal intencionado es nuestro enemigo satanás, en la actualidad 2022 años después de Cristo, se suele escuchar, como pudieron Adán y Eva, dejarse engañar así, pero es que aun hoy día, nos dejamos engañar por las artimañas del enemigo, por ello Cristo, nos guía para obedecer a Dios.

Las Mentiras del maligno

Desde que Dios creó a la tierra el maligno ha buscado por medio de mentiras, engaños, y mala voluntad destruir la amada obra del creador, recordemos que él, siempre ha deseado ocupar el puesto de Dios, y como Dios es Todopoderoso, no ha podido ni podrá, entonces busca a destruir la creación de Dios, y parte de esa creación somos tú y yo, por ello debemos oír su voz.

Un ejemplo escrito o narrado en la biblia y es el de Adán y Eva, observemos que el maligno, les dijo que comieran del árbol de la vida y que no morirían, pero Dios, ya les había trazado un perímetro, les dijo que no comieran ese fruto porque morirían, la palabra siempre y por siempre se ha cumplido, Dios no miente oigamos su voz, escudriñemos su palabra porque allí marca perímetro.

Dios, desde siempre nos ha hablado en el caso de Adán y Eva la comunicación era directa con el Padre creador, y luego que salieron del edén, ha continuado comunicándose con el hombre por muchos medios, profetas, apóstoles y nos ama tanto que envió a su único hijo para guiarnos para que sea el medio para llegar a él, pero aun así no obedecemos, continuamos dejándonos engañar.

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Existe una diferencia entre el ser humano que ha entregado o aceptado a Cristo, en su corazón como su único Señor y Salvador y el que aún no ha dado este gran y hermoso paso, que sucede cuando Cristo, entra a tu corazón porque tú se lo pediste, él empieza, ayudarte para que traces tus perímetros en situaciones que solo te llevarán a la perdición del alma, y te alejan de Dios. 

Con relación a una persona que no tenga a Cristo, en su corazón ellos están muy expuestos al maligno y de paso, les hace creer que todo lo que hacen está bien que son buenas personas, que no le hacen mal a nadie y que no necesitan a Cristo en su corazón, que las mentiras son pequeñas y son por hacer el bien, que eso no afecta en nada, y de esa manera lo va sumergiendo en la perdición.

Para concluir todos sentimos en nuestro corazón cuando estamos pecando, o cuando estamos por pecar, y si analizamos las respuestas que las personas se dan, siempre es no sé qué me pasó, sentí que no estaría mal, o yo nunca peco eso está bien, yo voy por buen camino, además hay gente que hace cosas peores, la mentira que dije fue por ayudar, y Dios, no ve eso como pecado.

Todo esto y mil cosas más, son engaños del enemigo y solo cuando Cristo, está en nuestro corazón y vida, podemos ver y corregir, por ello en nuestro corazón sentimos que nos dice, traza tu perímetro, y esto no es más que aléjate de tal o cual situación, y no es que seamos débiles, es que debemos fortalecernos primero, es tomar consciencia de nuestras vidas y crecer.

Pídele a Cristo, que te ayude a trazar tu perímetro para tener una mejor vida y salvar tu alma, ve a un lugar en donde puedas estar a solas con Dios y dile Señor Jesús, perdona mis pecados, consciente e inconscientes te acepto en mi corazón como mi único Señor y Salvador, escribe mi nombre en el libro de la vida y no lo borres jamás.

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Dra. Mercedes Pérez Sarrameda.

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