Soy Yo Un Ministro Competente Para Dios

¿Eres un ministro de Dios? ¿Estás haciendo todo lo que Dios te llamó a hacer? ¿Está enseñando la verdad y equipando a otros? Todos queremos poder decir que sí, pero a veces es difícil ver cómo lo estamos haciendo. En este artículo te mostraré algunos de los atributos clave que te asegurarán que eres un ministro competente para Dios.

Soy Yo Un Ministro Competente Para Dios

Índice de Contenido
  1. ¿Está usted llamado?
  2. ¿Eres humilde?
  3. ¿Descansas en Cristo?
  4. ¿Estás enseñando la verdad? ¿Estás enseñando la verdad?
  5. ¿Estás enseñando la verdad? ¿Estás equipando a los santos?
  6. Ministrar para Dios es un privilegio, necesitas asegurarte de ser humilde, enseñar la verdad y equipar a otros.
  7. Conclusión

¿Está usted llamado?

¿Estás llamado? ¿Has sido llamado por Dios? ¿Has sido llamado por Dios para ser ministro? ¿Eres llamado por Dios para ser un ministro del evangelio? ¿Eres llamado por Dios para ser un ministro del evangelio para la iglesia?

La respuesta es sí, si tu corazón se siente lleno de amor por los demás y por Jesús. También debes tener un sentimiento abrumador de que esto es lo que Dios quiere de tu vida. Si este sentimiento no está ahí o no es lo suficientemente fuerte, entonces significa que no es aquí donde Dios te quiere en este momento. Pero si es lo suficientemente fuerte, ¡continúa leyendo!

¿Eres humilde?

¿Es usted humilde? Esta es la pregunta más importante. Si eres verdaderamente humilde, entonces te será fácil admitir cuando te equivocas y pedir ayuda en las áreas que la necesitas. Las personas humildes son enseñables porque saben que Dios quiere que crezcan y mejoren.

Las personas humildes también entienden que todos necesitan a Jesús como su Salvador, por lo que no ponen excusas ni cubren su propia pecaminosidad con un comportamiento orgulloso. Una persona humilde no es jactanciosa ni está orgullosa de sí misma; en cambio, encuentra satisfacción en saber que Dios la mira con buenos ojos por su gracia en Cristo Jesús, nuestro Señor (Romanos 4:5).

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¿Descansas en Cristo?

Descansar en Cristo es creer en Cristo, confiar en Cristo y apoyarse en Cristo. Significa poner tu confianza en Él y depender de Él como tu refugio. Esto es lo que hizo David cuando dijo "Apóyate en el Señor con todo tu corazón; no te apoyes en tu propio entendimiento" (Proverbios 3:5).

En el versículo 3 de este pasaje leemos "Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento". Este es un mandamiento que cada uno de nosotros debe obedecer si desea tener una relación con Dios, una relación que traerá plenitud y satisfacción a nuestras vidas porque estamos haciendo lo que Él quiere que hagamos en lugar de hacer lo que nuestros deseos egoístas dictan que hagamos.

Se nos dice aquí que Dios quiere que fortalezcamos nuestra fe poniéndola enteramente en Él para que dirija nuestros pasos según su plan divino. Nuestra mayor necesidad hoy en día es una fe fuerte que nos permita no sólo conocer sino también aceptar esta maravillosa verdad: ¡Dios me ama mucho más de lo que yo me amo a mí mismo!

¿Estás enseñando la verdad? ¿Estás enseñando la verdad?

Usted es un ministro de Dios. Se le ha dado la responsabilidad de enseñar Su Palabra a otros. Al enseñar, debe recordar siempre que su único propósito es "enseñarles" (1 Timoteo 2:7). Usted no existe sólo para su propio beneficio o satisfacción, sino para el beneficio y la satisfacción de aquellos a quienes enseña a través de la instrucción y el ejemplo.

Si ellos no están aprendiendo de lo que usted dice y hace, entonces algo está mal. Si no están recibiendo lo que necesitan de lo que usted dice y hace -y créame cuando digo que todos necesitamos algo más que el alimento físico- ¡entonces algo anda mal!

¿Estás enseñando la verdad? ¿Estás equipando a los santos?

La última pregunta de Pablo a Timoteo fue: "¿Enseñas la verdad? ¿Estás equipando a los santos?" (1 Tim. 1:18). Como ministro de Dios, ¿está haciendo estas dos cosas en su ministerio? Si es así, entonces confía en que tu trabajo es agradable a Dios. Pero si no es así... bueno, ¡quizás sea el momento de echar un vistazo a lo que está mal en nuestras iglesias!

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Ministrar para Dios es un privilegio, necesitas asegurarte de ser humilde, enseñar la verdad y equipar a otros.

Conclusión: Ministrar para Dios es un privilegio, pero es un privilegio que requiere gran humildad. No debes buscarlo por orgullo, sino servir humildemente a los demás como una extensión del amor y la misericordia de Cristo. Enseña la verdad y equipa a otros para que hagan lo mismo. Usted será llamado por Dios para ministrar de una manera u otra, así que asegúrese de que está descansando en Cristo plenamente antes de entrar en este gran llamado y responsabilidad.

Conclusión

Si no estás seguro de tu vocación, te animo a que reces, leas la Biblia y vayas a la iglesia. Busca un mentor que pueda guiarte en este proceso. Da un paso atrás y reflexiona sobre tu vida: ¿qué es lo que te gusta hacer? ¿Qué te hace feliz? ¿Qué es lo que da sentido a tu vida? Todas estas son preguntas importantes que debes hacerte para decidir si Dios te llama al ministerio.

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