La Fiel Compañía De Cristo
Hay momentos en los que la vida parece estar llena de angustia y lucha. Podemos sentirnos solos y como si no hubiera nadie que nos ayudara en nuestros problemas. Sin embargo, siempre podemos acudir a Cristo en busca de consuelo y fuerza. Él siempre está con nosotros, incluso en las circunstancias más difíciles. Nuestro Salvador conoce nuestras necesidades y quiere que acudamos a él en busca de ayuda cuando más la necesitamos.
- Cristo está siempre con nosotros.
- Podemos pedir ayuda a nuestro Padre del Cielo a través de la oración sincera.
- Siempre podemos invocar el nombre del Señor.
- Él proveerá un camino para que nos arrepintamos si se lo pedimos.
- Cristo siempre está con nosotros en nuestras pruebas y angustias, y podemos recibir fuerza de Él a través de la oración sincera.
- Conclusión
Cristo está siempre con nosotros.
Cristo está siempre con nosotros. Esta es una de las verdades más reconfortantes de la Biblia para los cristianos, y proporciona consuelo y esperanza en los momentos difíciles. Cristo está con nosotros en nuestras pruebas y angustias (Hebreos 4:15). Cuando pasamos por un momento difícil, Cristo viene a nuestro lado para recordarnos que está ahí para nosotros. Nos conforta a través de su Espíritu y nos guía en lo que debemos hacer.
En la parábola de la oveja perdida (Lucas 15:3-7), Jesús se compara con un padre cuyo hijo se va de casa sin permiso, pero luego regresa después de meterse en problemas por su cuenta. Cuando vuelve a casa, el padre no lo castiga por haberse escapado, sino que sale al camino para recibirlo con los brazos abiertos. Podemos estar seguros de que Dios ama a cada uno de sus hijos tanto como este padre amaba a su hijo descarriado. Al igual que este padre, Dios quiere que todos los que alguna vez lo han abandonado -aunque lo hayan hecho por rebeldía o ira- vuelvan a casa, donde pertenecen.
Podemos pedir ayuda a nuestro Padre del Cielo a través de la oración sincera.
La oración es una forma de comunicarse con Dios. Puede ser una sincera expresión de gratitud o una sincera petición de ayuda. Rezamos de muchas maneras, incluso en silencio y en voz alta, a solas o con miembros de la familia y amigos, en casa, en las reuniones de la iglesia y en cualquier lugar donde nos sintamos impulsados a rezar. Debemos sentirnos libres de hablar con nuestro Padre sobre cualquier cosa que nos preocupe -nuestras preocupaciones, nuestros problemas- y podemos recibir respuestas a través de Su Espíritu (véase D. y C. 8:2).
Siempre podemos invocar el nombre del Señor.
Siempre podemos invocar el nombre del Señor. Debemos hacerlo en momentos de angustia y necesidad; de hecho, ese es el momento más urgente para invocar su nombre. Pero también podemos invocarlo con alegría, o cuando estamos enfermos y aquejados de alguna enfermedad. En todas nuestras aflicciones Él es una ayuda presente (Salmo 46:1).
No debemos dudar en invocar la ayuda de Dios cuando necesitemos orientación o dirección en nuestra vida, o incluso cuando no nos ocurra nada malo personalmente, pero sí a otra persona (véase Mateo 7:7-11).
Él proveerá un camino para que nos arrepintamos si se lo pedimos.
El arrepentimiento es un don de Dios. Es el proceso de cambio. En esencia, el arrepentimiento consiste en convertirse en una mejor persona a través de Cristo. Él quiere ayudarle a crecer y a parecerse más a Él, y al hacerlo, usted también se parecerá más a Dios. Cuando tu corazón desea arrepentirse y someterse a la voluntad de Dios, Él te proporcionará un camino para hacer exactamente eso.
Cristo siempre está con nosotros en nuestras pruebas y angustias, y podemos recibir fuerza de Él a través de la oración sincera.
Como hemos visto, Cristo es el maestro de la compasión. Sabe que somos seres débiles e imperfectos, y sabe exactamente cómo ayudarnos en cada desafío. Podemos encontrar consuelo en saber que nuestro compañero mientras vivimos esta vida no es sólo nuestro Salvador, sino también nuestro Padre en el Cielo.
Como recordarán de la lectura de la Escritura de hoy, Jesucristo dijo: "Y ciertamente yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". En otras palabras, "Estoy aquí para ayudarte en todo".
Como ves, no hay problema o prueba demasiado grande o pequeña para que Él se encargue de ellos en tu nombre si le pides ayuda sinceramente a través de una oración sincera (ver 1 Juan 5:16). Pero no te limites a orar sin hacer nada más: ¡también debes actuar de acuerdo con lo que Él diga a tu corazón!
Por ejemplo: es bueno orar sobre un problema y pedir paz; pero luego también actuar haciendo algo positivo como buscar a seres queridos que puedan apoyarte durante este tiempo difícil o salir a la naturaleza donde te sientas en paz contigo mismo y con Dios.
Conclusión
Así que, si no estás seguro de tu fe -o simplemente quieres fortalecerla-, te animo a que busques la compañía de Cristo. Lo encontrarás en las Escrituras, en la oración y en la comunidad con otros creyentes. Y en cuanto a mí: Todavía estoy en mi viaje hacia una relación más profunda con Jesús - pero él ha sido fiel a mí hasta ahora y su presencia nunca me ha dejado solo.
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