El engaño del pecado - Qué significa
El engaño del pecado es un tema que debe considerar todo cristiano, ya que aunque no pertenecemos a este mundo, tenemos que habitar en él, y por eso estamos rodeados de muchas cosas que nos pueden alejar de Dios y pueden resultar muy tentadoras, pero en realidad nos conducen a la muerte espiritual y en muchos casos, la muerte física.
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Cualquier persona, sea cristiano o no puede caer en las trampas del enemigo, ya que éste se vale de sus artimañas para hacer tropezar a las personas. No podemos subestimar a nuestro enemigo principal que es Satanás y que no descansa, tal como lo señala la palabra:
“Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8)
El engaño del pecado - Qué significa
Para comprender el engaño del pecado y las artimañas que usa el enemigo para hacernos daño y desviarnos del camino correcto, debemos escudriñar las escrituras y considerar cada uno de los pasajes que nos muestran la manera en la que podemos caer en las tentaciones propias de este mundo.
Como hijos de Dios no debemos bajar la guardia, es por ello que en su palabra leemos constantemente que debemos estar apercibidos, velando, orando y en constante comunión con nuestro Señor. Al respecto la palabra nos señala lo siguiente: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41)
En este sentido, no debemos dejarle puertas abiertas al enemigo, ya que él buscará cualquier ocasión para hacernos tropezar y caer, y como se dijo anteriormente, no descansa y toma poder en la medida en que la persona le de autoridad y le permita el acceso a su vida. Por lo cual, no debemos confiarnos porque cualquiera puede ser víctima del pecado.
Al respecto encontramos en la epístola a los Hebreos 3: 12-13 la Palabra de Dios nos señala “mirad hermanos que no haya en ninguno de vosotros corazón malo e incredulidad para apartarse del Dios vivo antes exhortaos los unos a los otros cada día entretanto que se dice hoy para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado”.
Tal como expresa esta cita, el enemigo busca endurecer el corazón de las personas con el fin de apartarlos de los caminos de Dios y lograr su objetivo principal que es el destruir la humanidad con su maldad y sus planes malignos.
Pero todo esto lo hace de forma sutil, usando herramientas como las redes sociales, imágenes, a través de sus dardos nos acecha y nos bombardea constantemente. Por lo cual es importante estar apercibidos, luchando cada día y levantándonos en el nombre de Jesucristo, quien es el único que nos puede ayudar a defendernos de estos ataques del enemigo.
En la palabra encontramos la manera de defendernos a través de la verdad, colocándonos la armadura que nos permitirá protegernos del enemigo: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:10-18)
En esta cita tenemos la armadura de Cristo para protegernos del enemigo ante sus ataques y amenazas, y al usarlas con entendimiento y con el Espíritu Santo podremos sobrellevar los dardos que nos lanza Satanás y todo su ejército maligno en contra principalmente del pueblo de Cristo, ya que él no quiere que se lleve a cabo el plan perfecto de Cristo, que es la de expandir el evangelio del Reino, revelar la verdad a todas las personas que están necesitadas.
De igual forma como cristianos debemos comprender que desde el principio, la lucha ha sido espiritual, ya que Satanás se mueve de forma perversa para hacernos caer en la tentación y desobedecer los mandatos de Dios. En el libro de Génesis 3:13 encontramos el primer engaño de Satanás hacia el hombre: “entonces Jehová Dios dijo a la mujer, a Eva después de que habían caído, ¿qué es lo que has hecho?. Y dijo la mujer, la serpiente me engaño y comí”
Esta historia es muy conocida, pero a pesar de eso, las personas están cegadas y no ven el mensaje real de esta cita bíblica, lo ven como algo que pasó hace muchos años y que en la actualidad es diferente, o simplemente lo ven como una hecho fantasioso, o en algunos casos la incredulidad se apodera de las personas y se niegan a ver las incidencias que el pecado nos puede acarrear.
Como seres humanos somos débiles, porque somos personas naturales que tenemos muchas limitaciones, sin embargo si decidimos caminar en los caminos de Cristo, él nos ayuda a estar firmes en medio de la tormenta porque ciertamente en este mundo no podemos escapar de las adversidades de la vida.
Sin embargo Jesucristo a través de sus parábolas nos da esperanzas, ya que si edificamos nuestra casa sobre la roca, no se derrumbará, lo cual es muy alentador en medio del caos en el que vivimos. Esto lo podemos observar en el siguiente pasaje:
“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (Mateo 7:24-27)
En este sentido, cuando estamos firmes en el Señor Jesucristo, podemos estar seguros ante cualquier circunstancia que se nos haya presentado. Estar sobre la roca implica usar la armadura de Cristo, velar constantemente y mantener la comunión con el Señor porque si nos apartamos, podremos ser víctimas del pecado.
Consecuencias del pecado
Los hechos bíblicos nos demuestran que el pecado acarrea consecuencias terribles. Pero la persona cuando está inmerso en sus propias concupiscencias no logra percibir el daño que le está causando a su vida. Dentro de las consecuencias que se pueden observar cuando se es víctima del pecado, encontramos las siguientes:
1.- Se endurece el corazón
Una de las características que se puede experimentar cuando se es víctima del pecado es el endurecimiento del corazón. En la biblia podemos ver como ejemplo, el caso del Faraón, del rey de Egipto, donde cada vez estaba más cerrado en dejar en libertad al pueblo de Israel. Esta historia de Moisés y la liberación de los hebreos, es muy conocida y la podemos encontrar en el siguiente pasaje:
“Y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho. Entonces Jehová dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo” (Éxodo 7:13-15)
2.- Pervierte el sentido de la moral
El pecado pervierte el sentido moral, por lo cual el hombre verá el pecado como algo normal, y a lo bueno llamará malo y a lo malo se le llama bueno. Sansón por ejemplo, estaba cegado por su amor hacia Dalila y perdió en sentido de la moral, dejándose arrastrar por sus deseos carnales al estar con una filistea y desobedecer a Dios:
“Después de esto sucedió que se enamoró de una mujer del valle de Sorec, que se llamaba Dalila. 5 Y los príncipes de los filisteos fueron a ella y le dijeron: Persuádelo, y ve dónde está su gran fuerza, y cómo[d] podríamos dominarlo para atarlo y castigarlo” (Jueces 16:4-5)
3.- Quita la paz
El pecado genera hábitos que pueden causar la ruina de una persona, ya que la práctica de un pecado influye en la vida, y proporciona marcas y heridas que cuestan en sanar. De esta forma, el pecado quita la paz del corazón. En la actualidad podemos ver un crecimiento en afecciones psicológicas que le roban la paz a la persona. Pero en el plano espiritual debemos comprender que el pecado es quien puede causar ese efecto negativo en nosotros.
En la biblia podemos observar como el rey David, al verse descubierto de su pecado se sintió abrumado, desesperado y por eso clamaba con tanto fervor porque él sabía que su pecado traería consecuencias.
“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a lo inmenso de tu compasión, borra mis transgresiones. Lávame por completo de mi maldad,
y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis transgresiones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos, de manera que eres justo cuando hablas, y sin reproche cuando juzgas” (Salmos 51: 1-4 )
4.- Causa depresión y aislamiento
Cuando la persona se deja arrastrar por el pecado, se aleja de Dios, y esto le ocasiona un vacío que a su vez general depresión y aislamiento. La depresión es más común de lo pensamos y sucumbe a muchas personas en la actualidad, y las hace sumergirse en la soledad.
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De igual forma, cuando se está apartado del Señor, sentimos que falta algo en la vida, y por eso ninguna de las cosas de este mundo los puede llenar. La depresión puede incluso llevar al suicidio y más delicado de lo que podemos llegar a pensar.
En la biblia podemos ver casos de depresión, incluso en los grandes personajes de la biblia, tal es el caso del profeta Elías, quien a pesar de haber sido tan usado por Dios, se sintió en depresión ante las amenazas de Jezabel, y por eso se aisló y hasta quiso morirse. Esto lo podemos observar en el siguiente pasaje:
“Ahab le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho y cómo había matado a todos los profetas de Baal. Entonces Jezabel mandó a un mensajero a decirle a Elías: «Te voy a matar como tú hiciste con los profetas de Baal. Si mañana a esta hora no estás muerto, que los dioses me maten a mí». Cuando Elías supo esto, se asustó tanto que huyó a Beerseba, en el territorio de Judá. Dejó a su ayudante en Jezreel y anduvo por un día en el desierto. Después se sentó debajo de un arbusto, y estaba tan triste que se quería morir. Le decía a Dios: «¡Dios, ya no aguanto más! Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados»” (1 Reyes 19:1-4)
5.- Sentimos soledad
Cuando una persona está sumergida en el pecado, aunque ande con muchas personas se siente sola y vacía, ya que la multitud no puede llenarlo en ningún sentido. La soledad está internamente, pero también puede llegar a estar solo porque no hay nada que lo motive a socializar, a hacer actividades. Pero esto depende de cada persona, ya que existen algunos que por el contrario pretenden llenar el vacío con muchas personas.
No hay dudas que cuando estamos apartados de Dios, la soledad es inevitable y puede llevarnos a estados incluso de ansiedad y estrés, y buscan en la soledad esa paz que necesitan. Sin embargo la paz verdadera es Cristo.
En la biblia cuando David se sintió perseguido por sus enemigos, buscó irse a las cuevas a refugiarse, pero el pecado lo perseguía, ya que en esa cueva llegaban personas con su misma condición depresiva, angustiada y vacía. Tal como lo vemos en el siguiente pasaje:
“Entonces David salió de Gat y escapó a la cueva de Adulam. Al poco tiempo sus hermanos y demás parientes se unieron a él allí. Luego, comenzaron a llegar otros—hombres que tenían problemas o que estaban endeudados o que simplemente estaban descontentos—, y David llegó a ser capitán de unos cuatrocientos hombres” (1 Samuel 22:1-2)
En este sentido, en la biblia podemos ver claramente como el engaño del pecado ha sucumbido en la vida incluso de grandes personajes de la biblia, quienes en algún momento se dejaron arrastrar por el engaño del diablo. Actualmente podemos encontrar mucha gente que no quiere pensar en Dios y que se niega a buscarlo porque delante de Cristo el pecado se hace notar, y muchos no quieren aceptar sus errores y buscar ayuda en Dios. Se niegan a dejar aquello que los destruye.
Para ser claros y precisos debemos señalar que el pecado nos lleva a la perdición, al infierno y no sabemos si tendremos la oportunidad de arrepentirnos antes de dejar este mundo. Por lo cual no hay tiempo que perder porque nuestro pecado nos aleja de Dios, nos conduce por caminos errados y nos perturban la mente, el corazón, el espíritu y el alma.
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