La vacuna contra el desánimo – El arma más poderosa de los Hijos de Cristo

La vacuna contra el desánimo es la Presencia del Señor, quien nos da gozo en medio de la aflicción, quien nos alienta cuando estamos atribulados, aquel que convierte nuestras lágrimas en alegría. Esta vacuna la obtienes cuando aceptas y recibes al Señor Jesucristo como tu único y verdadero Dios porque cuando declaras con tu boca que es tu Señor y Salvador, el Espíritu Santo comienza a morar en ti:

“que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”  (Romanos 10:9-10)

Esta confesión es la vacuna contra todo desánimo porque al saber que somos salvos es motivo de celebración y regocijo, porque tenemos el privilegio de ser llamados Hijos de Dios, linaje escogido, real sacerdocio, nación santa. Somos Hijos, herederos del reino de los cielos, perdonados por gracia.

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De esta forma, como creyentes fieles al Señor tenemos la vacuna contra cualquier desánimo, aflicción, tribulación y prueba que tengamos en la vida porque Jehová es nuestra fortaleza y nos levanta en medio de cualquier adversidad.

Índice de Contenido
  1. La Vacuna contra el desánimo – El arma más poderosa de los Hijos de Cristo
  2. Claves para vencer el desánimo
    1. 1.- Recordar las Promesas de Dios
    2. 2.- Esforzarse en la Gracia del Señor

La Vacuna contra el desánimo – El arma más poderosa de los Hijos de Cristo

La vacuna contra el desánimo es el sello que tenemos como hijo de Dios y es el arma más poderosa frente al adversario que quiere destruirnos. Por cuanto hemos sido llamados a su luz admirable, tenemos entrada al Reino de los cielos y tenemos la esperanza de verle cara a cara.

Sin embargo existen situaciones en las que nuestras fuerzas pueden flaquear, tal como le aconteció a los diferentes personajes de la biblia, quienes en algún momento se desanimaron. 

En el caso de Moisés, éste se desanimó y sintió ira al saber que el pueblo que había sido liberado hacía lo malo delante de Dios:  “Y aconteció, que como llegó él al campo, y vio el becerro y las danzas, enardeciósele la ira a Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y quebrólas al pie del monte” (Éxodo 32:19 )

De la misma manera, Elías siendo un profeta de Dios tan usado por él para derribar al enemigo, tuvo un momento de desánimo tras las amenazas de Jezabel, quien lo había amenazado de muerte y quería vengarse de él. Se sintió abatido y quiso hasta morirse. Tal como se ve en la siguiente cita:

Entonces Jezabel mandó a un mensajero a decirle a Elías: “Te voy a matar como tú hiciste con los profetas de Baal. Si mañana a esta hora no estás muerto, que los dioses me maten a mí. Cuando Elías supo esto, se asustó tanto que huyó a Beerseba, en el territorio de Judá. Dejó a su ayudante en Jezreel 4 y anduvo por un día en el desierto. Después se sentó debajo de un arbusto, y estaba tan triste que se quería morir. Le decía a Dios: ¡Dios, ya no aguanto más! Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados” (2 Reyes 19; 2.4)

También encontramos a David, que también en algún momento se sintió abatido y desesperanzado hasta el punto de desear morirse, tras ha ver perdido a su primer hijo, y en uno de sus salmos manifiesta esta perturbación que tenía dentro de él: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí?” (Salmos 42:5).

Sin embargo, David en sus salmos buscó refugio en Dios, y esa fue su vacuna contra su desánimo en los momentos de gran angustia y tribulación. Así que David era un hombre de fe, determinado y esto lo expresa en los salmos: “espera en Dios; porque aún he de alabarle; salvación mía Dios mío” (Salmos 42:5)

Este hombre sabía que su salvación provenía de Dios, quien era su socorro y pronto auxilio en la tribulación, y nunca por eso siempre estuvo enfocado en el propósito que tenía como Hijo de Dios. Nunca perdió la fe ni la esperanza.

Claves para vencer el desánimo

Todos en algún momento pasamos por el desánimo y nos hemos sentido abatidos por las circunstancias adversas en nuestra vida. Pero como hijos de Dios esto no puede ser estacionario, debe ser algo esporádico porque como seres humanos tenemos debilidades, pero como hijos de Rey tenemos la esperanza de sus promesas.

En la biblia podemos encontrar diferentes pasajes donde Dios reconforta al caído y da ánimo al afligido, y en momentos de angustia y desolación, no los ha desamparado nunca. Dios nos demanda a cobrar fuerzas, a levantarnos y a esforzarnos, tal como lo expresa su palabra:   “Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová” (Salmo 27:14)

En este sentido, cuando el Señor  escogió a Josué para sustituir a Moisés como líder de los israelitas, profirió las siguientes palabras:  "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas" (Josué 1:9). 

La vacuna contra el desánimo
La vacuna contra el desánimo

De esta manera, el Señor estableció este mandato en su promesa anterior a Josué en el versículo 5: "Como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé".

Dios sabía que Josué iba a enfrentar muchas grandes batallas grandes y quería  que su siervo no se desanimara, al contrario sus palabras fueron un aliciente para poder asumir la responsabilidad de continuar lo que ya Moisés había comenzado. No era fácil manejar a un pueblo como Israel, así que iba a necesitar mucha fortaleza de lo alto para poder llevar a cabo su propósito.

De esta manera, Dios te capacita para que puedas ejercer el propósito que te ha encomendado, él te da las herramientas y te da las claves para superar cualquier desánimo y decaimiento  que te sobrevenga. Por eso debes tomar en cuenta las siguientes claves para combatirlo:

1.- Recordar las Promesas de Dios

Una de las claves que tenemos para poder vencer el desánimo que nos impide avanzar en la obra del Señor, es recordar las promesas del Señor y aplicarlas en nuestra vida. Una vez que conocemos al Señor, podemos estar firmes, sabiendo de ante mano que sus promesas son reales y se van a cumplir a su tiempo.

De este modo, su palabra es viva y eficaz, y todo se cumplirá al tiempo de Dios, que no es nuestro tiempo, por lo cual debemos esperar en él y descansar. Entendiendo su soberanía y dominio total sobre todas las cosas:

“Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;  pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (Hebreos 11:13-16)

Por esta razón, muchos pudieron proseguir a la meta, así como el apóstol Pablo que continuó predicando el evangelio hasta el final de sus días:  "prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Filipenses 3:14). 

De esta forma, él pudo continuar a pesar de la persecución, de los golpes, del rechazo y desánimo, porque sus ojos estaban puestos en el premio definitivo: “Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:23)

2.- Esforzarse en la Gracia del Señor

La palabra “esforzado” hace alusión a una persona valiente, decidida, luchadora, vivificada, alentadora, de buen corazón y espíritu. Con gran disposición por ser alguien o lograr algo en la vida.

Cuando escudriñamos la palabra podemos analizar el significado de lo que implica ser esforzado y valiente. Tal es el caso del pueblo de Israel que tuvo que pasar mucho tiempo en esclavitud antes de ser liberado y obtener la tierra prometida.

El Señor pudo haberles dado a los israelitas la tierra prometida de una vez en lugar de hacerlos pasar 40 años en el desierto. Pero Dios tenía un propósito y era necesario todo el proceso para lograr alcanzar la promesa, y José fue encomendado para tal misión, así que debía esforzarse y por eso Dios le demanda valentía y esto lo podemos ver en el siguiente pasaje:

“Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1: 6-9)

Josué fue el discípulo de Moisés, y su vida estuvo sellada por la constancia, porque no se pueden formar discípulos que no tengan esa actitud de valentía y esfuerzo del espíritu. Ciertamente como hijos de Dios, tenemos el respaldo y resguardo del Señor pero nuestro esfuerzo es la parte humana que debemos emplear para lograr el éxito en la vida, conforme a la voluntad del Padre.

En este sentido, la vacuna contra el desánimo tiene que ver con las herramientas que nos proporciona Dios como hijos que somos, herederos de sus bendiciones. Estas herramientas nos acercan al Señor y nos dan fuerzas para levantarnos, tal como la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, la oración constante, le lectura de la palabra y sobre todo nuestra fe, aquella que nos mantiene firmes en medio de la tormenta. 

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