Cómo Es El Clamor Que Se Somete A La Voluntad De Dios
Todos hemos oído la expresión "hágase la voluntad de Dios". La frase forma parte de nuestra tradición cristiana e incluso se ha convertido en algo parecido a una oración. Sin embargo, ¿qué significa cuando decimos "hágase la voluntad de Dios"? ¿Es una afirmación de nuestra fe en Dios? ¿O hay algo más que hace que esta frase sea tan poderosa? La respuesta puede sorprenderte: Significa que estamos dispuestos a someternos completamente a Dios en todos los aspectos de nuestra vida.
Es el grito de un corazón que confía en Dios.
El grito que se somete a la voluntad de Dios es el grito de un corazón que confía en Dios. El salmista dice: "En el tiempo de mi angustia clamé al Señor, y él me respondió" (Salmos 118:5). Esto es lo que significa "someterse a la voluntad de Dios". Cuando nos sometemos a Su voluntad, estamos confiando en Él completamente como no confiamos en nadie más en la tierra.
La razón por la que esto es tan importante y tan difícil para nosotros es porque hemos olvidado cuán confiable es nuestro Padre en el cielo. Él nos ama sin medida, pero nos disciplina cuando es necesario (Hebreos 12:11).
Es el grito de un corazón que reza a Dios: "Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya".
El grito que se somete a la voluntad de Dios no es sólo un grito de fe, sino también un grito de confianza. Es el grito de un corazón que reza a Dios: "Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya". La voluntad de Dios no siempre es lo que la mente carnal del hombre quiere que sea.
Cuando nos sometemos por completo al plan divino de Dios para nuestras vidas -el plan que Él ha trazado para nosotros antes de que comenzara el tiempo- lo encontramos obrando todas las cosas para bien. Hay momentos en los que podemos sentir que seguir nuestros propios planes o deseos nos traerá un gran éxito; sin embargo, como cristianos debemos tener cuidado de no dejar que nuestros propios deseos nos desvíen del camino perfecto de Cristo.
Es un grito sin palabras.
No es un grito de palabras, sino un grito del corazón. Es un grito que se somete a la voluntad de Dios. Es un grito lleno de confianza en Dios.
Es un grito del corazón.
El grito que se somete a la voluntad de Dios es, como he dicho, una oración del corazón. No se pronuncia con palabras ni se escucha con los oídos, sino que se siente en lo más íntimo de nuestro ser. Esa oración no sale de los labios con sonidos audibles, sino que brota dentro de nosotros y llena todo nuestro ser.
Sabemos que Jesús se sometió por completo a la voluntad de su Padre cuando colgó de la cruz hasta que la muerte se lo llevó (Filipenses 2:8). Fue obediente hasta la muerte (Apocalipsis 12:10).
El grito que se somete a la voluntad de Dios es una oración llena de confianza a Dios.
La confianza en Dios es la clave de toda oración, y esto se aplica tanto si estás rezando por algo específico como si simplemente pides ayuda con los desafíos de la vida. Cuando nuestras oraciones están llenas de confianza en Dios, nos encontramos en una posición mucho mejor para recibir lo que Él ha planeado para nosotros que cuando tratamos de forzar nuestra propia voluntad en Él a través de la oración. ¿Pero cómo podemos aumentar nuestra confianza en Él?
Los dos versículos siguientes nos dan una respuesta: "¡Sólo creed! Y te salvarás" (Marcos 5:36). Nuestro Señor nos dice que la fe es el ingrediente clave y luego nos muestra cómo se ve cuando alguien la ejerce; en este caso, clamando desde lo más profundo de su corazón una y otra vez hasta que la ayuda llegó del cielo porque tenía fe en que algo sucedería pronto. ¡Permanezcan fieles! Orad sin cesar".
Conclusión
El grito que se somete a la voluntad de Dios es una oración llena de confianza en Dios. Es un grito sin palabras, desde el corazón. No es sólo una petición para que algo o alguien haga algo por nosotros, sino que es un reconocimiento de que no tenemos el control y necesitamos ayuda de fuera de nosotros mismos.
Este tipo de oración pide la ayuda de Dios para todas nuestras necesidades como individuos y como humanidad: la salud, las finanzas y las relaciones familiares; la paz entre las naciones; el suministro de alimentos en todo el mundo; la protección frente a catástrofes naturales como terremotos y huracanes; el cuidado de los niños que pasan hambre o no tienen hogar... ¡La lista podría ser interminable!
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