Predicas Para Jóvenes - Cómo Hacerlas

No hay momento más importante en la vida de una persona que la adolescencia. Es una época en la que una persona va a aprender quién es y dónde encaja en este mundo. También puede ser el momento más crucial de su desarrollo espiritual. La adolescencia es el momento en que los jóvenes empiezan a tomar decisiones que afectarán a toda su vida. Empiezan a formarse una opinión sobre la fe cristiana, y puede que nunca haya otro momento en el que estén tan abiertos a oír hablar del cristianismo como ahora.

Sin embargo, no siempre es fácil para un adolescente entender todo lo que sucede en la iglesia o durante un sermón. Esto puede llevarlos a sentirse aburridos o confundidos y a perderse lo que Dios tiene para ellos a través de su sermón. Para que nuestros jóvenes se entusiasmen por asistir a la iglesia, ¡debemos mejorar la predicación para ellos! Aquí hay algunos consejos sobre cómo podría mejorar su predicación con los adolescentes en mente...

Índice de Contenido
  1. Los jóvenes son los líderes eclesiásticos y comunitarios del futuro.
  2. Hay que predicar para y sobre los jóvenes, no para su propio grupo de edad.
  3. No se puede predicar para los jóvenes si no se les escucha.
  4. Vive de manera que puedas hablar con los jóvenes, no sólo hablarles.
  5. No prediques hacia abajo a los jóvenes, sino predica hacia arriba, se llama exaltación.
  6. Predica con pasión que comunique el poder de Dios y su amor.
  7. Tu tono de voz afectará el poder de tu predicación.
  8. Permita que su predicación sea moldeada por su audiencia.
  9. Utilice historias de jóvenes en su predicación.
  10. Conclusión: Si quieres alcanzar a los jóvenes con el evangelio, encuentra una manera de conectar con ellos y hablar del evangelio de una manera que ellos entiendan.
  11. Conclusión

Los jóvenes son los líderes eclesiásticos y comunitarios del futuro.

El mundo está cambiando. La forma en que vivimos, trabajamos y jugamos está cambiando. La forma en que adoramos y servimos a Dios está cambiando. Y las personas que lideran estos cambios son los jóvenes.

Tal vez te preguntes cómo puede ser esto cierto cuando tantos líderes adultos siguen desempeñando funciones de liderazgo en las iglesias y otras organizaciones. Si es así, ¡fíjate en cuántos de esos líderes adultos fueron alguna vez jóvenes! Si lo piensas así, está claro que los jóvenes seguirán teniendo un papel influyente en la configuración de tu comunidad -incluida su vida religiosa- durante los próximos años.

Hay que predicar para y sobre los jóvenes, no para su propio grupo de edad.

Predica para los jóvenes, no para tu propio grupo de edad.

Pasé años predicando a mi generación. No me di cuenta hasta hace unos años, pero estaba predicando a un grupo que ya sabía de qué estaba hablando y ya había tomado una decisión al respecto. En ese momento, pensé que eran ignorantes. Ahora que soy más viejo y más sabio -y lo que es más importante, más humilde- me doy cuenta de lo importante que es predicar a la siguiente generación en lugar de predicarles como si fueran idiotas que no saben nada sobre la Biblia o el cristianismo porque no llevan tanto tiempo como yo, cuando en realidad la mayoría son más inteligentes que yo.

No se puede predicar para los jóvenes si no se les escucha.

Escuchar es la parte más importante de la predicación, y es una habilidad que requiere práctica. Escuchar no es sólo algo que se hace el domingo por la mañana; es una actitud y un enfoque del ministerio que implica mirar alrededor de lo que sucede en tu congregación (y más allá) y prestar atención a lo que ves, oyes o sientes.

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Los jóvenes de mi iglesia son apasionados de su fe. Dedico tiempo a escucharlos para poder ver lo que piensan sobre Dios, Jesucristo, la Biblia y todo lo demás de lo que hablamos durante los servicios de adoración y las reuniones de los grupos pequeños en la iglesia.

También escucho atentamente cuando otras personas comparten sus dudas conmigo -un amigo que lucha contra la adicción o un conocido que no sabe si debe casarse esta primavera porque su prometida lo quiere demasiado lejos de su familia durante su embarazo- porque estas conversaciones me dan una idea de lo que más importa en la vida para los que están fuera de los muros de mi congregación, así como dentro de ellos.

Vive de manera que puedas hablar con los jóvenes, no sólo hablarles.

La mejor manera de enseñar es con el ejemplo. Tu vida debe ser un libro abierto para los jóvenes, no sólo un libro cerrado de sermones y lecciones. Esto significa que no tienes que fingir que tienes todas las respuestas, porque nadie las tiene realmente. También significa que no debe sentirse avergonzado si comete errores o admite que algo no funciona como lo planeó, ¡porque está bien!

Si queremos que nuestros hijos y adolescentes entiendan lo que significa estar en relación con Dios a través de Jesucristo, entonces debemos modelar esta relación cada día de nuestras vidas. Debemos esforzarnos por ser auténticos en todo momento, ¡incluso cuando nos sintamos incómodos o avergonzados!

Cuando estaba en la escuela secundaria había una profesora que nos invitó a cenar una noche después de que la clase terminó temprano una tarde. Nos sirvió espaguetis con albóndigas y ensalada de su jardín (¡también cultivaba tomates!). Mientras comíamos juntos, empezó a contarnos lo que su abuela solía decir sobre la comida: "¿Sabéis cómo le gusta a la gente la sopa? Pues a mí me gustan los espaguetis". Nos contó esta historia muchas veces a lo largo de mi infancia, y siempre me hizo reír.

No prediques hacia abajo a los jóvenes, sino predica hacia arriba, se llama exaltación.

La predicación debe hacerse a los jóvenes, no a ellos. Esto puede ser muy difícil para algunas personas porque sienten que tienen más conocimiento o experiencia que los jóvenes de su congregación. Es importante que sepas que Dios ha puesto a estos jóvenes bajo tu cuidado porque sabe que escucharán lo que dices y aprenderán de ello.

También es importante que no se considere más importante que los que están escuchando su predicación. El hecho de que alguien sea adulto no significa que sepa todo lo que hay que saber, o incluso casi todo lo que hay que saber sobre la vida. Debes recordar esto cuando enseñes a otros a través de tu predicación y hacer lo que puedas para que todos entiendan de qué se trata. Incluso puedes obtener algunas ideas a partir de sus aportaciones si les haces preguntas sobre las cosas que están pasando en sus vidas en este momento (como las tareas escolares).

Predica con pasión que comunique el poder de Dios y su amor.

La pasión es esencial. No es sólo para el predicador, sino para todos los que reciben el mensaje. La pasión no es sólo cosa de hombres, ni tampoco es sólo cosa de mujeres o de afroamericanos. El predicador apasionado comunica el poder y el amor de Dios a su audiencia con fervor e integridad, haciéndoles sentir que forman parte de una aventura emocionante con él, y no una aburrida conferencia que tienen que escuchar porque no tienen más remedio que asistir a los servicios de la iglesia cada domingo.

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Tu tono de voz afectará el poder de tu predicación.

El tono de voz que utilices afectará a la fuerza de tu predicación. Una voz fuerte no siempre es la mejor. La Biblia nos dice que "la palabra de Dios es viva y eficaz". (Hebreos 4:12) La voz de Dios tiene poder, pero también puede utilizarse para transmitir un amor suave por la humanidad. Por eso, cuando hables, intenta que eso se refleje tanto en tus palabras como en la forma de pronunciarlas.

Una voz suave también puede servir para transmitir poder. Es posible que alguien que habla en voz baja consiga transmitir su punto de vista con más claridad que alguien que le grita desde el otro lado de la habitación, lo que podría distraer de lo que está intentando decir en lugar de centrarse en ello. Cuando se habla en voz baja, los demás escuchan con más atención y quizás entiendan mejor qué es lo que Dios quiere que sepan de Él

Permita que su predicación sea moldeada por su audiencia.

Los jóvenes son un público único, y es importante que entiendas bien quiénes son. Esto significa ser consciente de su cultura, intereses y antecedentes, y de su madurez espiritual. También significa ser consciente de su edad y etapa de la vida, así como de su sexo. Por último, significa ser consciente de las barreras lingüísticas u otros obstáculos que puedan afectar a la comunicación entre el hablante y el oyente.

Utilice historias de jóvenes en su predicación.

Es importante tener en cuenta que estas historias son sobre otros jóvenes, no necesariamente sobre ti. El objetivo es ilustrar algo que ha ocurrido a varias personas de tu edad o de tu grupo de edad. En el proceso, te ayudará a relacionarte mejor con los jóvenes de tu congregación.

Utiliza estas historias cuando prediques sobre temas como la presión de los compañeros, el trabajo escolar y el aprendizaje a una edad temprana y cómo afecta al desarrollo de su fe más adelante en la vida; cómo podemos ayudar a nuestros jóvenes a desarrollarse espiritualmente a través de la amistad; cómo Dios utiliza situaciones cotidianas como el drama familiar, la presión de los compañeros y las relaciones de pareja para ayudarnos a crecer espiritualmente; etc.

Conclusión: Si quieres alcanzar a los jóvenes con el evangelio, encuentra una manera de conectar con ellos y hablar del evangelio de una manera que ellos entiendan.

El Evangelio es para todos.

Si quieres llegar a los jóvenes con el evangelio, encuentra una manera de conectar con ellos y hablar del evangelio de una manera que entiendan. El evangelio es para todas las generaciones: los jóvenes son tan importantes como cualquier otra generación, por lo que deberíamos esforzarnos por ministrarles de forma eficaz.

Si tenemos en cuenta que Jesús dijo: "Dejad que los niños vengan a mí" (Mateo 19:14), podemos ver que la predicación no es sólo para los adultos, sino también para los niños e incluso los bebés. Si Jesús quiere que todos estemos a su alrededor cuando regrese en el Día del Juicio Final, entonces seguramente hay muchas más personas, además de las que ya son cristianas, que necesitan escuchar las buenas noticias de Cristo.

Conclusión

En conclusión, me gustaría animarles en su ministerio con los jóvenes. Recuerda que son los líderes del mañana y que no son sólo un grupo demográfico; son individuos y sus historias importan. Puedes llegar a ellos con el evangelio si estás dispuesto a conectar con ellos, escuchar lo que tienen que decir sobre el mundo que les rodea, y hablar del evangelio en sus vidas de una manera que conecte con su situación.

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