Habitando Al Abrigo Del Altísimo

Es difícil imaginar que Dios está siempre con nosotros, incluso cuando no somos conscientes de ello. Todos hemos tenido momentos en nuestra vida en los que hemos sentido que Dios no estaba allí o que no le importaba; tal vez cuando estabas luchando con una situación difícil y te sentías totalmente solo.

Pero la Biblia dice que incluso cuando sentimos que no hay nadie más alrededor, siempre podemos encontrar refugio en Dios: "Diré del Señor: Él es mi refugio y mi fortaleza; mi Dios, en él confiaré". ¡Y es verdad!

Habitando Al Abrigo Del Altísimo

Cuando vivimos nuestra vida como si Dios estuviera siempre presente con nosotros, tenemos una sensación de seguridad mucho más fuerte que la que tendríamos de otro modo. Si quieres experimentar esta clase de paz hoy, intenta mantener estas tres cosas en tu mente:

Índice de Contenido
  1. Diré del Señor:
  2. Ahora sé que Yahveh salva a su ungido; lo escuchará desde su santo cielo con la fuerza salvadora de su diestra.
  3. Nuestra alma espera a Yahveh:
  4. Vivir en Cristo no significa vivir como ermitaño
  5. Conclusión

Diré del Señor:

Él es mi refugio y mi fortaleza; mi Dios, en él confiaré. Ciertamente él te librará del lazo del cazador, y de la peste ruidosa. Él te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas confiarás.

No tendrás miedo del terror nocturno, ni de la flecha que vuela de día; Ni por la peste que camina en la oscuridad, ni por la destrucción que se produce al mediodía. Podrán caer mil a tu lado y diez mil a tu derecha; pero no se acercará a ti...

Ahora sé que Yahveh salva a su ungido; lo escuchará desde su santo cielo con la fuerza salvadora de su diestra.

Algunos confían en los carros, y otros en los caballos; pero nosotros nos acordaremos del nombre del SEÑOR nuestro Dios. Ahora sé que Yahveh salva a su ungido; lo escuchará desde su santo cielo con el poder salvador de su diestra. Algunos confían en los carros, y otros en los caballos; pero nosotros nos acordaremos del nombre de Yahveh, nuestro Dios.

Nuestra alma espera a Yahveh:

Él es nuestro auxilio y nuestro escudo. Nuestro corazón se alegrará en él, porque hemos confiado en su santo nombre. Que tu misericordia, Yahveh, sea con nosotros, según esperamos en ti.

Vivir como si estuviéramos diariamente en la presencia de Dios no significa convertirse en un ermitaño. Significa ser conscientes de la presencia de Dios a cada minuto. Cuando nos ponemos la ropa, cuando vamos al trabajo, cuando volvemos a casa del trabajo, cuando comemos o cenamos -incluso cuando caminamos por el supermercado- siempre nos damos cuenta de que Dios está con nosotros y vela por nosotros.

El libro de los Salmos está lleno de alabanzas a la bondad y la misericordia de Dios. He aquí algunos ejemplos: "Oh, Señor, Dios mío, clamé a ti por ayuda y me curaste. Me sacaste, Señor, del Seol y me libraste de bajar a la fosa" (Salmos 30:2). "Cantaré tu fuerza; contaré tu bondad por la mañana. Porque tú eres mi fortaleza, mi refugio en tiempos de angustia" (Salmo 59:16).

Vivir en Cristo no significa vivir como ermitaño

Vivir como si estuviéramos diariamente en la presencia de Dios no significa convertirse en un ermitaño. Significa ser consciente de la presencia de Dios cada minuto.

Significa vivir con la conciencia de que no estamos solos y de que nunca hemos estado solos, sin importar dónde estemos o qué estemos haciendo. Significa ser conscientes de que todo lo que sentimos, pensamos, decimos -o no decimos- es una expresión de lo que creemos que somos en relación con Dios y con los demás.

Vivir como si estuviéramos diariamente en la presencia de Dios es, en realidad, algo muy práctico, porque libera nuestra mente de la preocupación de si algo bueno sucederá mañana o en algún otro momento en el futuro; nos libera de la preocupación de lo que otras personas piensan de nosotros; deja de lado cualquier deseo de venganza contra quienes nos han hecho daño; y nos permite centrarnos en acercarnos a Dios en lugar de preocuparnos por nuestras propias necesidades de una vez.

Vivir como si estuviéramos diariamente en la presencia de Dios pone todo lo demás en perspectiva porque no hay nada más importante que conocerle mejor día a día.

Conclusión

Podemos encontrar fuerza y valor en Dios. Él es nuestro refugio y nuestra salvación, y nunca nos dejará ni nos abandonará. Cuando le invoquemos en la oración, nos escuchará por su gran amor hacia nosotros. Si le permitimos tomar el control de nuestras vidas, nos guiará a través de cualquier problema que podamos enfrentar.

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