La Ofrenda de Abel - Qué significa según la biblia
La Ofrenda de Abel es un tema que hace referencia un hecho que podemos apreciar en el libro de Génesis donde se habla acerca de los dos hijos de Adán y Eva, llamados Caín y Abel, quienes ofrecían sus ofrendas delante de Dios. Tal como lo podemos observar en la palabra: “Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas” (Génesis 4: 3-4)
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A pesar de que Eva pensaba que Caín era el salvador prometido por Dios, él conocía su corazón y por eso su relación con el Señor era menos favorable que la de su hermano Abel: “Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya” (Génesis 4:5)
De este modo, Caín y Abel nos muestran el primer ejemplo de lo que es la religiosidad y lo que significa ser un hombre netamente “religioso” de este mundo, en contraste con un hombre con una fe genuina.
La Ofrenda de Abel - Qué significa según la biblia
El término “altar” proviene del hebreo מִזְבֵּחַ – mitsbeáj, que significa “regalo a Dios”, y este término a su vez procede de la raíz זָבַח – tsaváj, que significa matanza, sacrificio, por lo cual mitsbeáj significa “lugar del sacrificio”. De esta manera el altar es el lugar donde la sangre del sacrificio es salpicada o rociada para la expiación y redención del pecado.
Por lo cual la vida del animal sacrificado es presentada como un sustituto de la vida de la persona que está ofreciendo el sacrificio. Esto lo podemos apreciar en el siguiente pasaje: “Porque la vida del cuerpo está en la sangre. Les he dado la sangre sobre el altar con el fin de purificarlos, para hacerlos justos ante el Señor. Es la sangre, dada a cambio de una vida, la que hace posible la purificación.” (Levítico 17:11)
También la palabra de Dios nos muestra la manera en la que los sacerdotes mataban animales como ofrenda, tal como lo podemos encontrar en el siguiente pasaje: “Luego los sacerdotes mataron los chivos como ofrenda por el pecado y rociaron su sangre sobre el altar para hacer expiación por los pecados de todo Israel.” (2 Crónicas 29:24)
De igual forma, podemos ver en la palabra que Abel presentó su ofrenda al Señor, la cual fue de su agrado porque Dios vio el corazón y su disposición en dar aquello que fuera agradable ante los ojos del Señor, así que le ofreció lo mejor que tenía que eran las mejores partes de algunos de los corderos, ya que le ofrecía al Señor en el Altar las primeras crías de su rebaño, y El Señor aceptó a Abel y a su ofrenda.
En este sentido podemos ver la ofrenda de Abel representa un sacrificio grato según lo designado por Dios, poniendo en evidencia que él hizo esta ofrenda como sacrificio bueno y agradable delante del Padre, y lo hizo por fe, ya que entendió que él se podía acercar a YAHWEH mediante un sacrificio de la sangre del mejor de sus corderos, que es una víctima inocente y sin defectos.
De esta forma, la ofrenda de Abel constituye una manifestación externa de su fe interna, revelando su reverencia, sinceridad, humildad, y obediencia hacia Nuestro Dios. Sin embargo, lo más relevante fue que su sacrificio manifestó una fe mucho más profunda en el pacto de Dios, en el Salvador prometido a sus padres que es Nuestro Señor Jesucristo, el cual es el Sacrificio Perfecto.
De esta forma, Abel se mostró como un hombre justo ante Dios, y esto hizo la diferencia entre la ofrenda que estaba dando su hermano, porque el Señor podía ver su corazón y conocía las intenciones de ambos, y la de Abel, fue grata ante sus ojos.
Abel comprendía que él merecía la muerte y ser juzgado por sus pecados, sin embargo cuando encontró un substituto en el sacrificio estaba glorificando y enalteciendo al Señor. Esto lo podemos visualizar en el siguiente pasaje:
“Fue por la fe que Abel presentó a Dios una ofrenda más aceptable que la que presentó Caín. La ofrenda de Abel demostró que era un hombre justo, y Dios aprobó sus ofrendas. Aunque Abel murió hace mucho tiempo, todavía nos habla por su ejemplo de fe.” (Hebreos 11:4)
Como ya se ha mencionado anteriormente, Dios conoce todo de nosotros, escudriña nuestros pensamientos, corazón y las intenciones, por eso no podemos engañarlo, él sabe quien es justo y quien no, el sabe cuando damos algo de forma desinteresada o si tenemos nuestra mirada en las recompensas. Tal como lo señala la palabra:
”Entonces todas las iglesias sabrán que Yo Soy el que examina los pensamientos y las intenciones de cada persona. Y le daré a cada uno de ustedes lo que se merezca.” (Apocalipsis 2:23)
En este sentido, la ofrenda es presentada ante Dios para la expiación de pecado, pero ésta debe hacerse con las intenciones correctas, con un corazón dispuesto a hacer las cosas agradables ante el Señor. Por esta razón Abel tenía el respaldo del Señor y su aprobación, aceptando con regocijo esta ofrenda porque ciertamente Dios sabía que Abel era un hombre justo.
Diferencia entre la Ofrenda de Abel y la Ofrenda de Caín
La diferencia entre las ofrendas de Abel y Caín era la intención que había en su corazón. Por eso la ofrenda de Abel fue agradable ante Dios porque la dio con buena disposición y actitud, en cambio Caín tenía malas intenciones y tenía además envidia y celos en contra de su hermano. Por ello, lo mató, dejándose arrastrar por el enemigo.
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Otro de los aspectos que debemos considerar para analizar la diferencia entre ambas ofrendas es el hecho de que Abel ofreció al primogénito de sus ovejas. Esto señala que Abel separó a los primogénitos de sus ovejas y los ofreció al Señor como una ofrenda santa y agradable a Dios, y este acto es algo que más adelante el Señor estipuló más tarde, y que podemos observar en los siguientes pasajes:
- Éxodo 13:12 “dedicarás a Jehová todo aquel que abriere matriz, y asimismo todo primer nacido de tus animales; los machos serán de Jehová”
- Números 18:12 “De aceite, de mosto y de trigo, todo lo más escogido, las primicias de ello, que presentarán a Jehová, para ti las he dado”
- Proverbios 3:9 “Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos”
En este sentido, la ofrenda de Abel fue un sacrificio puro, excelente, grato, no sólo porque fue una ofrenda de un animal primogénito, sino porque además se manifestó la justicia de Abel, quien le quiso dar lo mejor a Dios y tuvo las mejores intenciones de su corazón, lo cual fue agradable ante el Señor y por eso la aceptó.
Otra de las diferencias que podemos encontrar entre ambas ofrendas es el hecho de que Caín ofreció granos pero Abel ofreció un primogénito de su mejor animal. Sin embargo, ésta no fue la razón por la cual el Señor rechazó la ofrenda de Caín, sino que Abel no ofreció una simple ofrenda, no le dio al Señor cualquier cosa, sino que él dio lo primero y lo mejor, es por esta razón es que Dios vio la ofrenda de Abel con agrado.
Así que este hecho presentado en el libro de Génesis nos debe llevar a la reflexión, ya que actualmente le queremos dar cualquier cosa al Señor, o le damos aquello que nos sobra y lo hacemos incluso con mala actitud, con mezquindad, por lo cual debemos dejar ese espíritu de Caín y procurar siempre darle lo mejor a nuestro Dios porque esto es de su agrado.
La palabra es clara cuando dice que todo lo que hagamos debemos hacerlo con amor, con buena disposición porque si tus intenciones no son las correctas no debes dar tu ofrenda. También señala que debes tener un corazón limpio porque si tienes rencilla con tu hermano de nada te sirve dar las ofrendas en el Altar de Dios, quien conoce todo de ti. Esto lo podemos ver en el siguiente pasaje:
“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mateo 5:23-24)
De esta forma, la ofrenda no solo es algo material que se da para obedecer un mandato, sino que debemos ofrecernos a nosotros mismos como ese sacrificio grato para ser semejantes a Abel dando no solo el mejor animal, sino que su corazón era justo y agradable para Dios. En eso consiste la ofrenda.
El Señor nos pide que le demos la décima parte de nuestras ganancias, es decir, el diezmo que se refiere al 10% de nuestras ganancias o sueldo. Pero debemos hacerlo de corazón, dejando a un lado las preocupaciones por las deudas y los gastos. Dejemos de actuar como Caín y dispongamos nuestro corazón para dar lo mejor de nosotros para el Rey de Reyes y Señor de Señores.
Al respecto, en la palabra podemos ver la manera en la que Dios, miró la ofrenda de Abel y la forma en la que percibió la ofrenda de Caín: “Y el Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero a Caín y su ofrenda no miró con agrado. Y Caín se enojó mucho y su semblante se demudó. Entonces el Señor dijo a Caín: ¿Por qué estás enojado, y por qué se ha demudado tu semblante? Si haces bien, ¿no serás aceptado? Y si no haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo. Y Caín dijo a su hermano Abel: vayamos al campo. Y aconteció que cuando estaban en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató” (Génesis 4:4-8)
El triste final de este acontecimiento bíblico nos muestra lo que puede hacer un corazón envenenado por la envidia, el odio y los celos y contrarresta la disposición que tenía Abel delante de su Padre. Así que debemos decidir la manera en la que debemos actuar porque la paga de nuestro pecado es la muerta y ciertamente Caín por su pecado murió:
“¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y vagabundo serás en la tierra” ( Génesis 4:9-16)
En este mismo orden de ideas, debemos reflexionar en todo a nuestras acciones, ya que no se trata solo de cumplir el mandato de Dios con respecto a ofrendar y diezmar, se trata de nuestro corazón, porque si hemos sido verdaderamente convertidos en Cristo, el Espíritu Santo nos va a llevar a la verdad y a practicar las buenas obras porque le tememos a Dios. Así que antes de darle algo a Dios, de hacer buenas obras, debes revisar tu corazón y arrepentirte por tus pecados más ocultos porque Dios escudriña mente y corazón, y lleva a la luz todo lo que está en tinieblas.
La ofrenda de Abel resultó agradable porque hacía lo correcto delante de los ojos de Dios y esto se resume al buen proceder, tanto en el mundo espiritual como en el mundo terrenal porque debemos dar el ejemplo y dejar el mejor testimonio para nuestros hijos, para que ellos pueden comprender la importancia de ofrendar con una actitud conforme a la voluntad de Cristo.
De esta manera, todo lo que hacemos debe ir alineado al propósito que Dios tiene en nuestra vida, el cual en muchos casos es diferente a nuestra propia voluntad, por lo cual debemos mantener una estrecha relación con nuestro Padre Celestial para que nos guíe en todo momento y así evitar tomar malas decisiones en nuestra vida.
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