Fuiste hecho para una misión - ¿Cuál es tu propósito en este mundo?

Fuiste hecho para una misión como hijo de Dios en este mundo, donde debes seguir el modelo que Cristo nos dejó en cada uno de los evangelios, en los cuales quedó establecido el propósito principal de expandir el evangelio del Reino de los cielos a toda criatura en todas las naciones, haciendo discípulos y predicando las buenas nuevas, bautizando en agua en el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo, tal como lo podemos apreciar en la palabra:

“Vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20)

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En este sentido debemos tener presente cuál es nuestro propósito principal y no desenfocarnos en cosas banales de este mundo que nos desvían del camino correcto. Como hijos de Dios vamos a sufrir persecuciones y muchas veces vamos a tener que pasar por adversidades que muchas veces nos pueden debilitar, pero si nos mantenemos sobre la roca, podremos levantarnos en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo.

Índice de Contenido
  1. Fuiste hecho para una misión - ¿Cuál es tu propósito en este mundo?
  2. ¿Por qué es importante la misión que se te ha impuesto?
    1. 1.- Es una continuación de la misión de Jesús
    2. 2.- Es un privilegio maravilloso
    3. 3.- Tiene un significado eterno
  3. ¿En qué consiste tu llamado?
  4. ¿Qué hacer para cumplir con la misión? 
    1. 1.- Deja de pensar en ti mismo y piensa en los demás
    2. 2.- Cambia de perspectiva 
    3. Cuando comenzamos a ver las cosas desde un punto de vista sobrenatural, podemos quitar los obstáculos y avanzar a cumplir nuestro objetivo. Si nuestra mente natural y finita se apodera de nosotros siempre vamos a encontrar obstáculos, excusas, barreras para poder concretar la misión asignada.
    4. 3.- Quitemos lo que estorba
    5. 4.- Equilibra tu vida

Fuiste hecho para una misión - ¿Cuál es tu propósito en este mundo?

En la actualidad estamos viviendo en un mundo globalizado que está experimentando cambios constantes de toda índole y que se encuentra sumergido en las cosas terrenales, olvidando que existe un mundo espiritual que debemos conocer, ya que aunque vivimos en este mundo no somos de este mundo. 

Somos seres de otra dimensión que tiene una misión que debe generar un impacto, ya que la iglesia necesita despertar y darse cuenta que ya el tiempo se acerca para batalla final. Tal como lo anuncia la palabra: “Estos pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque Él es Señor de señores y Rey de reyes, y los que están con Él son llamados, escogidos y fieles” (Apocalipsis 17:14)

Por lo cual debemos estar apercibidos y llenar nuestras lámparas de aceite para que puedan estar encendidas cuando venga Nuestro Señor Jesucristo por segunda vez. Este aceite hace referencia a la unción que debemos tener para cuando Cristo venga. Esto lo podemos ver en el siguiente pasaje:

“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.  Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. 8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mateo 25: 1-13 )

En este sentido, Dios nos exhorta a estar velando y orando sin cesar porque el enemigo siempre va a querer destruir el propósito de los hijos de Dios, pretende derribar cada objetivo propuesto, por eso ataca la salud, las finanzas, la paz, entre otros, porque sabe que le queda poco tiempo.

¿Por qué es importante la misión que se te ha impuesto?

La misión que el Señor nos ha impuesto como hijos de Dios es realmente un privilegio porque al ser llamados tenemos la oportunidad de ser salvos, limpiados y purificados con la sangre preciosa de Cristo, quien intercede por nosotros y se muestra como nuestro abogado ante los señalamientos que nos quiera hacer el enemigo. Por esta razón existen diferentes motivos por los cuales tu misión es importante, dentro de los cuales encontramos los siguientes:

1.- Es una continuación de la misión de Jesús

Nuestra misión aquí en la tierra es importante porque representa la continuación del ministerio de Jesús, lo que hizo aquí en la tierra, ya que la palabra nos demanda a ser imitadores de él, siguiendo su ejemplo y aprendiendo la manera en la cual él predicó, enseñó, sanó a los enfermos y realizó liberaciones.

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Nuestro Señor Jesús no solo nos llamó a venir a Él, sino que además nos asignó diferentes tareas como evangelizar, sanar, liberar, hacer el bien, tener compasión, actuar en función del necesitado. Por esta razón estableció los ministerios para que exista un orden dentro de las congregaciones. Así que a unos los llamó a enseñar, a adorar, a ser pastor, entre otros. Esto lo podemos apreciar en el siguiente pasaje:

“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:11-13)

De esta manera, Dios asignó a cada uno de sus hijos, no solo como pastores, misioneros, maestros, sino que se nos demanda a que vayamos en pos de aquel hombre o mujer que necesita la palabra de Dios en su vida, que necesita conocer el evangelio del Reino y ser salvo.

Para predicar solo se debe de hablar de las Sagradas Escrituras y de lo que Dios ha hecho en nuestra vida, ya que al hablar de Dios estamos incrementando la fe, la esperanza, y las ganas de vivir en plenitud con el Señor. Al respecto la palabra nos dice lo siguiente: “¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10:15)

2.- Es un privilegio maravilloso

La misión que tenemos es un privilegio maravilloso que demanda nuestra disposición y dedicación porque para poder ejercer un propósito se tiene que hacer con amor y procurando seguir el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo. Además de ser un tesoro preciado, también implica responsabilidad porque tenemos que dejar el nombre de Dios en alto.

3.- Tiene un significado eterno

El ejecutar la misión a la cual te ha llamado el Señor debe impactar el destino eterno de otras personas que no tienen a Cristo en su corazón o están apartados. Cualquier trabajo secular que hagamos en este mundo es importante pero todo es temporal. Por el contrario cuando trabajamos para la obra de Dios estamos trabajando en nuestra eternidad, agradando al Señor y bendiciendo a los demás.

¿En qué consiste tu llamado?

Cuando aceptas al Señor Jesús como tu único y verdadero Dios y salvador, el Espíritu Santo comienza a morar en ti, a procesarte, moldearte, limpiarte, y te comienza a mostrar el mundo espiritual que te rodea y te hace un llamado para que le sirvas a Dios en diferentes áreas dependiendo del tema. De esta manera, unos son llamados para la liberación, otros para sanidad, otros para enseñar, profetizar o predicar.

Fuiste hecho para una misión
Fuiste hecho para una misión

En este sentido, el llamado nace de la relación íntima que se tiene con el Señor a solas, en secreto, donde te muestras tal como eres delante del Padre para confesarle tus pecados, para hablarle y pedirle ayuda. Es por eso que cuando se quiere llevar a cabo una misión tiene que existir un llamado, de lo contrario no tendrá éxito, y esto se ve por los frutos que se cosechen.

De esta manera, tiene que existir un llamado para poder comenzar a implementar un Ministerio. Sin embargo predicar el evangelio es un mandato que se le hace a todos los hijos de Dios para que la luz de Cristo traiga sanidad, liberación, consolación. Pero no se trata de predicar algunas veces y listo, se trata de ver la prédica como un estilo de vida, y que forma parte de ti. Al respecto la palabra de Dios nos enseña lo siguiente:

“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”  (Mateo 9:35-38)

En este sentido, existe mucho trabajo por hacer en la obra del Señor, pero no hay muchos obreros que se comprometan a servir. El Señor quiere usarte en su obra para que glorifiques su nombre, ya que existe mucha necesidad en el pueblo y las almas se están perdiendo, así que se necesita encender la lámpara para alumbrar las tinieblas, tal como lo expresa su palabra:

“Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo” (Mateo 5:15-16)

¿Qué hacer para cumplir con la misión? 

Para poder llevar a cabo la misión que Dios te ha encomendado debes tener la disposición de trabajar conforme a la voluntad de Dios, manteniendo siempre una comunión con el Padre Celestial, quien nos guía por el camino correcto para hacer las cosas de la mejor manera posible, ya que es para Glorificar el nombre de Jehová, y para lograr esta misión es importante que consideres lo siguiente:

1.- Deja de pensar en ti mismo y piensa en los demás

Una de las barreras para poder concretar una misión es dejar de pensar en uno mismo para pensar en el prójimo. Dejar a un lado el ego resulta un poco difícil porque por lo general las personas no hacen nada sin esperar nada a cambio. 

Sin embargo como cristianos nuestra vida debe ser diferente porque como nuevas criaturas en Cristo Jesús, estamos al servicio de su obra y por lo tanto lo hacemos con amor. La palabra de Dios nos invita a pensar más en los demás: “Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás” (Filipenses 2:4)

2.- Cambia de perspectiva 

Cuando tenemos una misión que cumplir debemos cambiar nuestra perspectiva, nuestra manera de pensar, despojándonos del viejo hombre y actuando en función de la expansión del reino de los cielos. Cada misión asignada por el Señor, es diferente y va a depender de la comunión que se tenga con el Señor. 

Cuando comenzamos a ver las cosas desde un punto de vista sobrenatural, podemos quitar los obstáculos y avanzar a cumplir nuestro objetivo. Si nuestra mente natural y finita se apodera de nosotros siempre vamos a encontrar obstáculos, excusas, barreras para poder concretar la misión asignada.

3.- Quitemos lo que estorba

Como hijos de Dios debemos cambiar nuestra vida conforme a la voluntad de Dios donde el primer estorbo que nos impide avanzar en el propósito de Dios es nuestra mente, ya que nuestros pensamientos pueden interferir en la obra del Señor, donde somos bombardeados por la negatividad.

Por otro lado, debemos considerar apartarnos de personas que no nos edifican y que pueden ser piedra de tropiezo para nuestro propósito para la misión a la cual fuimos llamados. Muchas personas se dejan usar por el enemigo para desanimarte y siempre buscarán desviarte y sacarte de tu propósito: “Dejemos a un lado todo lo que nos estorba”(Hebreos 12:1)

En este sentido debemos dejar las excusas a un lado para concretar la gran comisión, donde se quiere trabajar en función de una misión hacia lo eterno porque el tiempo en este mundo es temporal pero el tiempo celestial es eterno.

4.- Equilibra tu vida

Aunque no somos de este mundo, habitamos en él, por lo cual debemos tener un equilibrio entre nuestras responsabilidad aquí en la tierra y la obra de Cristo. De nada vale que le sirva al Señor si tengo mi casa descuidada, falto al trabajo, no soy responsable en los estudios. 

Esto es un mal testimonio y no es del agrado de Dios, ya que Nuestro Dios quiere que seamos buenos en todo lo que hagamos y que nuestra vida sirva de testimonio de las maravillas que Dios hace en la vida de los justos, de los que han creído en su palabra, milagros y maravillas. Al respecto la palabra nos dice lo siguiente: “Vive con el debido sentido de responsabilidad, no como los que no conoces el significado de la vida; sino como los que lo conocen” (Efesios 5:15)

En este sentido, una vida con propósito necesita equilibrio y compromiso. Hay cuatro acciones que te pueden ayudar a mantener tu vida en equilibrio y encaminada:.

  • Expresión: “El hierro se afila con hierro, y el hombre en el trato con el hombre” (Proverbios 27:17) 
  • Evaluación:  “Hagamos un examen de conciencia y volvamos al camino del Señor” (Lamentaciones 3:40)
  • Reflexión: “Yo quiero ahora que le digas esas mismas cosas a los seguidores en quienes puedes confiar para que las compartan a otros” (2 Timoteo 2:2)
  • Vive con propósito: “David, después de servir a su propia generación conforme al propósito de Dios, murió” (Hechos 13:36)

En este sentido la misión de un hijo de Dios está basada en la obra del Señor aquí en la tierra, donde nosotros tenemos la misión de expandir el evangelio del reino mediante nuestra predicación. De igual forma estamos llamados a ser testimonio para los demás, y eso forma parte de la misión que tenemos en este mundo.

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