Las armas espirituales - En qué consisten 

Las armas espirituales que tenemos para derrotar al enemigo están establecidas en la biblia y tienen que ver directamente con hacer la voluntad de Dios, ya que el enemigo no puede atacar al menos de que nosotros mismos le demos la entrada a nuestra vida. 

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Por esta razón es importante que los hijos de Dios deben escudriñar las escrituras y saber cuáles son las herramientas que Dios nos ha dado. En el libro de Efesios podemos encontrar las principales armas que Cristo nos ha dejado:

“Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:13-17)

Índice de Contenido
  1. Las armas espirituales - En qué consisten 
  2. Cuáles son las armas espirituales que Dios nos ha dado
    1. 1.- El poder de la oración
    2. 2.- El nombre de Jesucristo
    3. 3.- La alabanza
    4. 4.- La palabra del Señor
    5. 5.- La autoridad

Las armas espirituales - En qué consisten 

Existe un mundo espiritual que no conocemos a profundidad pero que la biblia revela desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, donde se nos señala que anteriormente la lucha era cuerpo a cuerpo, tal como lo vemos entre David y Goliat pero en la actualidad esta lucha es netamente espiritual: “Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales” (Efesios 6:12)

Cuando Jesucristo estuvo en este mundo, lo hizo con el propósito de dar su vida por cada uno de nosotros para que tuviéramos la oportunidad de entrar al Reino de los Cielos mediante este pacto divino que Nuestro Señor estaba dispuesto a realizar para salvar las almas perdidas. 

Desde este momento somos salvos por gracia, porque él llevó todos nuestros pecados en la Cruz de Calvario. Venció a las tinieblas cuando dio su vida de forma voluntaria, y al resucitar fue glorificado el Nombre del Señor. Pero ciertamente Satanás no se quedaría tranquilo, así que en estos últimos tiempos está dando sus zarpazos finales para con el propósito de destruir a la humanidad.

En este sentido, una vez que Jesucristo derrotó a Satanás en la Cruz del Calvario, el enemigo se siente amenazado y por eso busca desviar el propósito de los hijos de Dios, porque sabe además que su fin definitivo está muy cerca: “Por lo cual regocijaos, cielos y los que moráis en ellos. ¡Ay de la tierra y del mar!, porque el diablo ha descendido a vosotros con gran furor, sabiendo que tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:12)

De esta manera, los poderes del maligno ya han sido derrotados. Esa derrota sucedió en la Cruz del Calvario, tal como se mencionó anteriormente y esta derrota no fue parcial, ya que  el Señor lo despojó de todo, lo derrotó totalmente, pero en la actualidad busca derrotar el plan perfecto de Cristo, llevando a las almas a la cautividad. Por eso nuestra lucha es espiritual, para derribar esas fortalezas, tal como lo apreciamos en el siguiente pasaje:

“Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”  (2 Corintios 10:4-5)

En este sentido, una vez que decidimos servir a Cristo, se inició una gran batalla, la cual no terminará hasta que Cristo venga por segunda vez. Cuando llegamos a los pies de Cristo, estamos derrotando a las tinieblas, y hemos sido llevados a la luz admirable que es Cristo, por esta razón le hemos declarado la guerra al diablo, quien arremeterá con todas sus fuerzas para impedir que el propósito de Dios se cumpla en nosotros. La lucha es espiritual, no es con las personas porque aunque no somos de este mundo, tenemos que habitar en él y luchar cada día por vencer las adversidades de la vida.

Cuáles son las armas espirituales que Dios nos ha dado

Los hijos de Dios, somos sus soldados y por eso necesitamos conocer a nuestro enemigo para poder enfrentarlo. Así que debemos saber  cómo opera el enemigo, cuáles son sus tácticas, sus armas y la forma en la que actúa. Si desconocemos esto, es muy probable que Satanás logre envolvernos en sus artimañas y gane ventaja sobre nosotros, tal como lo advierte la palabra: “para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11).

 De esta manera, la batalla que estamos enfrentando es espiritual, la cual no solo debe ser defensiva, sino ofensiva, y que estamos llamados a hacer que el enemigo no tenga parte en nuestra vida y retroceda, porque somos hijos del Todopoderoso que va delante de nosotros. Así que el Señor en su palabra nos ha dado las armas espirituales, las cuales son:

1.- El poder de la oración

Una de las armas más poderosas que tenemos para enfrentar al enemigo y vencerlo, es la oración, ya que mediante ella nos acercamos a Dios y activamos su poder en nuestra vida. Mediante la oración podemos escuchar la voz de Dios y dejarnos guiar por su Santo Espíritu. Mantener la comunión del Señor es esencial en la vida de todo creyente, ya que nos va a permitir fortalecer nuestra comunión con Dios.

De esta manera los hombres de la biblia, lograron derrotar al enemigo mediante la oración porque confiaron en el poder que tenía para vencer en medio de cualquier adversidad. Tal es el caso de Jeremías, quien acudió a Dios mediante el clamor, tal como se aprecia en el siguiente pasaje: “Ataron mi vida en cisterna... Invoqué tu nombre, oh Jehová, desde la cárcel profunda; oíste mi voz; no escondas tu oído al clamor de mis suspiros. Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas” (Lamentaciones 3:53-57).

Así que el diablo cuando ve un hombre de oración, él y todo su ejército tiembla; porque mediante la oración, el poder de la oración hace que su poder se manifieste de forma sobrenatural y actúe en función de ese clamor de su hijo en medio de las adversidades.

 la persona que ora moverá el brazo de Dios, esa persona no volverá con las manos vacías, “claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias” (Salmos 34:17).

En este sentido, Nuestro Señor Jesucristo nos dio ejemplo de la importancia de la oración en el libro de Marcos 1:35, “levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto y allí oraba”. Así que la oración es la llave que nos puede abrir todas las puertas para poder vencer al  mal.

A través de la oración muchos personajes bíblicos alcanzaron misericordia tal como la reina Ester, quien intercedió por su pueblo mediante el clamor, así como David quien pidió socorro en medio de la persecución. Ana también fue escuchada ante su petición de querer tener un hijo, y así muchos hombres y mujeres de Dios lograron vencer ante el enemigo por medio de su fe y clamor ante el Señor.

2.- El nombre de Jesucristo

Mencionar el nombre de Nuestro Señor Jesucristo es un arma poderosa que podemos usar para derribar al enemigo que nos acecha. Nombrar a Cristo es recordarle al enemigo su fin en el lago de fuego, donde será eliminado por siempre. 

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Al respecto el libro de Filipenses  2:9-11 nos señala lo siguiente:  “Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.

Así que el nombre de Jesucristo es el nombre más glorioso y poderoso que se puede pronunciar para echar fuera todo espíritu maligno que quiera destruir la obra de Dios aquí en la tierra. 

En este nombre excelso está representada la autoridad, la potestad del Señor. Ese nombre además representa su naturaleza, sus atributos, sus virtudes. Así que en ese nombre que es Jesucristo encontramos la salvación de nuestra alma. Tal como lo dice la palabra de Dios: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

En este sentido, en la palabra encontramos un pasaje en el cual Pedro y Juan usaron el nombre de Jesús para sanar: “Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y los tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo” (Hechos 3:6-8). 

De esta forma el nombre de Nuestro Señor Jesucristo equivale a tener acceso a la presencia de Dios: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”. (Juan 14:27)

Así que no existe nada más grato que estar en la presencia del Señor, y por eso nuestra oración debe estar dirigida al Padre en el nombre de Jesús, ya que solo mediante Cristo podremos llegar al Padre: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6)

En este sentido, contar con el nombre de Jesús es contar con el respaldo del Padre. El libro de Marcos 16:17 nos señala lo siguiente:  “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño, sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”.

Así que Dios es claro cuando nos da como arma espiritual mencionar el nombre de Cristo, mediante el cual podremos echar fuera demonios y manifestar el poder de Dios en nosotros. 

3.- La alabanza

La alabanza ha sido creada para enaltecer el nombre de Dios y derrotar las obras del mal. Cuando alabamos al Señor la atmósfera cambia y el Espíritu Santo se hace presente. Esto lo podemos apreciar en el siguiente pasaje: “Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará” (Isaías 43:21)

De esta forma, la alabanza es la más alta función del creyente, la labor más sublime. Así que cuando alabamos al Señor estamos confesando las excelencias y maravillas de Dios porque alabar a Dios es reconocer su misericordia, es reconocer su amor.

El término " Alabar" en hebreo nos habla de extender las manos y disponer el corazón para Cristo. Cuando alabamos y levantamos nuestras manos ante Dios, soltamos todo lo que existe en nosotros, nuestras preocupaciones y las cargas se van porque él aligera nuestras cargas y nos consuela en medio de la prueba. 

Por esto la alabanza es un arma contra el enemigo que nos protege de las asechanzas del enemigo. Cuando alabamos estamos honrando a nuestro Padre y estamos reconociendo que dependemos solo de él:  “Cada día te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre. Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza, y su grandeza es inescrutable” (Salmo 145:2-3).

4.- La palabra del Señor

 La Palabra de Dios es el basamento y fundamento que certifica la existencia de nuestro Dios. En ella se revela la verdad que es Cristo y se muestran los diferentes acontecimientos que marcaron pauta en la historia de la humanidad. Por lo cual los años están divididos en un A.C (Antes de Cristo) y D.C (Después de Cristo)

Las armas espirituales
Las armas espirituales

La Palabra de Dios es muy poderosa, es el Señor mismo actuando en ella, tal como lo podemos apreciar en los  siguientes pasajes: 

  • “¿No es mi Palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?” (Jeremías 23:29)
  • “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12).
  • “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi Palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:10-11)

En este sentido, la Palabra de Dios que es predicada no será dada en vano porque dará frutos a su tiempo. Esta palabra es nuestra arma  y allí encontramos las promesas hermosas que Dios tiene para nosotros, y que nos aseguran que él no nos dejará nunca y nunca nos desamparará. 

Por eso el enemigo no quiere que las personas lean esta palabra llena de poder y de vida, porque a través de ella la verdad es revelada y mediante ella la vida de las personas comienza a ser transformada. Pero si somos consecuentes en la palabra, tendremos esta arma poderosa en contra del enemigo.

5.- La autoridad

Cuando se habla de la autoridad se hace referencia a tener el mando , al poder que se tiene, al dominio sobre algo o alguien. En el plano espiritual, el Señor nos ha dotado de la autoridad sobre el enemigo, tal como lo señala la palabra: “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Lucas 10:19). Así que Dios nos ha dado autoridad de derrotar al enemigo, y mediante esta autoridad podemos recibir las bendiciones del Señor en nuestra vida.

En este sentido, Dios nos ha dado diferentes armas espirituales con las cuales podemos defendernos ante el enemigo que siempre va a querer desviarnos del camino de Cristo. Muchas veces las personas luchan con las armas erróneas y no saben que la lucha no es física ni carnal sino que es espiritual. Así que mediante las armas de Cristo podemos batallar contra el enemigo y vencer en el nombre de Jesús.

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