Principios de la Victoria – Aspectos que se deben considerar para alcanzarla

Los principios de la victoria están basados en la vida de un creyente que es obediente  a la Palabra del Señor, que tiene un corazón dispuesto a la Presencia del Espíritu Santo, quien se encargará de guiarlo a toda verdad, por lo caminos de justicia. Además es una persona capaz de reconocer sus debilidad frente a Dios y su total dependencia a él.

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Índice de Contenido
  1. Los principios de la victoria – Aspectos que se deben considerar para alcanzarla
    1. 1.- Conoce a tu enemigo
    2. 2.- Cambia tus oraciones a oraciones con Poder
    3. 3.- Escudriñar la palabra de Dios
    4. 4.- Obedece los mandatos de Dios

Los principios de la victoria – Aspectos que se deben considerar para alcanzarla

En la Palabra de Dios podemos encontrar la definición de Victoria y los diferentes ejemplos donde los personajes bíblicos que fueron obedientes vencieron al enemigo y pudieron llevar a cabo el plan perfecto que Dios les había trazado. 

Al respecto encontramos al apóstol Pablo hace mención de que los creyentes llamados Hijos de Dios están destinados a vencer y esto lo podemos observar en el siguiente pasaje donde afirma  “más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37) 

Pero qué significa ser un vencedor, ante esta interrogante existen múltiples respuestas donde podemos encontrar diversidad de opiniones. De acuerdo a la Real Academia Española, la palabra victoria denota: “Superioridad o ventaja que se consigue del contrario, en disputa”.  Esto hace alusión a una persona que está por encima de su adversario o contrincante.

Sin embargo, cuando hemos aceptado y recibido al Señor como nuestro único y verdadero Dios, el Espíritu Santo comienza a obrar en nuestra vida y a dirigir nuestros pasos, y por esta razón hemos obtenido la victoria porque estamos caminando con Cristo y en él somos más que vencedores.

La victoria del mundo es muy diferente a la victoria en Cristo, entendiendo que para los que aman a Dios todas las cosas le ayudan a bien conforme al propósito de Dios en nuestra vida.

En este sentido, como creyentes debemos mantenernos firmes sobre la roca que es Cristo, ser obedientes a los estatutos establecidos en la biblia y tener una vida íntegra delante de los ojos de Dios. Así que para obtener la victoria es importante considerar los siguientes aspectos:

1.- Conoce a tu enemigo

Uno de los principios básicos para alcanzar la victoria es vencer nuestro enemigo principal, el diablo, quien vino para matar, destruir, engañar y matar. Busca desviarte del propósito que Dios tiene contigo, entorpeciendo tu Ministerio porque no quiere que prospere. Por eso debes entender que tu lucha no es con las personas, con tu prójimo ni con tus hermanos, la lucha es contra un mundo de tinieblas que no descansa, que lanza dardos y siempre está al asecho, esperando que tu pie tropiece. Esto lo podemos apreciar en la palabra:

“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios. 6:12).

Principios de la Victoria
Principios de la Victoria

Sin embargo, el enemigo usa a las personas, a tus seres queridos para herirte y debilitarte, así que es importante conocer a tu adversario, saber sus maquinaciones y detectarlo. De este modo, nuestro enemigo es todo aquel que busca desviarnos de los planes de Dios. Los que desean que nuestra alma se pierda.

Se refiere a todos los que susurran a nuestros oídos que hagamos lo malo delante de Dios, que vayamos en contra de nuestros padres, nuestras autoridades, que nos revelemos contra todo lo positivo y bueno en nuestra vida. Pretende que seamos rebeldes, que no nos sujetemos a ningún Pastor, ni a nuestro esposo y que seamos irrespetuosos con las personas mayores.

En este sentido, cuando las personas nos quieren conducir al mundo y desviarnos del camino de Dios, son considerados enemigos de nosotros porque son usados por el diablo para sus propósitos llenos de maldad. Esto lo podemos apreciar en su palabra: ¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, 2sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!…” (Salmo 1:1)

Entonces esos escarnecedores son nuestros enemigos, los que rechazan la palabra, los que nos quieren conducir al mundo de las tinieblas y alejarnos de Dios, así que no debemos ni sentarnos en su mesa, dice la palabra. Como hijos de Dios, debemos cuidarnos de las personas que nos rodean y que son usadas por el enemigo para perturbar la obra de Dios aquí en la tierra.

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Por otro lado, el enemigo también trabaja nuestra mente y puede plantar en nosotros pensamientos de rechazo, inseguridad, miedos, entre muchas cosas. Esto lo hace a través de sus medios perversos, bien sea mediante imágenes, canciones, películas, entre otros recursos que emplea el diablo para tu destrucción.

Pero como Hijos de Dios, tenemos su respaldo absoluto porque somos sus escogidos, y mientras sigamos en sus caminos de luz, nada puede dañarnos sin su consentimiento. Así que debemos aferrarnos a sus promesas, las cuales están expresas en su palabra:

“Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando” (Salmos. 23:5)

En este sentido, así estés pasando por momentos difíciles llenos de tristeza, angustias y calamidades, debes tener presente que eres un hijo del Todopoderoso y que él tiene el control de todas las cosas.

2.- Cambia tus oraciones a oraciones con Poder

Una de las armas más poderosas que tenemos los hijos de Dios es la oración hecha con fe y disposición del alma. Cuando oramos con fervor se abren las puertas de los cielos a nuestro favor y comienza el mundo espiritual a moverse, a actuar de forma sobrenatural para detener las artimañas del diablo.

La oración nos acerca más y más a Dios, nos hace conocerle, sentirlo, tocarlo y abrazarlo mediante su Santo Espíritu, quien nos redarguye y nos lleva a toda verdad y entendimiento. Por eso si queremos obtener la victoria ante nuestro enemigo, debemos orar, clamar, proclamar su palabra a viva voz para crear una atmósfera donde reine la presencia del Altísimo.

Por otro lado, nuestro Señor Jesucristo nos muestra en su palabra la manera en la que debemos orar, donde primeramente debemos exaltarlo a él, confesar nuestros pecados, pedirle que nos limpie, para luego pedirle que se mueva a nuestro favor, que bendiga nuestra vida y nos resguarde de todo mal. También es importante hacer una oración de agradecimiento a Dios, ya que sin él no tendríamos nada en esta vida.

Al respecto Jesús le muestra el modelo de oración a sus discípulos: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 6:9-15)

En esta cita podemos observar la manera en la Jesús le muestra a sus discípulos de Jesús, si te consideras un discípulo de Cristo, pues esta oración te servirá en tu vida. 

No es necesario que la repitas tal cuál aparece, ya que a Dios no le agradan las vanas repeticiones. Lo importante es que ores con entendimiento y con un corazón dispuesto y entregado a recibir la presencia de Dios en tu vida.

La oración es hablar con Dios, no es un monólogo. Por lo cual debes esperar a que él te hable de las maneras en las que él lo hace. Es importante que te conectes con él, con tu clamor, con tu corazón, mente, alma y espíritu para que puedas recibir la respuesta de su amor y misericordia.

3.- Escudriñar la palabra de Dios

La palabra de Dios es otra de las armas que tenemos para vencer al enemigo, porque a través de ella sabemos quién es Dios, cuál es su propósito y la forma en la que él actúa de acuerdo a su voluntad. La misma palabra nos da una descripción de lo que significa la biblia:

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12)

De esta forma mediante la Palabra somos transformados, ya que nos acerca a la verdad que es Cristo y además nos muestra el camino que debemos seguir para alcanzar la victoria y poder derrotar al adversario que ha venido a robarnos la paz y a desviarnos de la luz.

Por eso cuando leemos y escudriñamos la palabra estamos venciendo al mundo de las tinieblas, ya que ésta alumbra toda oscuridad en nuestra vida y aclara cualquier inquietud que tengamos. 

Como Hijos de Dios tenemos la palabra, la cual es eterna y nunca pasará, porque todo lo que en ella está plasmado se cumplirá y todos conocerán que Jesús es el Señor. En este maravilloso libro tenemos todo lo que necesitamos, nos muestra cómo orar, cómo actuar, como acercarnos al Padre, derrotar al enemigo y vivir en santidad.

Revela además los evangelios donde se narra la vida, obra, sacrificio, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, quien vino a este mundo a dar su vida por cada uno de nosotros, con el fin de darnos la salvación, que es un regalo otorgado por Gracia.

Por esta razón debemos dedicarle tiempo a la lectura de la palabra para conocer y también predicar la verdad, ya que no solo debemos escudriñarla sino que debemos llevarla a la práctica, con nuestro testimonio, predicando y obrando a favor de las almas, ya que ese es el mandato de Dios:

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:15-18)

De este modo la misión que tenemos en este mundo es clara, porque el Señor no quiere que ningún alma se pierda, y por eso debemos ser guerreros del Señor y usar los dones que nos ha dado para echar fuera demonios, sanar en el nombre de Cristo Jesús.

4.- Obedece los mandatos de Dios

La obediencia es capaz de romper los yugos y desatar las bendiciones en tu vida de forma sobrenatural y sorprendente, ya que se están desactivando de forma inmediata las armas que usa el enemigo en tu contra, es decir, al romper con la práctica del pecado estás rompiendo el enlace que el diablo tiene contigo mediante tu iniquidad, quitándole la única entrada que tiene a ti.

Cuando meditamos en la Palabra, Dios nos mostrará qué cosas debemos obedecer y cuáles debemos desechar de nuestra vida. El Señor permite que pasen cosas a veces desagradables, tristes o desafortunadas para perfeccionarnos. Quizás quiera enseñarte mansedumbre, tolerancia, paciencia, fe o solo quiere que mejores en diferentes áreas de tu vida que impiden tu crecimiento espiritual.

Es decir, Dios te muestra lo que debes obedecer, cómo debes actuar y cuáles cosas debes quitar de tu vida que te impiden avanzar hacia la victoria. Analiza tu vida, y pídele discernimiento a Dios para que puedas ver aquello que te tiene estancado, a veces los problemas son causados por nosotros mismos y debemos ser diligentes para resolverlos nosotros mismos, pero siempre con ayuda del Señor.

 Hay que resaltar que nada vas a lograr por tu cuenta propia, debes siempre pedir la dirección del Padre, ya que como humanos, solemos fallar con frecuencia, cometer los mismos errores una y otra vez. 

Por eso para encontrar la dracma perdida debemos primeramente prender la luz, luego barrer y limpiar, encontrar la dracma y luego celebrar, esto hace alusión a esta parábola de la dracma (moneda de plata) perdida:

“O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido”. Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente” (Lucas 5:8-10 )

En este sentido, nuestra vida en obediencia, va a ser un reflejo de nuestra oración y meditación de la Palabra, ya que ésta es nuestra guía que nos llevará a la victoria en Cristo Jesús, quien será glorificado en nuestra vida encaminada y llena de luz. Pero también el Señor es honrado cuando rescatamos un alma perdida y hacemos la voluntad del Padre de predicar su evangelio a toda criatura y en todas las naciones.

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