El Amor De Cristo Y El Cristiano

El amor de Cristo es el elemento más brillante y duradero de la experiencia del cristiano. Puede considerarse desde dos puntos de vista: como una realidad en nuestros corazones y como un objeto de fe. Desde el primer punto de vista, es una experiencia que no puede describirse plenamente; desde el segundo, puede definirse como el conocimiento del amor de Dios por los pecadores revelado en Jesucristo.

Las Escrituras declaran que "así amó Dios al mundo" (Juan 3,16) y que "Cristo nos amó" (Ef 1,4). Estos son hechos que ningún hombre puede cuestionar o dudar; pero como no traen consigo una plena realización del amor divino, debemos preguntarnos si se han hecho reales para nosotros.

El Amor De Cristo Y El Cristiano

Índice de Contenido
  1. Un gran amor por un gran Salvador
  2. Un amor apasionado por Cristo
  3. El amor a Cristo debe ser el factor supremo en la vida del creyente
  4. La experiencia del verdadero creyente es encontrar que nada le satisface sino amar a Cristo
  5. No son las obras sino la pasión por su persona lo que transforma la vida
  6. Debemos tener algo más que un conocimiento teórico del amor de Dios; debemos apropiarnos de él y tomarlo como propio.
  7. Conclusión

Un gran amor por un gran Salvador

Jesucristo es el mayor Salvador de toda la historia. Su amor por nosotros es insuperable por cualquier otra persona, incluso si nos ponemos en primer lugar. Jesús nos ama tanto que fue voluntariamente a la cruz para pagar por nuestros pecados y darnos vida eterna con Él en el Cielo (Juan 3:16; 1 Juan 2:2).

El amor de Jesús también es mayor que nuestro propio amor egoísta. Nosotros podemos estar ensimismados, pero Dios se entrega como sacrificio por los demás (Romanos 5:7). Estuvo dispuesto a morir en la cruz -y a resucitar a los tres días- por ti y por mí (1 Corintios 15:3-4).

Un amor apasionado por Cristo

El amor a Cristo debe ser el factor supremo en la vida de un cristiano. Esto no significa que todos tengamos que estar "enamorados" de Él, sino que debemos reconocer su valor supremo. El mandamiento de amar a Dios con todo el corazón, la mente, el alma y las fuerzas (Deuteronomio 6:5) se aplica a todo creyente y debe ser obedecido por todo creyente.

El amor a Cristo debe ser el factor supremo en la vida del creyente

Mientras piensas en el versículo, lo meditas y rezas, pregúntate: ¿Significa esto realmente lo que dice? ¿Tengo que renunciar a mi derecho a enfadarme con Dios? ¿Cómo puedo amar a alguien que me ha defraudado tanto?

Cuando leas este pasaje una y otra vez y reces sobre él, llegarás a ver que no hay otra opción para nosotros como cristianos. No podemos acercarnos a Dios como otros se acercan a él. Debemos amarlo primero. Sólo entonces entenderemos todo lo demás en la Escritura o en la vida o en el propio Cristo

La experiencia del verdadero creyente es encontrar que nada le satisface sino amar a Cristo

La experiencia del verdadero creyente es encontrar que nada le satisface sino amar a Cristo. La apasionada devoción que siente por él proviene del hecho de que su alma ha sido cautivada por su adorable Persona, y abrumada por su misericordia. El amor a Cristo es el factor supremo en la vida del creyente.

No son las obras sino la pasión por su persona lo que transforma la vida

El amor a Cristo debe ser una pasión consumidora. No podemos limitarnos a cumplir con las obras y esperar agradarle. Lo que transforma la vida no son las obras, sino la pasión por su persona. Cuando vemos cuánto nos ama, cambia todo en nuestro corazón y en nuestra mente, y entonces queremos servirle con todas nuestras fuerzas.

Jesús dijo: "Ahora me voy, pero os enviaré otro Ayudante: el Espíritu de la verdad que viene de mi Padre" (Juan 14:16). El Espíritu Santo nos ayuda a comprender las enseñanzas de Jesús más plenamente de lo que sería posible por nuestra cuenta, para que podamos amarlo más profundamente.

Debemos tener algo más que un conocimiento teórico del amor de Dios; debemos apropiarnos de él y tomarlo como propio.

Para el cristiano, no basta con tener un conocimiento teórico del amor de Dios. Debemos apropiarnos de él y hacerlo nuestro. Esto significa que debemos experimentar el amor de Cristo en nuestras vidas. Para ello, debemos apasionarnos por Cristo y darle prioridad sobre todo lo demás en nuestra vida, incluso si eso significa renunciar a algo bueno o deseable para nosotros mismos.

Conclusión

Hay mucho que aprender de este pasaje, pero debemos recordar que es el amor de Dios por nosotros, y no nuestro propio amor por Él, el mayor mensaje de todos. Si realmente comprendiéramos cuánto nos ama, nunca perderíamos de vista su valor supremo ni dejaríamos de amarlo con todo nuestro corazón.

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