Sermón Sobre La Paciencia

¿Alguna vez has sentido la necesidad de apresurarte? ¿Has querido alguna vez que las cosas sucedan más rápido? ¿Has pensado alguna vez que esto está tardando demasiado? Hay momentos en los que todos podemos sentirnos impacientes. No es un pecado, pero no siempre nos sirve.

Hay una vieja historia sobre una pareja que volvió a casa de vacaciones para encontrar que su casa había sido robada. Afortunadamente, la policía llegó rápidamente y, aunque no pudo encontrar ninguna pista para atrapar a los ladrones, hizo todo lo posible para que la pareja se sintiera mejor con lo ocurrido.

Sin embargo, al día siguiente, cuando volvieron a casa después de dejar algunos objetos en la comisaría, se sorprendieron al ver a un ladrón sentado en una de las sillas junto al escritorio leyendo un libro tranquilamente, sin miedo ni preocupación, a pesar de que acababa de robarles: "¿Cómo puede estar tan tranquilo?" preguntó uno "¡Hace unas horas estaba robando en nuestra casa!" La respuesta fue "No te preocupes" otro oficial dijo "Todavía no hemos terminado su papeleo"

Índice de Contenido
  1. ¿Alguna vez has sentido la necesidad de apresurarte?
  2. ¿Alguna vez has querido que las cosas pasen más rápido?
  3. ¿Alguna vez has pensado que esto está tardando demasiado?
    1. Hay momentos en los que todos podemos sentirnos impacientes.
  4. Ejemplo de esta historia.
    1. Seguimos con el ejemplo
    2. ¿Cómo puede estar tan tranquilo?
    3. No te preocupes
  5. Conclusión:

¿Alguna vez has sentido la necesidad de apresurarte?

Todos tenemos momentos en los que sentimos la necesidad de apresurarnos. No es un pecado, pero no siempre nos sirve. De hecho, como humanos, nuestra tendencia a la impaciencia puede llevarnos a veces en direcciones que son dañinas o inútiles. Es más, puede incluso impedirnos ver lo que Dios puede estar tratando de enseñarnos a través de nuestra experiencia.

  • Por ejemplo, si te sientes apurado en el trabajo y frustrado con tu jefe que no para de pedirte cosas a última hora (o con tu pareja que quiere que le termines algo), podría ayudarte respirar profundamente por un momento y recordar que todos tenemos momentos en los que nos sentimos fuera de control, ¡incluso los que están a cargo!

Tal vez estés apurado tratando de terminar todo antes de viajar a casa de nuevo este verano y parece que las cosas nunca terminan de hacerse a tiempo porque siempre hay una cosa más encima de otra... ¿Adivina qué? ¡Esta es una oportunidad para la paciencia!

La verdad es que nada se hace sin paciencia: tanto si se trata de esperar hasta el último minuto antes de salir de la ciudad como si se trata de esperar hasta el último minuto antes de volver el año que viene; lo que sea que haya que hacer no se conseguirá a menos que aprendamos a manejarnos mejor bajo presión en lugar de rendirnos por completo porque las cosas no están sucediendo lo suficientemente rápido según el plan -lo que nunca sucede de todos modos a menos que exista algún tipo de intervención divina en nuestras vidas, ¡que también deberíamos tener paciencia para recibir!

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¿Alguna vez has querido que las cosas pasen más rápido?

¿Alguna vez has querido que las cosas pasen más rápido? ¿Te has sentido alguna vez impaciente con tus hijos, impaciente con tu cónyuge/pareja, impaciente con los demás? Si es así, ¿cuáles son algunas de las formas en que podemos manejar este sentimiento de impaciencia en nosotros mismos y en los demás?

¿Alguna vez has pensado que esto está tardando demasiado?

Que estés esperando no significa que no estés haciendo nada. De hecho, la paciencia es una habilidad que se puede perfeccionar y utilizar en cualquier situación.

La paciencia se ha descrito como una virtud, una herramienta e incluso una forma de vida. Puede considerarse un acto interno o una acción externa; es algo que hacemos cuando elegimos la paciencia en lugar de la ira o la impaciencia.

Algunas personas tienen la idea equivocada de que ser paciente significa "esperar a que las cosas sucedan". Pero ser paciente significa, en realidad, actuar con calma en situaciones de estrés, ¡incluso cuando parece que no pasa nada!

Por eso la paciencia se considera una virtud: porque nos ayuda a superar los momentos difíciles al ayudarnos a mantener la calma en lugar de dejar que nuestras emociones se descontrolen (o causen problemas).

Hay momentos en los que todos podemos sentirnos impacientes.

La verdad es que todos podemos sentirnos impacientes a veces. No es un pecado, pero no siempre nos sirve. La paciencia es una virtud que necesita ser aprendida y practicada para que nos convirtamos en personas pacientes.

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No podemos sentarnos a esperar que las cosas sucedan - tenemos que trabajar activamente en ser pacientes con nosotros mismos y con los demás. La paciencia requiere práctica y disciplina para que realmente forme parte de lo que somos como seres humanos.

La paciencia no consiste simplemente en sentarse a esperar algo bueno o malo; consiste en ser capaz de tolerar lo malo para poder disfrutar de lo bueno más adelante (o viceversa).

La paciencia no es una acción pasiva; la paciencia te permite tener tiempo y espacio para no precipitarte en las cosas sin pensarlas primero, porque si algo sale mal, no hay nadie más que tú que podría haber hecho algo diferente pero decidió no hacerlo, ¡porque era demasiado impaciente!

Ejemplo de esta historia.

Tal vez haya oído la historia de una pareja que, al volver de vacaciones, descubrió que habían robado en su casa. Se sorprendieron al ver a su ladrón sentado en la comisaría, leyendo un libro, y se sorprendieron aún más cuando le preguntaron qué hacía allí. La policía no había terminado de tramitar su documentación.

La policía estaba ocupada con otras cosas.

Necesitaban más tiempo para tramitar la documentación del ladrón y asegurarse de que se ocupaba de él antes de poder detenerlo por haber entrado en su casa y haber robado todas sus cosas.

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Afortunadamente, la policía llegó rápidamente y, aunque no pudo encontrar ninguna pista para atrapar a los ladrones, hizo todo lo posible para que la pareja se sintiera mejor por lo ocurrido. La policía se mostró comprensiva y servicial.

Fueron amables, considerados y respetuosos con sus sentimientos. Mostraron empatía por lo que estaba pasando la pareja permitiéndoles estar a solas para que pudieran llorar juntos como una unidad familiar.

Seguimos con el ejemplo

La pareja se sorprendió al ver al ladrón sentado allí. Esperaban encontrarlo en la cárcel. El hombre parecía tranquilo y despreocupado mientras esperaba que se completaran los trámites para poder salir en libertad bajo fianza. El agente que se encargó de este proceso no sólo se sorprendió, sino que quedó impresionado por la calma del ladrón, señalando que muchas otras personas habrían entrado en pánico o incluso habrían llorado en ese momento.

La policía pudo atrapar al ladrón porque un vecino lo vio colarse en su propiedad al anochecer y alertó a la policía inmediatamente.

¿Cómo puede estar tan tranquilo?

La paciencia es una virtud que puede ser difícil de dominar, especialmente cuando estamos ansiosos por cómo va nuestra vida. A veces nos cuesta quedarnos quietos y esperar lo que queremos.

Cuando alguien te pregunte por qué estás tan tranquilo después de haber tenido un mal día en el trabajo o en la escuela que no salió como habías planeado, es bueno recordar que la paciencia es parte de ser paciente.

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Cuando la gente intente entender por qué el ladrón parece tan tranquilo a pesar de haber sido detenido hace apenas unas horas, debería recordar lo que la policía ha hecho desde entonces: llevarse sus pertenencias (y guardarlas en un almacén), investigar más a fondo el delito (y seguir investigando) y buscar a otros cómplices implicados en este robo.

No te preocupes

La paciencia es una virtud. Es algo que todos deberíamos tener y practicar en nuestras vidas. Una cosa que siempre digo a la gente que pasa por momentos difíciles es "no te preocupes", porque a veces, cuando estás pasando por algo difícil, es difícil no pensar en lo mal que pueden ir las cosas o en lo que pueden durar.

Pero no hay que dejarse llevar por esos pensamientos; hay que centrarse en lo que tienes delante y no perder de vista tu objetivo: ¡la paciencia!

Conclusión:

La Biblia nos dice que la paciencia es una virtud. La paciencia es un don de Dios, y es uno de los mayores regalos que podemos hacernos a nosotros mismos y a los demás. Cuando somos pacientes, estamos diciendo que confiamos en el tiempo de Dios para todo en la vida.

Se necesita una gran fe para confiar en alguien que puede no responder a tus oraciones inmediatamente o incluso en absoluto. Vivimos en un mundo en el que la mayoría de la gente quiere una respuesta ahora mismo.

Para ser paciente contigo mismo, primero debes ser capaz de ser paciente con los demás que te rodean y que no muestran esta virtud tan bien como tú.

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La paciencia ayuda a los demás porque les enseña lo importante que es no sólo lo que dicen, sino también cómo lo dicen; ser paciente da a la gente tiempo para pensar antes de actuar impulsivamente o reaccionar emocionalmente, lo que puede causar problemas en el futuro si no se controla por cualquier medio, ¡porque siempre habrá alguien más que necesite nuestra ayuda!

En conclusión, no debemos orientarnos demasiado hacia las tareas ni impacientarnos con nosotros mismos o con los demás. La paciencia es una virtud que nos permite disfrutar más de la vida y nos ayuda a lidiar mejor con los problemas y desafíos que enfrentamos cada día.

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