Respondiendo A La Responsabilidad Con Dios

Como cristianos, tenemos una responsabilidad con Dios. De hecho, es uno de los diez mandamientos: "No tendrás otros dioses delante de mí". Eso no significa que tu único trabajo sea servirle a Él. Significa que servir a Dios es una parte importante de lo que somos como cristianos y de lo que hacemos para vivir, no sólo los domingos, sino todos los días. En este artículo, hablaré de cómo puedes vivir esta responsabilidad cada día conociendo el amor de Dios y dejando que Su Espíritu guíe tu vida.

Responsabilidad con Dios

Índice de Contenido
  1. Conoce el amor de Dios
  2. Deja que el Espíritu Santo te guíe
  3. Crea relaciones centradas en Dios
  4. Cumplir con la responsabilidad con Dios
  5. El Espíritu Santo nos da poder para servir a Dios
  6. Conclusión

Conoce el amor de Dios

El amor de Dios es incondicional. La palabra "incondicional" significa que el amor de Dios por nosotros no se basa en nuestra actuación, sino en quién es Él y en lo que ha hecho. El amor de Dios es eterno. Comenzó en la creación, cuando Dios creó todo de la nada (Génesis 1:1-2). Su amor nunca terminará; ¡durará para siempre!

El amor de Dios es fiel. A diferencia del amor humano, que puede ser inconstante o incluso cambiar con el tiempo, el firme compromiso de Dios con nosotros nunca vacila: ¡permanece constante en los buenos y en los malos momentos por toda la eternidad!

Deja que el Espíritu Santo te guíe

El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad. La primera persona es Dios Padre, que creó todas las cosas y nos ama; la segunda persona es Jesucristo, que vino a la tierra como hombre y se sacrificó por nuestra salvación; y la tercera persona de la Trinidad no es un espíritu cualquiera, sino "el Espíritu de la verdad" (Juan 15:26).

El Espíritu Santo tiene también muchos otros nombres: Se le llama "el Espíritu de Dios" (Hechos 5:3), "el Espíritu de santidad" (Romanos 1:4), e incluso "vuestro hermano, al que ahora habéis visto... y lo conocéis desde antes, pues ya estaba aquí con nosotros en el mundo cuando yo vine" (1 Juan 4:6).

La Biblia dice que somos salvados por gracia mediante la fe en Jesucristo (Efesios 2:8). Pero también nos dice que después de ser salvados por Cristo debemos vivir vidas santas como seguidores de Él para heredar la vida eterna. Y esto requiere una guía constante de lo alto -de un poder superior a nosotros mismos- para vivir su Palabra en la tierra hoy.

Crea relaciones centradas en Dios

Dios quiere que amemos y seamos amados. Quiere que formemos parte de una familia, donde podamos compartir nuestras cargas, apoyarnos mutuamente y celebrar nuestras victorias. Y quiere que formemos parte de una iglesia, un grupo de personas que se reúnen regularmente para el culto, la educación y el servicio (Isaías 58:1-12).

Dios desea que desarrollemos relaciones con los demás a través de estas experiencias comunitarias de fe. Y cuanto más estrechamente nos relacionemos con Dios en la oración y el estudio juntos en la iglesia o en pequeños grupos en casa, mejor preparados estaremos para amarnos unos a otros como Cristo nos ha amado (Juan 13:34-35).

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Cumplir con la responsabilidad con Dios

Hablemos de dar. Dar es un acto de adoración, un acto de amor, una forma de mostrar gratitud y fe en Dios. Sé que sabes que dar es un requisito para los cristianos; pero déjame recordarte por qué es tan importante: Nuestro dar debe estar motivado por nuestro amor a Dios, no porque pensemos que Él lo necesita o que nos recompensará si lo hacemos (Mateo 6:1-4).

Cuando damos, debe ser por gratitud por todas las bendiciones que Él nos ha dado (Filipenses 4:10), ¡no porque pensemos que Él nos castigará si no lo hacemos! Y, por último, cuando damos -ya sea a la iglesia, a organizaciones benéficas o a otros- debemos reconocer que todo le pertenece a Él de todos modos (Salmo 24:1)

El Espíritu Santo nos da poder para servir a Dios

Los seguidores de Jesús recibieron el poder del Espíritu Santo para ser testigos de Jesús y de su mensaje. (Hechos 1:8; 2:1-18) El Espíritu Santo también nos capacita hoy en día para que podamos servir a Dios de diversas maneras, incluso como misioneros y educadores cristianos.

Conclusión

Tenemos la responsabilidad ante Dios de ser buenos administradores de todo lo que nos ha dado. Esto incluye el tiempo, el talento y el tesoro que recibimos de él. Cuando usamos estas cosas para su gloria, estamos cumpliendo nuestra vocación en la vida como cristianos.

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