Estudio Bíblico Del Salmo 90:2

Tendemos a pensar en la vida como un proceso lineal que comienza con el nacimiento y termina con la muerte. Nos imaginamos a nosotros mismos marchando constantemente hacia adelante a través del tiempo, de un minuto al siguiente y al siguiente, hasta que llegamos a nuestro momento final.

Esta perspectiva se ve reforzada por el énfasis que pone nuestra cultura en la juventud y la longevidad: esperamos que las personas viejas o enfermas mueran poco después de alcanzar cierta edad.

Índice de Contenido
  1. No tenemos que esperar a morir para llegar al final de nuestras vidas.
  2. ¿Cuánto dura nuestra vida?
  3. La eternidad se extiende más allá de lo que podemos imaginar, y continuará en el futuro.
  4. Nuestras vidas son como una niebla o un vapor.
  5. ¿Qué nos enseña esto sobre cómo debemos vivir nuestras vidas?
  6. Para llevar:
  7. Conclusión

No tenemos que esperar a morir para llegar al final de nuestras vidas.

El siguiente verso es el Salmo 90:10:

"Los días de nuestra vida son setenta años; y si a causa de la fuerza son ochenta años, sin embargo, su alarde es sólo trabajo y dolor; porque pronto se corta, y volamos."

Como ves, no se trata de esperar a morir para llegar al final de tu vida. No, se trata más bien de vivir una buena vida, y esto puede ocurrir también en esta vida. Si vives una buena vida y haces cosas buenas por los demás (como amarlos), entonces no habrá tristeza al final porque estarás listo para el cielo.

¿Cuánto dura nuestra vida?

La Biblia nos dice que cada uno de nosotros tiene un tiempo limitado en la tierra. El Salmo 90:2-3 dice:

 "Has tomado nota de mis desvelos; pon mis lágrimas en tu frasco; ¿no están en tu libro?" (NVI).

Es como si Dios hubiera tomado nota de los momentos en que nos sentimos tristes o desanimados, y los guardara para consultarlos más adelante. Podemos tener la tentación de pensar que Dios no se da cuenta de estas cosas, pero sí lo hace.

Esto puede darnos un gran consuelo cuando pasamos por momentos difíciles en nuestra vida.

El Salmo 90:10 también nos dice cuánto durará nuestra vida:

"Nadie puede servir a dos amos; porque o bien odiará a uno y amará al otro, o bien será fiel a uno y despreciará al otro" (NVI).

No podemos servir a la vez a Dios y al dinero, ¡porque entran demasiado en conflicto! La elección entre ellos es clara: si queremos toda la eternidad con Dios, entonces debemos rechazar todos los placeres terrenales como el dinero.

Una vez más, este pasaje muestra lo corta que es en realidad la vida en comparación con la eternidad en el cielo, y sin embargo nos recuerda que aún queda mucho más tiempo del que parece posible aquí en la Tierra (o incluso dentro de toda la historia humana hasta ahora).

La eternidad se extiende más allá de lo que podemos imaginar, y continuará en el futuro.

Lo primero que hay que entender sobre la eternidad es que es infinita.

  • Dios es eterno: No tiene principio ni fin. Su vida se extiende más allá de lo que podemos imaginar, y continuará en el futuro.
  • Dios es infinito: tiene un poder y una autoridad ilimitados, capaz de hacer todas las cosas. No hay límite para Él en ningún sentido. Su grandeza no puede ser medida o comprendida por nosotros porque no hay límites para Él. De hecho, "Su entendimiento es infinito" (Salmo 147:5).

Nuestras vidas son como una niebla o un vapor.

El Salmo 90:2 dice:

"Tú [Dios] has convertido nuestros años en un vapor, y todos nuestros días en una niebla".

Veamos otros ejemplos bíblicos de nubes o vapores para ver si podemos entender mejor este versículo.

En Génesis 19:11-12, Lot ofrece los cuerpos vírgenes de sus hijas en lugar de sus invitados masculinos a cambio de protección contra los hombres que quieren violarlas. Cuando Lot las ofrece como esclavas sexuales, uno de los ángeles le dice que han visto que sus hijas son vírgenes y que no les harán daño (Génesis 19:13).

En respuesta a esta noticia, Lot hace una interesante declaración sobre lo efímera que es la vida en comparación con la eternidad (Génesis 19:14):

"Porque todos [nosotros] bajamos hoy; mañana iremos allí". ¡Esto suena como si él pensara que ninguno de ellos sobrevivirá lo suficiente para que eso importe de todos modos!

¿Qué nos enseña esto sobre cómo debemos vivir nuestras vidas?

En este Salmo, David nos enseña que debemos vivir para Dios y no para las cosas de este mundo. La razón que da David de por qué Dios es lo más importante en nuestras vidas es porque Él es nuestro creador y sustentador. Esto significa que Él nos creó y continúa proveyendo para nosotros cada día de nuestras vidas, ¡incluso cuando no lo merecemos!

Para llevar:

Debemos dedicarnos a vivir para Dios, que es eterno, en lugar de las cosas temporales de este mundo.

El Salmo 90:2 dice:

 "Antes de que nacieran los montes, o de que engendraras la tierra y el mundo, desde la eternidad hasta la eternidad, tú eres Dios".

Este pasaje nos muestra que debemos dedicarnos a vivir para Dios, que es eterno, en lugar de las cosas temporales de este mundo. Las cosas temporales de este mundo no son eternas; eventualmente pasarán. No valen nuestro tiempo; nos distraen de lo que realmente importa en la vida.

No valen nuestra energía; gastan tu cuerpo físico que es una herramienta que Dios usa para su gloria en la tierra mientras vivamos aquí en la tierra. Finalmente, estas cosas no merecen nuestra devoción porque, de todos modos, ¡no pueden durar para siempre!

Conclusión

El salmista escribe que nuestras vidas son como una niebla o vapor. Eso significa que no son permanentes. No podemos aferrarnos a ellas porque acabarán pasando, igual que el sol se pone en el cielo cada tarde antes de volver a salir mañana por la mañana.

Entonces, ¿qué debemos hacer con nuestro tiempo? ¿Cómo debemos vivir nuestra vida? La mejor manera de responder a estas preguntas es centrarse en lo que es eterno y no en lo que es temporal: Dios.

Cuando nos alejemos de nuestros deseos egoístas y busquemos en cambio la gloria de Dios, haciendo buenas obras para los demás en su nombre, entonces encontraremos el verdadero sentido de la vida (1 Timoteo 6:17-19).

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