Qué Hacer Cuando Queremos Renunciar Al Mundo Para Dios
Todos tenemos nuestras razones para seguir a Jesús. Pero a veces los desafíos que enfrentamos en este mundo parecen ser más de lo que podemos soportar. Cuando esto sucede, ¿es posible que renunciemos al mundo y dejemos todo atrás? La respuesta es sí. En este artículo, te explicaré lo que significa "renunciar al mundo" y te daré algunos pasos prácticos que puedes dar hacia ese objetivo si tú también te sientes llamado a ese estilo de vida.
- Darse cuenta de que no tenemos que salir de casa para renunciar al mundo
- Darse cuenta de que no es una decisión mental, sino una práctica para vivir de forma diferente.
- Renunciar al mundo significa aprender con el humilde ejemplo de Jesucristo.
- Significa morir a nosotros mismos y vivir sólo para Dios, que murió por nosotros en una cruz.
- Podemos renunciar al mundo sin salir de casa.
- Conclusión
Darse cuenta de que no tenemos que salir de casa para renunciar al mundo
Si te preguntas: "¿Cómo puedo dejar el mundo?", es porque piensas que renunciar a él significa irte de casa. Pero esto no es cierto. Renunciar al mundo no es una decisión mental, sino una práctica para vivir de forma diferente.
Se trata de aprender con el humilde ejemplo de Jesucristo a vivir para Dios en lugar de para nosotros mismos, que murió por nosotros en una cruz (2 Cor 5,15). Esto se lleva a cabo en nuestra vida diaria despojándonos de los viejos hábitos y vistiendo los nuevos (Col 3:9-10), que son los de la humildad y el servicio (Rom 12:6-8).
Darse cuenta de que no es una decisión mental, sino una práctica para vivir de forma diferente.
La renuncia no es sólo una decisión mental, sino una práctica para vivir de forma diferente. Es una forma de vida que nos pone en armonía con Dios y con Jesucristo. La renuncia nos acerca a Dios porque somos capaces de ver su amor en todas las cosas y personas que nos rodean. Comprendemos que Dios ha creado el mundo como expresión de su infinito amor por nosotros. Al renunciar al mundo, nos hacemos más conscientes de su presencia en nuestras vidas y podemos sentir su amor por nosotros cada día.
Renunciar al mundo significa aprender con el humilde ejemplo de Jesucristo.
Este es el primer paso para entender lo que significa renunciar al mundo. Jesús no fue un rey, ni un príncipe, ni un presidente. No nació en la riqueza y el privilegio, sino que nació en un establo y fue criado por pastores pobres. Vino como uno de nosotros, un hombre que luchó contra la duda, la ansiedad, el dolor y el rechazo de sus compañeros. Esta humildad es una lección importante porque, si quieres seguir el ejemplo de Jesús, sólo podrás hacerlo a través de tu propia humildad.
Significa morir a nosotros mismos y vivir sólo para Dios, que murió por nosotros en una cruz.
Jesús vino a darte una nueva forma de vida. Si quieres seguirle, significa morir a ti mismo y vivir sólo para Dios, que murió por nosotros en una cruz. Este es un verso maravilloso que puede ayudarnos a entender lo que significa cuando decimos "estoy muerto".
Cuando decimos esto en este contexto, no se trata de una expresión de desesperación o de falta de esperanza; más bien, es una expresión de nuestra voluntad de renunciar a todo lo que más importa para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.
Somos llamados por el mismo Jesucristo (1 Pedro 2:24). Por lo tanto, debemos reconocernos como pertenecientes exclusivamente y sin reservas sólo "a él", es decir, pertenecientes exclusivamente y sin reservas por completo a Dios mismo, y no sólo en algunas ocasiones o en determinadas situaciones, sino siempre a lo largo de toda nuestra vida.
Podemos renunciar al mundo sin salir de casa.
Hay muchas maneras de renunciar al mundo. Una de ellas es dejar tu casa y vivir en un monasterio. Otra es ir a un retiro de silencio y contemplación. Otra forma es emprender un largo viaje, lejos de la familia y los amigos.
Sin embargo, podemos renunciar al mundo sin salir de casa ni estar solos en la naturaleza. Para ello, basta con que practiquemos la renuncia a diario desprendiéndonos de nuestros deseos de dinero y éxito, de estatus, de reconocimiento y de poder sobre los demás, cosas que nos alejan del amor de Dios por nosotros.
Esta práctica comienza con cosas sencillas como saludar a los demás con amabilidad en lugar de juzgarlos por su apariencia o por la riqueza que tienen; compartir con los que son menos afortunados que nosotros; servir a los demás como hizo Cristo cuando lavó los pies de sus discípulos en la mesa durante la cena (Juan 13:1-17). ¿Y cuando alguien nos critica injustamente?
Podemos negarnos a que sus palabras nos afecten porque nada fuera de nosotros puede cambiar lo que ya sabemos que somos: hijos de Dios amados por Él eternamente (Romanos 8:29).
Conclusión
Si te sientes atascado o estancado en tu vida espiritual, considera renunciar a algún aspecto del mundo que te rodea. Esto podría ser tan simple como hacer un cambio en la cantidad de tiempo que pasas en Facebook o Instagram, o podría significar ir a un retiro y tratar de vivir de manera diferente sólo por un tiempo. Recuerda que nadie toma estas decisiones solo. Todos necesitamos la orientación de otras personas que ya han recorrido este camino antes que nosotros, ya sean amigos o mentores en la iglesia o leyendo libros como este.
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