Por Dónde Empezamos A Servir A Dios

Jesús es el siervo por excelencia y ser un siervo significa ponerse en último lugar y poner a los demás en primer lugar. Para servir a Dios, debemos ser honestos con nosotros mismos, ponerlo a Él por encima de todo, ver a los demás como Él lo hace, entender nuestros dones y cómo usarlos para el reino de Dios. Cuando somos capaces de hacer estas cosas, las vidas cambian. No sólo nuestras vidas cambian, sino también las de aquellos con los que entramos en contacto.

Índice de Contenido
  1. 1. Servimos a Dios, donde podemos ser honestos
  2. 2. Servimos a Dios, donde Él es lo único que importa
  3. 3. Servimos a Dios, donde nuestros corazones están más rotos
  4. 4. Servimos a Dios, donde nuestros dones se ajustan a lo que se necesita
  5. 5. Servimos a Dios, cuando una vida cambia
  6. Servir a Dios empieza por ser honestos con nosotros mismos y con cómo vemos a los demás
  7. Conclusión

1. Servimos a Dios, donde podemos ser honestos

Un amigo mío solía decir que ser honesto con uno mismo es el primer paso para poder ser honesto con los demás. Esto se debe a que la mayoría de las personas tienen miedo de mirarse a sí mismas con honestidad, y por eso tienen dificultades para conectar con la honestidad de otras personas sobre sus propias vidas.

Servir a Dios

Para poder servir a Dios, debemos ser capaces de vernos a nosotros mismos como él nos ve, pero también reconocer nuestras debilidades y pecados. Si no reconocemos estas cosas en nosotros mismos, será difícil que las veamos en los demás, o que los demás las vean en sí mismos.

Ser honestos sobre quiénes somos va de la mano con saber dónde están nuestras fortalezas y dónde no (o no deberían). Muchas veces me he encontrado esforzándome mucho en algo sólo porque pensaba que era bueno en ello; ¡sólo después me di cuenta de lo mucho mejor que podía hacer otra persona en lo que yo había intentado! Recuerda: no hay que avergonzarse de admitir tus limitaciones.

2. Servimos a Dios, donde Él es lo único que importa

Nuestras vidas son desordenadas y complicadas, pero la vida de Dios no es como la nuestra. Él sabe todo acerca de ti -las partes buenas y malas- y te ama de todos modos. Cuando empezamos a servirle, empezamos a ver que su amor perfecto es lo que más importa.

Este conocimiento nos cambia de adentro hacia afuera; nos hace estar más dispuestos a hacer cualquier cosa que Dios nos pida porque Él nos ha mostrado que puede convertir incluso nuestras vidas más desordenadas en algo hermoso si lo dejamos trabajar a través de ellas (2 Corintios 5:17).

3. Servimos a Dios, donde nuestros corazones están más rotos

Cuando estamos dispuestos a quebrantarnos y ser vulnerables, nos permitimos el espacio para ser honestos con Dios y con los demás. Podemos ser reales y auténticos con nuestras preguntas, dudas, miedos, fracasos e incluso alegrías. Como resultado de esta honestidad y vulnerabilidad en la relación con Dios y con los demás, tenemos la oportunidad de aprender unos de otros. Nuestro quebranto se transforma en fuerza y esperanza para los demás a través del proceso de aprendizaje de lo que significa servir juntos como una comunidad de fe que está creciendo constantemente.

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4. Servimos a Dios, donde nuestros dones se ajustan a lo que se necesita

Todos tenemos diferentes dones. A algunos se les da bien enseñar, a otros cantar y a otros ser buenos en el voluntariado. Dios nos ha dado a todos diferentes dones para que podamos servirle de la manera específica que él quiere. Pero no todas las personas están llamadas a las mismas cosas.

Un trabajador de la construcción no necesita ser contable, pero sí necesita a alguien que sea bueno con los números. De la misma manera, puede haber un lugar en el que tu don encaje mejor que el de otro, así que deberías mirar a tu alrededor y averiguar dónde se necesita más antes de tomar cualquier decisión sobre lo que quieres hacer con tu vida (o el plan de Dios para ella).

5. Servimos a Dios, cuando una vida cambia

Servir a Dios no es sólo servir a las personas que nos rodean, sino también servir a Dios. Cuando le servimos, nuestros corazones se llenan de alegría y paz porque sabemos que Él se complace con nuestros esfuerzos. Servir a Dios debe ser algo que hagamos diariamente, pero puede ser difícil encontrar tiempo en el día. Sin embargo, esto no significa que tengas que pasar horas en la iglesia o ser voluntario en un orfanato cada semana. Hay otras maneras de servirle.

Aunque pueda parecer una tarea desalentadora, hay muchas formas diferentes de servir a Dios cada día haciendo cosas sencillas como ayudar en la casa o leer la Biblia a diario. También puedes intentar pasar más tiempo escuchando los problemas de los demás en lugar de decirles lo que deben hacer (aunque a veces esto puede ser útil).

Es importante recordar que algunas personas no tienen a nadie más que se preocupe por ellas, excepto tú mismo. Si escuchas con atención en lugar de ofrecer consejos de inmediato -o incluso mejor-, si rezas primero antes de decir nada en voz alta, tal vez algún día esas mismas personas te devuelvan el favor cuando tampoco haya nadie más para ellos.

Servir a Dios empieza por ser honestos con nosotros mismos y con cómo vemos a los demás

En conclusión, servir a Dios empieza por ser honestos con nosotros mismos y con la forma en que vemos a los demás. Servir a Dios no es sólo ser una buena persona o hacer cosas buenas por la gente. También incluye ser honesto sobre quién eres y qué necesitas cambiar en tu vida para que puedas parecerte más a Cristo.

Servir a Dios significa tener un corazón abierto a su poder transformador en nuestras vidas, para que podamos experimentar la alegría de conocer a Cristo íntimamente, y compartir este conocimiento gozoso con otros que buscan esperanza.

Conclusión

Espero que hayan podido disfrutar del contenido de esta entrada del blog y del valor que proporciona a los cristianos. Es importante que saquemos tiempo de cada día para orar por la voluntad de Dios en nuestras vidas y hacerle saber cuáles son nuestras necesidades. Dios tiene un plan para cada uno de nosotros como hijos suyos, así que recordemos que él siempre está ahí cuando más lo necesitamos - incluso si los tiempos parecen difíciles en este momento.

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