El compañerismo Cristiano en la iglesia y la productividad

El compañerismo cristiano en la iglesia es una acción reconocida que emana hospitalidad, familiaridad en un grupo de personas que trabajan juntas por fin común, cuando este comportamiento y sentir se manifiesta en una iglesia, no existen problemas y vemos cómo Dios obra en cada uno de sus integrantes, reflejándose en una comunidad llena de frutos para Dios.

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El compañerismo Cristiano en la iglesia y la productividad

Dios, adora a un pueblo productivo, armonioso y lleno de energía dispuesto a trabajar para su ministerio para obtener frutos llenos de justicia, por eso nos dice en Filipenses 1:10-11 “para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.”

No fuimos creados para estar solos, eso quiere decir que necesitamos de la compañía, y buen compañerismo de otros, y todo este buen trato lo utilizamos para hacer la voluntad de Dios, que es buena, agradable y perfecta y para esta gran obra no existe edad sin embargo, al trabajar en armonía para el ministerio de Dios daremos frutos y cuando envejezcamos seguiremos siendo fructíferos.

Eclesiastés 4:9-10 dice: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.” El rey Salomón el hombre más sabio del mundo recomendaba que era mejor estar acompañado.

Podríamos entonces pensar que eso era en épocas pasadas o cualquier excusa es válida si nos negamos a ser buenos compañeros, pero debemos estar pendientes que una de nuestras funciones o misiones es seguir a Cristo, lo que nos lleva hacer lo que hacía Jesús, el cual aún siendo el hijo de Dios, tenía buenos compañeros y con ellos predicaba, para muestras los discípulos.

Vemos el buen compañerismo que existió entre Jesús y sus discípulos en Mateo 26: 37-38 “Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.” No solo predicaron, se acompañaron en esos momentos de gran tristeza y angustia.

Cuántas veces no hemos experimentados momentos alegres o no tan alegres solos, de inmediato al recordar la sensación es de vacío, pero si hemos tenido la oportunidad de estar en los dos escenarios notamos la diferencia la cual es significativa, al saber que una persona, sincera llena de amor esta a tu lado te permite llevar la situación que sea de una manera diferente y siempre positivo.

Cuando hablamos de nuestra misión de cosechar para el ministerio de Dios, siempre es bueno ir acompañado, y Jesús nos dejó el procedimiento en las Sagradas Escrituras en Lucas 10: 1 “Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir.” Nadie predicó solo, sigamos el ejemplo.

Pero siempre debemos pedir a Dios, que nos permita ser buenos compañeros y que guarde nuestros caminos para cumplir la misión asignada y no tener obstáculos ni obstaculizar, ya que en los Proverbios 13:20 dice: “El que anda con sabios, sabio será; Mas el que se junta con necios será quebrantado” también en la biblia se narra de estos malos amigos, pero Dios, nos protege.

Un buen compañero o amigo es un bálsamo para nuestras almas, su consejo o presencia son necesarios, porque nos pueden ayudar cuando estamos desviados o desviando nuestro camino, nos ayudan muchas veces a tomar grandes o pequeñas decisiones que van a repercutir en nuestra vida y todo el que nos rodea.

Para concluir solo les diere que es necesario el compañerismo cristiano en la iglesia ya que será siempre una bendición, y si en vez de uno fuese toda la congregación, las cosechas obtenidas para el Reino de Dios, será abundante, porque es una congregación que cumple el nuevo mandamiento que dejo Jesús, el cual nos pide que nos amemos los unos a los otros.

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Dra. Mercedes Pérez Sarrameda.

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