En la Gloria de Dios - Qué significado tiene en la vida del cristiano

En la gloria de Dios podemos tener la certeza de su protección y resguardo ante las adversidades que nos acechan en el día a día. Como cristianos para vivir dentro del Poder y majestad del Señor debemos aumentar nuestra fe porque de esta forma es que podemos agradar a Dios y por ende recibir sus bendiciones. 

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Índice de Contenido
  1. En la Gloria de Dios - Qué significado tiene en la vida del cristiano
  2. La Gloria de Dios y la Santidad manifiesta

En la Gloria de Dios - Qué significado tiene en la vida del cristiano

Pretender definir lo que es la gloria de Dios resulta casi imposible, sin embargo se define como la belleza de su Santo Espíritu, y no se refiere a la parte estética o incluso material, sino que es aquella propia de su carácter, de todo lo que Él abarca en todo su ser.

De esta forma, vivir o estar en la gloria de Dios tiene que ver con el hecho de vivir siempre en la Presencia del Espíritu Santo y estar bajo su cobertura.

En este sentido, la gloria del Señor es la belleza de Su Santo Espíritu, y vivir en esta gloria es permanecer firmes. El libro de Santiago 1:10 nos hace un llamado al hombre rico para que en su humillación, se pueda glorificar, haciendo alusión a una gloria diferente que traspasa las barreras de nuestro entendimiento: “pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba”

De esta forma, la  gloria del hombre se refiere a la belleza del espíritu del hombre, la cual es temporal, pero la gloria del Señor es eterna, y si vivimos dentro de su gloria podremos alcanzar la eternidad.

Así que la gloria de Dios, se manifiesta mediante todos sus atributos y es eterna. En el libro de Isaías 43:7 podemos apreciar que el Señor nos creó para su gloria: “todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice”

También hay que resaltar que en la palabra se resalta el hecho de que el hombre glorifica a hombre, ya que mediante el hombre, la gloria de Dios puede ser vista en las cosas cotidianas de la vida, tal como se visualiza en 2 de Corintios 4:7 “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”

En este sentido, somos  los  vasos que “contienen” Su gloria, y todas aquellas cosas que somos capaces de hacer y de ser, encuentran su fuente en Dios, quien interactúa con la naturaleza de la misma manera. Así que la naturaleza exhibe su gloria en todo su esplendor.

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La gloria del Señor es manifestada en la mente del hombre mediante su mundo material en muchas maneras y para diferentes personas. En la medida en que mantienes una relación con el Padre, en esa medida recibes la gloria de Dios en todos los aspectos que encierran la vida de un cristiano.

Su gloria es revelada en la mente del hombre a través del mundo material en muchas formas, y con frecuencia de diferentes maneras para diferentes personas. Así que una persona puede ver la gloria a través de todas las cosas que le rodean, porque él se puede revelar de diferentes maneras y en el momento menos esperado. 

Cuando vives en la gloria de Dios, vives en su santidad y obediencia, y si te mantienes firme en sus caminos, verás la gloria de Dios en cada detalle, y verás cómo obra de forma sorprendente. Comenzará sin duda a revelar misterios que aún no conoces. Tal como lo revela su palabra: “Clama a mí, y yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces” (Jeremías 33:3)

De esta forma, el señor es capaz de manifestarse a sí mismo, a todos los hombres, independientemente de su raza, herencia, condición o lugar donde se encuentre. Esto lo podemos apreciar en el Salmos 19:1-4. “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras.”

De igual forma encontramos que el Salmo 73:24 señala la gloria como el mismo cielo: “Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria” También hay que resaltar que cuando el creyente que ha aceptado a Cristo en su corazón,  será llevado a la presencia de Dios, y en su presencia estará naturalmente rodeado por la gloria de Dios.

En la Gloria de Dios
En la Gloria de Dios

Así que seremos llevados al lugar donde está la belleza de su Espíritu o la esencia de quién es él.  Al respecto la palabra nos señala lo siguiente:  “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.” (1 Corintios 13:12)

En este sentido, la gloria proviene de Dios, y Él no va a permitir establecer la afirmación de que la gloria procede del hombre, o de sus ídolos, o incluso de la naturaleza. En el libro de Isaías 42:8, podemos apreciar un ejemplo del celo de Dios por Su gloria: “Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas”

Este celo  de Dios por su propia gloria es de lo que el apóstol Pablo nos habla en el libro de  Romanos 1:21 cuando hace mención de las formas en las cuales las personas adoran a las criaturas en vez de adorar al Creador de todas las cosas: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”

En este sentido, hay muchas personas confundidas que desvían sus caminos en busca de sus propios deseos carnales, en su vanidad, ambición y altivez. Por lo cual pierden la gloria de Dios porque se niegan a sujetarse a la palabra de Dios y se muestran desobedientes. Al alejarse del Señor y sus estatutos pierden las bendiciones del Señor y se dejan arrastrar por el pecado, trayendo como consecuencias la perdición.

La Gloria de Dios y la Santidad manifiesta

Para definir la gloria de Dios se debe relacionar con la palabra santidad, ya que una de las características del Señor es que es Santo y esa santidad es la que debe reflejar todo cristiano una vez acepta y recibe al Señor como su único y verdadero salvador. 

De esta manera, la santidad de Dios es el nivel de perfección, de su grandeza y valor. Y esta categoría es distinta a la que podamos conocer en este mundo, ya que en el ámbito espiritual la palabra santidad define al propio Jesucristo y esto lo podemos apreciar en el siguiente pasaje: “Santo, Santo, Santo es el Señor de los ejércitos”, lo siguiente que dice es esto: “Llena está toda la tierra de Su gloria”. Podríamos haber esperado que dijera “santidad”, pero no dice eso. Él ángel dice: “gloria”. (Isaías 6:3)

Entonces entendemos que Dios es santo, y toda la tierra está llena de su gloria y manifiesta la belleza de su santidad. Así que es la forma en que muestra su santidad para que la gente la comprenda: “Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló” (Levítico 10:3)

En este pasaje,  Dios dice que manifestará su santidad a aquellos que están cerca de él y que ante todo el pueblo será  glorificado. Así que comprender, visualizar y reconocer su santidad, es ver la gloria de Dios y de esta forma glorificarlo.

Todas las perfecciones y grandezas de Dios son hermosas tal como se ven, y existen muchas de ellas, las cuales las podemos apreciar en toda su creación, y se manifiestan en la vida del creyente, en diferentes aspectos de ésta. La palabra nos revela que toda la creación cuenta la glorifica al Señor:  “Los cielos cuentan la gloria de Dios” (Salmos 19:1). 

En este sentido, cuando se habla de la gloria de Dios, se habla de la perfección, santidad, belleza y poder. Por eso vivir en la gloria de Dios tiene que ver con vivir de acuerdo a los estatutos del Señor que establece la palabra. Una vez que buscamos seguir el camino de Cristo, comenzamos a recibir las bendiciones que él tiene para cada uno de sus hijos y de esta manera se refleja la gloria de Dios.

En la medida en que nos acercamos más a Dios, nos acercamos a su gloria, y su presencia dirige nuestros pasos mediante su Santo Espíritu, quien nos dirige a toda verdad y comienza a morar en nosotros en el momento en que aceptamos a Jesús en nuestro corazón, ya que nadie llega al Padre sino es a través de su hijo. Esto lo podemos ver en el siguiente pasaje: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6)

De esta forma, mediante Nuestro Señor Jesucristo nos acercamos al Padre, a su gloria, a su santidad y a su perfección. Cuando se acepta al Señor, se acepta seguir un tipo de vida diferente, en el cual la palabra de Dios nos señala el camino que debemos seguir con ayuda del Espíritu Santo para así alcanzar las bendiciones que el Señor tiene para nosotros.

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